CAPITULO 35 TERREROS

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Pasaron dos días desde el rescate del príncipe Fluke y el todavía no despertaba. El resto de la familia se encontraba desayunando, excepto el futuro Rey que no se había despegado de su pequeño esposo para nada.
La fiebre no había vuelto al pequeño cuerpo que estaba tendido en la enorme y mullida cama. El sanador les había dicho que eso era muy buena señal a pesar de que este no despertaba. Aun así la preocupación no cesaba, el Alfa le había preguntado o más bien le había exigido al sanador que si no había nada malo en su pollito, ¿por qué no despertaba?, y la respuesta de este lo había dejado con mas preocupaciones.
-Posiblemente su majestad no despierte por algún trauma emocional que haya sufrido. – le había dicho el sanador. – Su alteza, es que acaso, ¿ustedes discutieron por algo?.
Todos sabían que nada estaba bien, su esposo se había escapado, nada estaba birn.
Ohm no contesto, solo le pidió salir de los aposentos. Desde ese momento no se separó de su amado. Hacia sus comidas en la recamara y él se encargaba darle las infusiones de hierbas medicinales para que su cuerpo recobrara su fuerza.
Para el tercer día en la madrugada, el pequeño por fin despertó. Abrió sus ojos de golpe, había tenido una pesadilla. Trato de sentarse, pero algo se lo impidió. Miro a su lado y miro a su esposo muy cerca de él, casi encima. Sus ojos cerrados con las pestañas acariciando sus mejillas, bajo su mirada hacia su boca que soltaba el oxígeno de su cuerpo con su respiración acompasada. Era perfecto, pero le ocultaba todo.
Su pequeño cuerpo se tensó automáticamente al recordar todo. ¿Cómo es que estaba de vuelta en la isla Dragón Rojo?, miro a su alrededor para confirmarlo. Él se había ido, y había estado nadando toda la noche. Incluso recordó al enorme pulpo que le dio instrucciones, Monck. Había llegado a una pequeña isla, pero de ahí no recordaba nada.
Era obvio que lo habían encontrado inconsciente, se había desmayado de cansancio. Tomo lentamente el pesado brazo de su Alfa haciéndolo a un lado, se sentó en la orilla de la cama, un pequeño mareo lo detuvo al querer levantarse, su cuerpo seguía débil.
-Fluke –susurro la voz a sus espaldas.
Su cuerpo se tenso.
-Despertaste – le dijo Ohm entre alegre y sorprendido.
El pequeño no hizo ningún movimiento, no sabía que decir.
Sintió como la cama a su espalda se movía, y unos fuertes brazos lo rodearon, dejándolo aún más estático, si es que era posible.
-Gracias a los cielos que despertaste. Nos tenías preocupados, me tenías preocupado- enfatizo con voz ronca su esposo, haciendo que su aliento caliente topara con su blanco cuello.
-¿Cu… cuanto tiempo estuve inconsciente? – logro preguntar.
-Tres días, tres días de infierno –le contesto Ohm acercándose más al cálido cuerpo de su Omega.
-Tres días – dijo el pequeño sin creer que todo ese tiempo estuviera dormido, si es que así se le podría decir.
-No te imaginas el infierno que pase- le dijo sin querer separarse de él.
-¿Infierno? – le pregunto el pequeño con incredulidad.
El tono que uso su pollito lo hizo ponerse en estado alerta, a pesar de que lo último que quería, era dejar de abrazar ese cálido y pequeño cuerpo, se separo de el y se levantó de la cama.
-Pollito- empezó a decir el mayor.
-Pollito nada – le dijo este sintiendo como la furia empezaba a crecer en su ser. – tenías que haberme dejado ir – le recrimino levantándose sin querer mirarlo, el pequeño mareo regreso y se tuvo que sentar de nuevo.
-¿Estas bien? – le pregunto yendo a su lado, y estirando un brazo queriendo protegerlo.
-No… no me toques –le pidió el pequeño viéndolo muy cerca.
Ohm sintió como su corazón se oprimía. Su pequeño nunca le había hablado de esa manera y mucho menos había rechazado su contacto, pero se lo merecía.
-¿Te atreves a hablar de infierno? – le dijo con la mirada en sus pequeñas manos que las tenía apretadas en la ropa de dormir. – Tu, quien prometió protegerme, quien me pidió que confiara, sin siquiera darme una razón para hacerlo.
-Fluke, por favor –pidió el mayor.
-¿Por favor que?, por favor no preguntes nada ya que no me dirás nada, ya que no obtendré respuestas de ti, no obtendré nada de ti. –dijo esto último con la voz quebrada.
Ohm se quedó de piedra al escuchar el dolor en la voz de su esposo.
-Te puedo explicar todo – le ofreció dando un paso más hacia él.
-No quiero tus explicaciones, ya no- se atrevió a mirarlo a los ojos, los cuales estaban llenos de dolor y algo más, pero no supo que era.
Su Omega estaba decepcionado de él. El, que había querido protegerlo, el que lo amaba tanto, pero era de esperar. Le había mentido desde el inicio, se merecía eso.
-¿Si quiera te imaginaste el miedo que tenia de ir a un lugar totalmente desconocido?- le pregunto con los labios apretados, esos labios que tanto amaba, que tanto le fascinaban. – ¿De mi deseo tan férreo de querer encajar en una cultura tan diferente a la mía?, de dejar atrás todo lo que conozco, a mi familia – estuvo a punto de decir a los que amo, pero eso hubiera sido demasiado, ya que también amaba a su Alfa.
Ohm solo desvió la mirada.
-Entonces no me hables de infierno. – le soltó antes de poder detener sus pensamientos ofuscados por el dolor- acepté todo, hice todo lo que me pediste.
-Lo se – dijo quedo el mayor con la mirada en la ventana.
-No me puedes pedir que confié en ti, si tú no puedes confiar en mi- logro levantarse omitiendo el mareo.
-Te puedo explicar todo. – le dijo su esposo.
Fluke lo ignoro y se dirigió a su guardarropa. Abrió las puertas y empezó a sacar sus pertenencias.
-¿Qué haces? – le pregunto Omh acercándose.
-Me voy – contesto sin dejar de sacar su ropa.
-No te puedes ir – le dijo empezando a molestarse por toda lo situación.
-Claro que puedo – le contesto buscando el cofre donde tenía el dije y los aretes que le habían dado sus padres.
-Ya basta – le dijo girándose a verlo.
Fluke lo miro furioso y se giró de nuevo para reanudar su tarea. Nunca en sus diez y ocho años se había sentido tan molesto como en ese momento, nada le importaba.
-Te dije que basta – lo tomo del brazo y lo volteo de nuevo. Su mirada se estaba volviendo color carmesí, pero ni eso amedrento al pequeño.
-Y yo te dije que me voy – soltó su agarre y se alejo unos pasos.
Se giro y ambos se quedaron viéndo por unos segundos, como si de una lucha de miradas se tratara.
-Déjame ir- le pido Fluke en voz muy baja, dejando caer sus hombros.
-No- le contesto con voz ronca tratando de mantener la calma en su animal.
-Por favor- intento de nuevo el pequeño.
-No te dejare ir – le dijo acercándose a el- eres mío – le dijo con su vos de Alfa.
Los pequeños hombros empezaron a temblar. Estaba llorando, Ohm lo abrazo y empezó a acariciarle el cabello.
-Hablaremos mañana que estemos más tranquilos. – le decía el mayor al pequeño cuerpo que no dejaba de temblar y empapaba su camisa con las lágrimas.
Las pequeñas manos tomaron su camisa con fuerza mientras el llanto se hacía más fuerte.
-Todo estará bien – susurraba el Alfa acariciando la pequeña espalda que no dejaba de convulsionarse por el llanto. –Soy un tonto que siempre ha hecho las cosas a su manera sin que nadie se lo impidiera. – confeso sin dejar de consolarlo.
Al ver que el llanto no cesaba se sintió peor todavía, su Alfa lloraba en su interior y él también estuvo a punto de hacerlo.
-Eres mi pollito-siguió hablando en tono calmado- mi Fluke, mi Omega, mi pareja destinada, mi amor. – termino de decir con voz ahogada.
Pero el llanto no ceso por un buen tiempo. El menor parecía no poder parar de llorar, Ohm le había dicho que era su amor, y eso había desatado otra tanda de llanto que tenía guardado el pequeño. También Ohm era su amor.
Cuando su llanto empezó a cesar dejo caer su pequeño y débil cuerpo en el más grande que en ningún momento había dejado de consolarlo y sostenerlo. Sintió como su esposo lo levantaba en vuelo, y se dejó hacer, se sentía más exhausto que cuando nado toda la noche.
Ohm dejo con cuidado el cuerpo tembloroso de su esposo, y lo tapo con ternura. Rodeo la cama y se acostó detrás del pequeño cuerpo. Se pego a el y lo abrazo, Fluke no se alejó, solo se quedó ahí hasta que el cansancio tanto físico como emocional lo venció.
El sol entro en raudales por la ventana de los aposentos de los futuros reyes de la isla.
Unos hermosos ojos color avellana se abrieron con pesadez. Fluke se quedó mirando el techo de la habitación. Sentía el peso de uno de los brazos de Ohm, era en dejavu, su respiración acariciaba su mejilla. Desde que habían llegado, era la primera vez que no despertaba solo. Se había sentido tan solo y tan extraño en ese lugar que se suponía que ahora era su hogar. Suspiro y volteo a ver a su esposo.
Este seguía con los ojos cerrados, su respiración era acompasada. Se ladeo para tenerlo de frente. Era tan apuesto y varonil, pensó el castaño. Una de sus manos se movió por si sola y le acaricio las pobladas cejas, siguió con la nariz que le daba un aspecto rudo, y esa boca que parecía dura, pero cuando lo besaba no lo era, acaricio esos labios por donde salía su calmada respiración.
Pocas veces tenía la oportunidad de ver a su Alfa de esa manera, tan tranquilo y en paz, no podía dejar de verlo. Acaricio su cabello tan oscuro y sedoso, también su dura y sexy mandíbula. Iba a seguir disfrutando de esa maravillosa vista cuando alguien toco la puerta. Esto lo hizo saltar sobre su lugar. Su Alfa abrió los ojos de golpe. Iba a decir algo, pero los golpes en la puerta eran muy insistentes.
-Adelante – gruño el mayor viendo la cara espantada de su pollito.
-Ohm lo siento pero tienes que…- se quedó pausado al ver que su cuñado ya estaba despierto, después de tres días- Fluke- exclamo sorprendido.
-¿Por qué tanto escándalo tan temprano?.- siguió gruñendo el mayor ya que quería seguir teniendo en sus brazos a su pequeño y amado esposo.
-Lo siento – se disculpó Kao con ambos – pero necesito que vengas conmigo – le dijo mirando a su hermano.
-¿Que es tan importante? – empezó a preguntar Ohm recargándose en la cabecera- interrumpes en nuestros aposentos de esta manera.
-Son los terreros – exclamo incomodo por arruinar la reconciliación de su hermano con su Omega. –Necesitamos que vengas de inmediato- termino diciendo con urgencia.
Al escuchar esto el mayor se levantó como un resorte de la cama, mientras Fluke los veía.
-Te esperamos en el cuartel- dijo por último el recién llegado y salió del lugar cerrando la puerta a su espalda.
El mayor se empezó a vestir, el pequeño se levantó de inmediato de la cama.
-¿Que está pasando? – pregunto preocupado acercándose a su esposo.
-Pollito, en este momento no tengo tiempo de explicarte- contesto con pesar.
Esto hizo hervir la sangre del más pequeño.
-¿Otra vez sin respuestas? – le dijo molesto- ¿Para esto querías que me quedara? –le reclamo con mirada furibunda.
-Fluke, por favor-pidió el pelinegro con ojos desesperados.
El castaño apretó molesto sus carnosos labios. El Alfa suspiro pesadamente, no quería cometer los mismos errores.
-Cámbiate – le dijo – tenemos que estar en el cuartel en cinco minutos.
Fluke sonrió feliz, y sin esperar mas tomo las primeras prendas que encontró. Cuando estuvieron listos salieron de los aposentos y bajaron. Ohm había tomado su mano y no lo había soltado en el trayecto, eso calentó el corazón del Omega.
En el camino se encontraron con la reina.
-Ohm, Fluke querido-dijo sorprendida y feliz por ver despierto a su yerno.
-Madre, nos dirigimos hacia el cuartel. – le dijo por toda explicación de las interrogantes que mostraba su madre.
-¿Los dos? –pregunto entre sorprendía y alegre la Reina, mirando las manos entrelazadas.
-Así es, si nos disculpas – se inclinó su hijo y lo imito su yerno con cara feliz.
Esta los miro salir con una enorme sonrisa de satisfacción a ver a esos dos siguiendo el mismo camino. Sabia a que iban y si no fuera por la imagen y el amor que había presenciado su preocupación hubiera sido mayor. Todo estaría bien, siguió sonriendo la Reina.
La guerra era inminente, y eso la destrozaba, pero no necesitaba la guerra dentro de su familia. Fluke había despertado y al parecer había arreglado los malos entendidos con su hijo. Eso consolaba su corazón. Sabía que lo que se avecinaba no era ni agradable ni mucho menos fácil, pero si todos estaba unidos como familia y como pueblo, todo tenía que estar bien. Ensancho su sonrisa haciendo que sus ojos se volvieran violeta, su dragón estaba listo para salir.
Con paso presuroso se dirigieron a un lado del castillo que Fluke no conocía. No es que hubiera tenido tiempo de inspeccionar el lugar en verdad, no había tenido tiempo de nada.
Ohm lo guio hacia algo que parecía una alcantarilla, levanto la tapa y empezó a bajar unas escaleras, conforme se adentraban el pequeño perdió su visibilidad, pero ciegamente siguió a su Alfa.
Fluke tropezó con una piedra y se fue de bruces a la espalda del mayor.
-¿Estas bien? –le pregunto tomándolo suavemente de los hombros impidiendo que se callera.
-S…si, gracias- Fluke le sonrío en la penumbra del lugar.
El Alfa se sintió estúpido, el ya conocía el lugar, pero su pequeño no.
-Vamos – le tomo la mano llevándolo con el.

FIRE AND WATER (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora