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Debía empezar a buscar otro dojo en el cual entrenar.

A las cinco menos cuarto Naruto había tomado el autobus para ir a su plaza favorita.

Iba a hacer caso a la recomendación de Shikamaru. Buscaría ayuda en otro experto. Lo que fuera, si con ello podía seguir progresando.

A las cinco con doce minutos bajó del autobus y se dirigió a la zona poniente de la plazoleta. Si no tenía suerte, anotaría los números y después se pondría en contacto con cada sensei para acordar un horario.

Con libreta y pluma en mano, se aventuró a ver los locales.
**

Estaba siendo la cita más aburrida de todas. En su mente Deidara se había imaginado una disculpa en algún restaurante, con velas, música clásica, vino.

El segundo escenario plausible había sido en la heladería, donde Sasori lo tomaría de la mano, le pediría perdón por haberlo ignorado y hecho de menos durante tanto tiempo, por haberlo menospreciado y no darse cuenta de sus sentimientos. Después lo besaría, lenta y apasionadamente, mientras eran el centro de las miradas.

Sin embargo, nada de eso había ocurrido hasta ahora.

Sasori había llegado puntual a su destino. Luego llegó Deidara, ordenó un especial de la casa y como de costumbre, fue él quien encaminó la conversación a su antojo. Sasori no ordenó nada y apenas si parecía escucharlo.

Pasado un rato, Deidara se cansó de intentarlo. Se molestó consigo mismo por haber sido tan ingenuo y se levantó dando un golpe sobre la mesa.

Deidara estaba a punto de maldecir al cretino que tenía por compañero cuando escuchó aquella voz irritantemente aniñada.

-Una botella con agua, por favor.

Incluso Sasori salió de su embotamiento para seguir con la mirada al portador del último pedido.

Y ahí estaba, formado en la caja para pagar.

Deidara presionó los puños al ver a Sasori debatiendose en la mesa. Era evidente que quería acercarse a él.

-Iré por otro especial- sonrió sin disimulo y fue presto a formarse.

Naruto ya estaba pagando delante suyo cuando Deidara elevó un poco la voz.

-No tenía idea de que los pobres pudieran entrar a este lugar- comentó con cinismo, satisfecho al notar que el cuerpo de Naruto se petrificaba de miedo-. Hay una fuente bajando las escaleras electricas y es...gratis- remató, susurrando lo último para que solo Naruto lo escuchara.

Dio resultado. Naruto se quedó con el ticket en la mano, incapaz de levantar su mirada celeste.

-Un especial con crema batida- avanzó hacia la caja y aprovechó la actual cercanía para empujar con el hombro a Naruto. De tal forma que pareciera accidental. El chico apenas si se movió.

Deidara pagó su pedido, caminó hacia la salida al mismo tiempo que Naruto lo hacía. Entonces buscó a Sasori. El marionetista no perdía un solo movimiento de lo que hacía.

¡Que mejor!

Se adelantó algunos pasos y solo tuvo que estirar el pie hacia su derecha.

Distraído como iba, Naruto no se fijó y terminó cayendo de bruces en el linoneo. La botella con agua rodó varios metros afuera.

Deidara apenas si pudo contener la risa. Quería decir algun comentario mordaz, pero entonces Naruto se levantó del suelo para hacer lo impensable. Empujarlo con fuerza sobre una de las mesas.

A Deidara no le dio tiempo ni de pestañear. En menos de cinco segundos cayó estruendosamente de espaldas sobre unas copas de helado derretido.

Atónito, Deidara se incorporó. Sin poserse creer que aquel niñato estúpido se atreviera a tanto.

-Estas muerto- escupió, tomando una de las copas de vidrio rotas para sostenerla en horizontal.

Naruto no se había movido. Permanecía rigido cual estatua de granito.

Sasori llegó pronto a intervenir. Pero, contrario a lo que esperó Deidara. El marionetista no hizo ningun caso de Naruto. Se dirigió a él con una servilleta para limpiar los residuos de helado que manchaban su ropa.

Boquiabierto y dolido, Naruto retrocedió un paso.

Deidara se vanaglorió de aquella insólita expresión, inundada ahora de tristeza y desconcierto.

Sin perder un solo segundo, se prendó del cuello de Sasori y lo besó, de la misma manera en que le gustaría ser besado por iniciativa propia.

Sasori le correspondió en el acto y ambos se convirtieron en el centro de miradas. Igual que en la tórrida fantasía de Deidara. Solo que, con Naruto presente era mejor, mil veces mejor.

Todo lo que se escuchó momentos después fue el ruido constante de la carrera que emprendió Naruto.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora