Iba a ser otro de esos días jodidos y pesados. Naruto Uzumaki lo dio por hecho cuando vio a aquel par haciendo de las suyas al final de la fila.
Mientras marcaba los productos uno a uno, sus manos comenzaron a sudar. De verdad que no quería tener que lidiar con ellos ahora.
Ahogó un resoplido, se ajustó la gorra roja del uniforme y continuó deslizando los códigos de barras, aferrandose al pensamiento de que su descanso era mañana para sentirse un poco mejor.
Solo un poco.
-Que tenga una excelente tarde- le deseó a la anciana que con una sonrisa afable se disponía a recoger las bolsas de estraza para guardar los productos.
Naruto hizo caso omiso al estropicio que se generaba metros atras de la fila. El molesto dolor de cabeza ya lo estaba agobiando. Le quedaban diescisiete minutos con treinta y cinco segundos para que llegara su relevo.
Estaba exhausto.
"No alcanzaran a llegar" infundirse ánimos era su pan de cada día. Solo debía retrasar un poco a los siguientes tres clientes y entonces llegaría Kiba para hacerse cargo del alboroto. Ya no sería su problema.
Contuvo un nervioso respingo al empezar a marcar de nuevo producto a producto, entreteniendose un poco más de la cuenta con cada artículo, fingiendo en algunos no saber la ubicación exacta del código de barras mientras los giraba o volteaba.
El cliente que atendía no le increpó nada, pese a relucir en su semblante un rastro de impaciencia reprimida.
Lo iban a reprender si seguía haciendolo.
Arrancó el ticket y lo entregó con un efusivo gesto antes de volverse a la caja para entregar el vuelto.
Como era de esperarse, no hubo sonrisa ni agradecimiento en esta ocasión.
Cerró el cajón de la registradora y un estertor helado punzó en su nuca al volver la atención a su costado donde un sonriente rubio de flequillo largo lo esperaba.
Naruto se mordió la comisura interna del labio. Debió suponer que se colarían en la fila. Y lo que era peor, ningún cliente osaría a replicar nada por temor a verse envueltos en un infortunio aún mayor, tal como el que le esperaba a él.
Bajó enseguida la mirada a los blocks de dibujo y acuarelas para no tener que enfrentarse visualmente a Deidara. Luego de dos semanas lidiandolo, sabía a qué atenerse. O eso pensaba.
Ojala lo hubiera sabido antes. La de engorros y problemas que se habría ahorrado.
—Empezaré a marcar–su voz sonó cansada. Ya era tarde y quería irse a dormir un poco, después tendría que hacer su otro trabajo y presentarse a rendir examenes en el curso de verano al que se había inscrito.
Un refunfuño fue lo que obtuvo por respuesta. Tenía solo dos meses trabajando en el súpermercado. Había visto la vacante camino a casa después de hacer las compras y supuso que sería una buena idea postularse. El salario era mediocre pero lo necesitaba. El horario era flexible y se ajustaba a sus necesidades. Además, solo era temporal, hasta que se graduara y consiguiera un trabajo mejor.
–¿Cómo haces para no cansarte estando de pie tantas horas?– la primer pregunta vino antes de que Naruto terminara de marcar a toda prisa los artículos. Ya estaba enterado de que no debía fiarse con ellos. La situación empeoró al llegar el muchacho de cabello platinado y mirada adusta, colocando un montón de piezas de caracter punzocortante en la banda.
–Te acostumbras, supongo– respondió, encogiendose de hombros. Había aprendido que aquel tipo era un cínico e hipocrita. Hace unos días le habían reiniciado la computadora en un descuido, atrasando la fila y volviendole merecedor de un severo regaño.
–¿Seguro que con este suelducho te alcanza para algo?
Las risas atronaron. Naruto se hincó las uñas en el muslo y rasgó con fuerza para evitarse cualquier reacción. Si lo miraba de frente, empeoraría las cosas. Deidara llevaba tras el flequillo la protesis de un ojo. Se ofendía si lo miraban detenidamente.
Siguió marcando en silencio, tragandose la bilis hasta que oyó una exclamación diferente provenir de los otros clientes. Apenas había sentido el ardor de la punzada, pero al verse la muñeca, notó un grueso camino de sangre manando de la herida.
Más risas.
Soltó la navaja ya manchada de carmesí.
El muchacho de cabello plateado se adelantó para hacer un fingido puchero mientras lo miraba.
–Lo siento. Olvidé cerrarla.
Haciendo presión en la herida, Naruto se dio vuelta para marcharse. Había leído en la mirada de Hidan dos cosas. La primera, estaba sumamente divertido con el incidente.
La segunda...
No lo sentía para nada.
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Aprender a pelear.
FanfictionCuando cruzaron el límite, Naruto supo que tenía que hacer algo, y pronto. [SasorixNaruto]