IV

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Cabeceando de cansancio, Naruto deslizó los últimos artículos del cliente de la fila. Imprimió el ticket y se apoyó de brazos cruzados sobre la banda transportadora. Solo unos segundos antes de enderezarse, estirar sus articulaciones y ver la hora en la computadora.

Media hora más y acabaría su turno.

Estaba agotado, pero estaba siendo un buen día gracias a que Kiba le había pedido cambiar de turno por esta ocasión debido a un compromiso que tenía. Toda una semana soportando a aquellos idiotas lo hacían sentir sumamente exhausto.

De nuevo se replanteaba seriamente el renunciar...

"Ojala fuera asi de tranquilo todos los días"

Suspiró resignado al ver la sombra de otro cliente.

"Tu puedes, solo media hora más"

Tras infundirse ánimos, Naruto se caló bien la gorra y esbozó su mejor sonrisa.

-Buenas noches, ¿Puedo empezar a ma...?- la palabra vibró atorada en su garganta al levantar la mirada y encontrarse con el sujeto más apuesto que Naruto había visto en su corta vida. Se trataba de un muchacho trajeado, de rebeldes cabellos rojizos, facciones delicadas y unos bellos ojos marrones.

-No me decido- murmuró el extraño a su vez, intercalando su mirada bruna entre dos pequeñas latas de pintura.

Naruto parpadeó intrigado, reconociendo en las diminutas manchas de las tapas una tonalidad platinada y otra caoba. Eran tonos diametralmente opuestos entre si.

-¿Qué opinas?- le interrogó el pelirrojo sin siquiera mirarlo, colocando las dos latas en la banda de la caja-. ¿Qué color quedaría mejor para una mesa de estudio?

-Eh, yo...- tremendamente incómodo, Naruto se rascó la nuca. Nunca antes un cliente le había pedido su opinión para seleccionar un producto. Ese no era su trabajo y, además, no tenía idea.

Nervioso, se dio cuenta de que su mano temblaba ante la imponente presencia del pelirrojo. A prisa la retiró a su espalda y trató de aplacar su desbocado ritmo cardíaco.

"Vamos, no seas idiota"

-C-Creo que esta se vería bien- tocó la tapa de la pintura caoba.

El pelirrojo asintió, aparentemente convencido con su punto de vista. Hasta entonces alzó su mirada bruna. Naruto sintió que se le cortaba el aliento al saberse ahora su blanco visual.

De forma insólita aquel apuesto joven se le quedó mirando, poniendolo aún más incómodo y nervioso de lo que ya se sentía.

-¿Va a pagar en efectivo o con tarjeta?- se apresuró a marcar cuando más clientes se formaron detrás del pelirrojo.

-Efectivo- respondió este, avanzando. Naruto notó de nuevo su intensa mirada-. Naruto- lo oyó nombrarlo en voz baja.

Los ojos de Naruto se ensancharon, pero entonces recordó que llevaba su nombre en el gafet. Se sintió estúpido y tras entregar el cambio con el ticket, se volvió hacia el nuevo cliente.

Pese a que el encuentro había sido insignificante y breve, bastó para que Naruto pensara en ello el resto de la noche.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora