Capítulo 1

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Natalia.

He estado mirándome frente al espejo por varios minútos y no puedo ver otra cosa mas que decepción.

¿Por qué no puede perdonarme?
Yo le perdoné demasiadas cosas pero tal vez fué porque las suyas tuvieron una justificación válida y las mías no.

Dí un largo suspiro antes de darme la media vuelta y sonreí al ver la enorme habitación que mi padre me dejó.

He cambiado, todos estamos de acuerdo en que no soy la misma Natalia del principio que era una inmadura y aún tenía pensamientos de niña. Incluso, hablaba como tal.

Ahora soy la hija del gran Hiroshi, el temible mafioso que nadie se le atreve a enfrentar cara a cara si no por la espalda y eso me hace sentir poderosa.

Lo tengo casi todo; dinero, joyas, riquezas, mansiones, una familia, amigos... Pero él me falta. La pequeña pizca es Matías y sin él no puedo estar completa.

Quise acostarme pero mi papá entró de repente.

Acaricié mi muñeca recordando que la pulsera que Matías me dió ya no la tengo. Es imposible que pude tenerla durante éste tiempo pero cuando bajé del Jet ya no la tenía.

-Nos vamos -Me dijo desde la puerta.

-¿A dónde?

-De compras, quiero gastar en tí.

¿En qué momento Miguel me hubiera dicho eso? ¡Jamás lo hizo!

-¿Cuánto? -Me acerqué a él y acomodé su corbata.

-Eso dependerá de tí, no tengo idea de cuánto quieras gastar.

-¿Todo lo de una de tus tarjetas? -Lo jalé de la corbata para tenerlo a centímetros de mi rostro y hacer una cara de niña caprichosa.

-¿Tan poquito? -Sonrió

Me reí antes de abrazarlo.

-Hablo en serio, ¿Cuánto vas a gastar?

-Hija -Agarró mi rostro-, Eso no importa, mis tarjetas están que explotan de tener tanto dinero y ahora que te tengo ya sé en qué voy a gastarlo.

Estar con mi papá me hace muy feliz, sus abrazos me ponen de buen humor, me siento protegida.

No es el dinero lo que quiero de él, es el amor que me dá.

-Quiero que esta noche me acompañes a una cena -Me dijo esta vez siendo formal.

-¿Con tus socios?

-Algo así.

-Pero... -Me puse roja y pasé saliva-, yo no sé comer con cubiertos, aún no tengo la educación...

-Eres mi hija y eso no debe importarte, pronto aprenderás.

Me sentí apenada con eso. Viví en la mansión de Gotti pero nunca me importó el uso de cubiertos.

-Se nos hace tarde, vámonos -Avisó antes de salirse.

Agarré mi bolsa y después alcancé a mi papá.

-¡Natalia! -Gritó Samuel subiendo las escaleras.

Tenía el torso desnudo, sólo un pants lo acompañaba.

Abrí más los ojos al notar que su abdomen se le comienza a marcar.

-Has hecho ejercicio -Le dije antes de darle un golpe en el hombro.

-Si, cada día me siento mejor y mañana voy a ir a Reino Unido -se emocionó.

-Me alegro mucho, siempre quisiste viajar.

A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora