XXXV

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Naruto entró cabizbajo a la habitación con un pequeño ramillete de girasoles que depositó en el florero junto a la camilla.

Cada día se prometía que iba a ser fuerte y no iba a llorar, pero siempre terminaba haciéndolo.

Ver a Sasori en ese estado lo hacía saltar las lágrimas irremediablemente.

Esta vez vinieron acompañadas de un suave e intermitente hipo que Naruto no pudo frenar, ni siquiera cubriéndose la boca con ambas manos.

Sus visitas se limitaban a tres veces por semana, y nunca pasaba de la media hora debido las órdenes estrictas del médico.

Su primer impulso fue el de tomar la mano inerte de Sasori. La cual acarició con las yemas de sus dedos una y otra vez, tratando de transmitirle su presencia mientras se calmaba lo suficiente para poder hablarle.

De haber sabido que algo así ocurriría, jamás lo habría dejado marchar.

De eso hacía más de una semana. Nueve días terribles desde el hallazgo del cuerpo moribundo abandonado en un callejón con múltiples puñaladas.

Más tranquilo, Naruto se levantó para ver el informe medico que pendía a orillas de la base de la camilla. 

"Heridas penetrantes en el ventrículo derecho debido a una agresión con arma blanca.

Cardiografia: arrojó derrame pericárdico y arteria seccionada.

Pendiente: intervención quirúrgica para evaluar el hemopericardio que presenta.

A verificar: realización de una ventana pericárdica subxifoidea."

Con manos temblorosas, Naruto dejó el block en su lugar. Todo lo que sabía era que Sasori había sido apuñalado y sus heridas eran de gravedad. No estaría fuera de peligro hasta que le practicaran una segunda cirugía que llevaría tiempo realizar.

Conteniendo un nuevo sollozo, Naruto caminó hasta un lado de la camilla. Vio la mascarilla de oxígeno, el suero a su costado y el monitor cardíaco que le crispaba los nervios con ese horrible ruido agudo que emitía cada tantos segundos.

-Te amo- balbuceó en su oído antes de apartarse. Tenía que salir de ahí cuanto antes o sufriría un ataque de ansiedad.

No soportaba ver a Sasori inconsciente, debatiéndose entre la vida y la muerte. Y todo por su culpa.

No debió dejarlo intervenir.

Sasori estaría bien si Naruto se hubiera hecho cargo desde el comienzo.

Un sentimiento abrasivo empezaba a consumirlo desde dentro.

Había surgido desde su solitaria infancia, para después permanecer oculta por años.

Naruto había experimentado de vuelta esa corrosiva sensación cuando presenció la muerte de Kurama. Y se había expandido tras lo ocurrido con Sasori.

No podía dominar ese instinto primario y sanguinario. Cada vez le era más difícil mantenerlo bajo control.

Ya en su casa sacó el celular del cajón de la cocina y lo encendió. Había prolongado mucho ese momento porque no se sentía listo.

La policía había recuperado el móvil al lado de Sasori, pero estaba roto. Alguien (el mismo agresor que lo hirió y posteriormente lo dio por muerto) había estrellado el celular en el piso.

Naruto lo había llevado a reparar, con la esperanza de poder rescatar cualquier cosa de importancia, ya que, la policía no le estaba dando un seguimiento adecuado al caso.

Para ellos se había tratado de un simple asalto, pero alegaban no poder revisar la única cámara del establecimiento activa durante el ataque.

Estaban encubriendo todo.

Y Naruto sabía que perdería su tiempo tratando de apelar a la moral y las leyes.

No podía dejar que lo que le ocurrió a Sasori quedara impune.

Deidara debía estar detrás de todo.

Decidido, pulsó las teclas para leer los mensajes. El último que Sasori había recibido era para citarlo a una reunión con Akatsuki.

Naruto recordaba superficialmente la mención de esa organización criminal con la que Sasori se codeaba de vez en cuando.

El tipo de la máscara naranja que lo había estado siguiendo también debía pertenecer al grupo.

¿Cuántos más eran?

Hidan. Pero él estaba tras las rejas.

Naruto suspiró largamente. Tendría que empezar a buscar. Pero debía ser cuidadoso.

Descartó enseguida la idea de visitar a Hidan y optó por marcar un número.

Con los ojos cerrados, aferró el móvil contra su oído y respiró hondo cuando lo atendieron.

-Kakashi...¿Aun esta mi empleo disponible?

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora