XII

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Deidara entró a la lóbrega bodega abandonada y paseó la mirada por los presentes con irritación.

-¿Sasori?- se dirigió a Kakuzu, quien estaba sentado tras el escritorio contando los fajos de billetes.

-No vino- fue Tobi quien respondió en tono animado.

Deidara arrugó la nariz, chasqueó la lengua y dejó el material de arte sobre una de las cajas.

-No me sorprendería si se deslinda uno de estos días de la organización- comentó Hidan, cauteloso, ansioso por ver la reacción de su compañero.

Deidara sonrió con mofa.

-Como si eso fuera posible, uhn.

-Cada quien maneja su propio negocio- dijo Kakuzu cuando acabó de contar el dinero de la mesa-. Por ende, cada uno decide cuanto dinero hacer. Si Sasori no esta interesado, ya habrá alguien que lo este. Pain se...

-¡No dirás nada a Pain hasta que yo no hable con ese idiota! - rugió Deidara a la defensiva, acaparando las miradas de los presentes-. Ya me encargo yo, tu ocupate de las finanzas- escupió hacia un lado y salió de la bodega, mucho más irritado de como había llegado.

La organización de Akatsuki tenía poco tiempo de haber sido fundada y representaba la oportunidad perfecta para los negocios sucios. Dinero fácil que cada miembro ganaba a su antojo.

Hasta donde Deidara tenía entendido Hidan estaba a cargo de varias organizaciones sectarias que recababan dinero de las iglesias. Tobi era un sicario que, si bien aparentaba una ingenuidad innata, podía asesinar a sangre fría a la persona que le pusieran enfrente. Kakuzu se encargaba del lavado de dinero y Pain era el líder del grupo, quien dirigía y encubría los movimientos ilícitos de todos ellos.

Deidara había llegado después de que Tobi lo contactara. Aparentemente Pain había investigado sobre su vida y quería ofrecerle unirse al equipo.

Asi Deidara podía exportar sus explosivos de fabricación casera sin problemas, mientras fingía dirigir un estudio de arte en el centro de la ciudad.

Luego estaba el idiota de Sasori y su afinidad por la trepanación de cuerpos para su propio "arte", el cual incluía utilizar partes de los cadaveres para afinar manualmente sus piezas de artesanía, entre las que destacaban aquellos tétricos y realistas títeres.

Desde que lo conoció, Sasori le había parecido un individuo increíblemente atrayente. Misterioso y calculador.

A Deidara le gustaba conversar sobre sus criterios del arte en cada ocasión. La visión de Sasori sobre la belleza eterna era tan cautivadora como él mismo. Aunque claro, Deidara jamás le daba la razón. Él más bien encontraba el arte efimero como el absoluto, pero pese a no concordar en ideas, era apasionante oír a Sasori defender su arte.

Maldita sea, que el idiota le gustaba, y mucho. Sin embargo, no había surgido el momento idóneo para plantearle lo que sentía.

Y ahora, justo cuando empezaba a animarse a exponer su sentir, el cretino se desaparecía por días enteros, haciendole la labor más complicada. Además, si Pain se enteraba, lo reemplazaría seguramente y Deidara no quería perderlo. Porque, de algún modo, Sasori se había convertido como en un maestro para él.

Tenía mucho por aprender sobre arte del apuesto pelirrojo.
**

Por suerte no hubo necesidad de buscarle. Al día siguiente, Sasori llegó a la bodega.

Deidara se alegró nada más verlo.

-Maestro Sasori- reprimió sus ganas de ir hasta él y lo vio colocar su respectivo monto sobre el escritorio de Kakuzu.

-Mi parte. Lamento la demora, pero tenía cosas de las cuales ocuparme.

-¿Cómo qué?, ¿Más marionetas?- recriminó Deidara, ofendido de que lo ignorara al llegar. No es que fueran amigos precisamente, pero se había preocupado por su ausencia. Sasori solía ser el más puntual del grupo y siempre estaba reprochandole a los otros su falta de puntualidad.

-No- negó Sasori, hermetico, apartandose un mechón de cabello rojizo del rostro-. Conocí a alguien.

Fue la primera vez desde que se conocían que Deidara veía a Sasori sonreír un poco. Y que no fuera él el motivo de su gesto le hizo revolver el estómago en cólera.

-¿Ah, si?- escondió las manos tras su espalda y las cerró en dos fuertes puños-. ¿Y quién es la afortunada?

-En realidad es un chico- admitió Sasori sin perder su temple indiferente y sin advertir el cambio de expresión en el rubio-. Apenas lo estoy conociendo, pero realmente creo que me gusta.

-Eso...- mascó Deidara con el semblante tenso-. Es fantastico....¿Cómo se llama?

-¿Por qué te importaría saberlo?- sonrió Sasori con altivez antes de salir de la bodega.

Deidara tensó más los puños y rechinó los dientes. Ya se enteraría por su cuenta.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora