XXVI

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Pensativo, Deidara miró el par de cilindros de cartoncillo sobre la mesa. Se rascó la barbilla y tomó los adhesivos con figurillas de colores para mostrarle a Sasori.

-¿Cuál quedaría mejor?

Como de costumbre, Sasori se notaba distraído y distante. Llevaba al menos quince minutos girando un pincel entre sus dedos sin poner la menor pizca de atención al material de la mesa.

-Mmh...si- asintió al cabo de un rato-. Esta bien ese.

-¿Cuál?

Profundamente irritado por saberse ignorado, Deidara acercó más el banquillo hacia él. Hasta que, finalmente, Sasori se dignó a dirigirle una fugaz mirada y después a los adhesivos.

-Estrellas- se decantó por el primero.

Deidara le dio vueltas al decorado sin decidirse a ponerlo sobre el cilindro que llevaría el cloruro de metal. No eran más que simples fuegos artificiales, pero se trataba de un encargo de hace dos semanas y tenía que tenerlo listo cuanto antes. La velocidad de producción se había retrasado por culpa del incendio que acabó con todo su material.

-Las estrellas hacen alusión al cielo. Pienso que se vería mejor que los espirales de colores que son para eventos más festivos. Se trata de una ceremonia después de todo.

Al fin Sasori pronunciaba más de dos palabras consecutivas. Deidara se alegró por ello. Asintió conforme. Siempre solía llevarle la contraria sólo para discutir un rato, pero no iba a presionar demasiado ahora que Sasori empezaba a salir de su burbuja pesimista.

Además, pasar tiempo con él le hacía bien.

Sonriente, se adelantó unos pasos hacia el comedor y revisó su celular.

"Lo encontré"

Leyó el mensaje y tecleó una respuesta rápida.

"Cuarenta mil yenes si logras hacerlo llorar"

Envió el mensaje, se mordió el labio y fue hasta Sasori para tomarlo de la mano.

-Estoy de buen humor hoy. Deberíamos salir a divertirnos un rato, maestro Sasori.

-Como sea- accedió el pelirrojo indiferente, tomando su abrigo de la sobremesa.
**

Naruto dejó de caminar pasadas tres calles y los pasos a su espalda también cesaron. Era extraño. Al volverse no vio a nadie, pero podría jurar que lo estaban siguiendo desde que salió de la escuela.

Quiza estaba siendo paranoico.

De nuevo retomó la caminata, más rápido esta vez. Decidió serpentear por las calles más concurridas y poco antes de llegar a su domicilio, ya corría.

Era un tonto sin remedio.

Llegó agotado y botó la mochila junto al sofá, después tomó el uniforme de repartidor y esperó a que su pulso se normalizara para poder salir.

No entendía qué había ocurrido camino hasta ahí, pero esa sensación de miedo no se iba.

Para tranquilizarse un poco, decidió enviarle un mensaje a Sasori. La abuela Chiyo le había dado de vuelta el número por si se le ofrecía cualquier cosa.

"¿Hoy a la misma hora?"

Le dio a enviar y se guardó el teléfono. Después salió de su casa rumbo a la imprenta para recoger las pacas de periódicos que le correspondían.

No tendría que haber mensajeado a Sasori. Sabía bien que lo había incomodado en la clase pasada. Pero precisamente por ello necesitaba saber si acudiría o no. Puede que Sasori se lo pensara mejor y haya decidido no entrenarlo.

Después de todo, no ganaba nada haciéndolo.

Y no que Naruto lo repeliera del todo. Seguía sintiendo esa química cada vez que veía a Sasori a los ojos. Era como una corriente que lo atravesaba por dentro. Placentero y tortuoso a la vez.

¿Realmente podía confiar en él?

Esperaba que si porque ya había tomado una decisión. Ya iba llegando a la esquina de su casa cuando recibió la contestación.

"Hoy no podré ir. Entrena con mi abuela"

Naruto torció la nariz al leerlo. No le molestaba entrenar con Chiyo, pero en verdad esperaba contar con el apoyo de Sasori.

-¿Tú eres Naruto?

Cuando menos lo esperó, un individuo le cerró el paso. Era un sujeto alto y delgado que portaba una careta naranja en forma de espiral que dejaba entrever unos desgarbados cabellos negros, también portaba una larga capucha negra con nubes rojas bordadas en ella.

Naruto sintió una ola de escalofríos. Instintivamente trató de retroceder, pero el sujeto lo tomó de los hombros y sin darle tiempo a reaccionar, conectó una patada directa a su estómago.

-Lo tomaré como un si.

**

Hidan sonreía a todo lo que daba mientras deslizaba la hoja de la navaja por la palma de su mano.

Un camino de sangre se esparció desde la herida hasta el cuerpo semidesnudo del hombre que estaba amarrado en el suelo, tendido boca arriba sobre un pentagrama de tiza.

-Que Hashin te bendiga- alzó uno de los cuchillos a su alcance y lo dirigió hacia el pecho de su víctima cuando un escuadrón de policías derribó la puerta y rodeó el sótano de la misa.

-¡Manos arriba!

Hidan frunció el ceño por la interrupción.

-¿Por qué están aquí?

-Suelte el arma- demandó uno de los uniformados, apuntándole al pecho.

-Recibimos una llamada anónima- se pronunció otro de los policías, acercándose al hombre con paso decidido para desatarlo.

A varios metros del sótano, Sasori salió de la cabina telefónica. Todavía no llegaba a su auto cuando vio al menos a dos unidades de policías orillarse en el templo abandonado.

Satisfecho, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y esperó para ver cómo se llevaban al adorador del falso Dios.

"Uno menos"

Subió al coche y releyó una vez más el mensaje de Naruto.

Le habría gustado verlo ese día, pero tenía asuntos más importantes de los cuales hacerse cargo. Esperaba que Naruto lo comprendiera. Además, solo era un día.

¿Qué había de malo en ausentarse un día?

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora