Matías y Natalia

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Matías.

Ví a Daisy jalar la cuerda que estaba atorada entre las ramas del arbusto y cayó al suelo cuando ésta salió de repente.

—Oh, vaya, tendré que cambiarme de nuevo —Se quejó mientras se levantaba y terminó abandonando la cuerda.

—¿Puedo saber qué hacías? —Le pregunté poniéndome en su camino.

—Jalando aquella cuerda que lleva atorada desde hace 3 días —Respondió como si me culpara de algo.

—¿Y lo hacías por...?

—Porque Bruno es muy débil para hacerlo y mis hermanos aún son pequeños para intentarlo.

—Ven —Agarré su mano y empezamos a caminar por el jardín. —. ¿Te pasa algo?

—Soy la mayor y como tal debo de dar un buen ejemplo —Habló como si sus hermanos dependieran de ella.

—Bruno tiene tu edad.

—Pero yo nací primero.

—No tienes que competir siempre con él.

—No compito, sólo demuestro que soy la mejor.

La miro y es tan parecida a su tía Katheryn. Pareciera que sacó sus genes.

—¿Mejor en qué?

—En todo —Levantó una ceja.

—Hija... No tienes que ser mejor en nada...

—Tengo 1 hermana y 2 hermanos extras ... ¿Crees que puedo quedar mal con ellos? ¡Obvio no!

Se metió a la casa y la seguí hasta alcanzarla antes de que llegara a las escaleras.

—¿Has hecho tu tarea? —Le pregunté.

—Todas —Se paró firme, justo como sus abuelos le han enseñado.

—¿Tu ropa está doblada?

—Mi ropa siempre está en orden, papá.

—¿Qué me dices de ayudarle a tu mamá con...?

—Los cachorros tienen comida, agua y me he encargado de que la ropa se haya lavado correctamente.

—¿Y Bruno?

—Él acomodó bien las habitaciones y estuvo jugando con algunos.

—¿Un buen equipo?

—Algo así... ¿Puedo subir a dormir?

—Ve... Después hablamos.

—Te amo, papá Matías —Besó mi mejilla.

—Te amo, Hija...

Metí las mano a las bolsas de mi pantalón y suspiré pero justo alguien me abraza por detrás causándome una sensación distinta, la que siempre siento con ella.

—Tiene diez años, debemos entender que a veces se pone celosa —Murmuró contra mi espalda.

Me giré para ver a mi esposa quien tenía marcas de ojeras, el cabello hecho un desastre, el rostro sin maquillaje y sus ojos se veían cansados.

—Verte así me provoca odio hacia mí mismo —Dije sosteniendo su rostro entre mis manos.

—Estoy bien, sólo me hace falta dormir —Puso sus manos sobre las mías y sonrió—. Tu tampoco te ves muy descansado que digamos.

—He tenido más trabajo de lo común pero eso no justifica que mi mujer esté desvelada y se vea así...

—¿No te gusto así? —Levantó una ceja.

A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora