Capítulo 34

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Natalia.

Me quedé parada viendo a Matías reirse con la chica y no quiero molestarme, él puede hablar con quien sea y yo confiaré en él pero me están fallando los nervios.

«Sólo platican, Natalia, no exageres»

Ambos se dieron cuenta de que los miraba y se pusieron serios.

Me acerqué a paso lento tratando de calmar las voces de mi cabeza que me querían obligar a reclamarles algo.

—Hola —Saludé a la chica.

—Hola... Matías me contó que van a ser papás así que felicidades —Dijo nerviosa pero trataba de calmarse.

—Él insiste en que serán dos.

—Espero que sí —Sonrió de lado—. Bueno, yo me tengo que ir, los veo luego.

Matías asintió y cuando ví a la chica irse llevaba el labial en su mano.

—Vámonos, empieza a darme hambre —Le dije a Matías mientras me subía para conducir.

—¿No quieres que yo conduzca? —Preguntó evitando mi mirada.

—Te ves con sueño, mejor vete en los asientos de atrás mientras manejo.

—Gracias...

Cuando se subió, tuvo que poner algunas cosas en el asiento de enfrente.

Arranqué y nos quedamos en silencio por unos segundos hasta que me decidí hablar.

—Ya le pedí a mi papá que nos preste a su personal para que decoren la casa y sirvan de meseros.

—Gracias, amor... Te dije que hoy en la noche pero...

—Mañana contrato a gente, descuida —Lo interrumpí y acomodé el espejo para verlo—. Realmente te ves cansado.

—Sólo es sueño...

Empezó a cerrar los ojos.

—¿Qué día nos casaremos?

—El próximo sábado...

—Tenía pensado en que fuera viernes.

—Mjm...

Se quedó dormido y sólo me reí por lo bajo.

Aceleré para llegar pronto a la casa y para ese entonces, Matías seguía dormido.

Estacioné la camioneta para después pasarme al asiento de atrás.

Busqué la manera de incarme para desabrochar el botón de su pantalón y luego bajar el bóxer.
Su miembro estaba dormido así que empecé pasando la lengua.

Matías despertó de repente y jadeó en sorpresa al verme en tal posición.

—Hey, estás abusando de mi amigo.

Me reí por lo bajo y volví a pasar la lengua.

—A él le gusta.

—Claro que le gusta el contacto con tu lengua, es sensible.

La punta de mi lengua la usé para pasarla por todo su glande y al instante sentí que Matías agarraba un puño de mi cabello.

—Toda, mi amor, toda... —Jadeó obligándome a meterla.

La sentí en mi garganta y aún me faltaba más.

Agarré las manos de Matías para que él llevara el ritmo y cuando lo hizo, sentí que estaba ahogandome pero no se detuvo.

Poco a poco, empecé a sentir placer en mi boca al saborear todo eso  y mi punto sensible palpitaba dolorosamente.

Tiró de mí para que lo sacara y nos acomodamos de tal manera que pudiera penetrarme por detrás.

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