Matías.
Llegué al bar y desde afuera se escucha el ruido y los gritos de Mauro... No sé qué es peor, si la música o que mi hermano haya organizado mi despedida de soltero.
—¿No vas a entrar? —me preguntó mi papá dándome un empujón hacia la entrada.
—Si... Soy el festejado.
Cuando entramos al bar me quedé boquiabierta al ver a unas chicas bailando en el escenario. Estaban dándome la espalda así que no me vieron pero aún así continuaron con su baile sensual.
—¿No le dije a Mauro que no quería mujeres? —Le pregunté a mi papá.
—Es que no son mujeres...
Fruncí el ceño y las supuestas chicas voltearon hacia a mi.
Me reí fuerte al saber que eran Samuel, Alonso, Diego y Mauro.—¿¡Quién les dijo que se vistieran así!? —Grité por lo alto que estaba la música.
—¡Llegaste! —Gritó Mauro bajando del escenario.
Cuando me abrazó pude persibir el olor a alcohol
—¿Empezaron sin mí? —Me hice el ofendido.
—Llegas tarde, ¿Cómo esperas que te perdonemos eso? —Preguntó Alonso ayudando a Samuel a bajar.
—Lo siento, estaba terminando de atender mi mafia...
—Olvidate de eso —Dijo José jalándome para sentarme en el sofá que tiene forma de V
—En estos momentos eres sólo Matías, el chico que está a unas horas de casarse —Me dijo mi papá fijando mi vista hacia enfrente y luego le bajó el volumen a la música
—¿Qué van a hacer? —Pregunté mirando a Samuel.
Elevó los hombros antes de tomarse un shot de vodka.
—No me preguntes, sólo disfrutá...
Diego era el más ebrio de todos y el único que no se bajó del escenario.
Apenas si le pusieron una canción sensual y empezó a bailar como todo un experto en un tubo.
—¿Por qué él? —Me reí aceptando la bebida que Mauro me daba.
—Está ebrio y quiso bailarte... Dijiste que nada de mujeres pero nunca dijiste que Diego no podía bailar.
Miré a los cuatro chicos ebrios y me reí negando con la cabeza.
—Cúbranse, es una despedida de soltero, no una putería.
—Lo siento, hermanito, sólo quería que vieras que soy más sexi que tú —Dijo Mauro mientras buscaba algo de ropa.
Diego quiso bajarse del camerino pero cayó al último escalón.
—Mierda —Murmuró José llendo por él.
Yo sólo me relajé extendiendo los brazos a los lados mirando aquella escena donde José levantó a Diego pero éste sólo se reía. Mi papá estaba burlándose de Carlos quien iba llegando apenas y...
—¿Mi suegro? —Pregunté colocando mis codos en las rodillas.
—Atrás de ti —Respondió Samuel.
Miré hacia atrás y estaba empinándose una botella de Coñac... Joder... Del más caro...
—¿Quieres un poco? —Me preguntó dándole la vuelta a la barra para llegar a mí.
—Eh... No... Gracias, suegro...
—Si quieres, yerno, anda, ven... —Dijo en tono de burla.
Quise alejarme pero me agarraron entre todos y luego Hiroshi metió el coñac a mi boca. Alguien me tapó la nariz y no tuve de otra más que pasármelo.