Aprender a pelear.

XIX

Entró a su casa seguido de cerca por Deidara, quien no dejaba de hablar y quejarse sobre el pésimo servicio del supermercado.

Mediando un profundo exhalido, Sasori fue a dejar las bolsas de abarrotes sobre la mesa del comedor.

Fue hasta que se sentó, que Deidara se calló para mirarlo largamente con su ojo sano.

-¿En qué tanto piensas?

Sasori se alzó de hombros y tomó una manzana de una de las bolsas de estraza para morderla. No tenía apetito, pero tenía aún menos ganas de charlar.

-En todo...o en nada- añadió al terminar de masticar.

Deidara no cejó en su intento de averiguarlo, pero quiso apelar a otro método. Se acercó hacia el pelirrojo lentamente y tiró de su brazo para hacer que se levantara. Luego, sin darle tiempo a reaccionar siquiera, atacó sus labios sin piedad, enredandose en un intenso abrazo unilateral.

Sasori trató de corresponder a aquel arrebato. Besó a Deidara con más ansiedad que deseo. Lo probó unos minutos y, al no sentir absolutamente nada, optó por apartarse.

-¿Es en serio, uhn?

Deidara le clavó una mirada llena de molestia. Siguió la mirada perdida de Sasori hasta las bolsas de la mesa y entonces lo entendió todo.

Ya le parecía un tanto extraño que Sasori fuera tan a menudo a hacer las compras últimamente. Y al mismo sitio, además.

-Es él...de nuevo él- mascó su rabia y apretó la mandíbula-. ¿Qué es lo que tiene de especial?

-Todo.

Para su sorpresa Sasori no dudó en responder.

-Eres un imbécil- derribó con furia las bolsas de la mesa y salió de la casa maldiciendo a la causa de toda su amargura.

Naruto Uzumaki.
**

De rodillas sobre la alfombra de caucho, Naruto se inclinó al mismo tiempo que el resto de alumnos. Vestía su uniforme en tono perla de manta y una cinta de igual tonalidad anudada en la frente.

-Buenos días- saludó la anciana al entrar.

Todos respondieron al unísono.

Nervioso, Naruto se frotó las manos. Era su segunda clase. En la primera solo había observado, pero ya había pagado por esa clase y sabía que tendría que participar de algún modo.

Ese era el camino que quería tomar. Necesitaba aprender a defenderse, a valerse por si mismo.

De esa forma, la próxima vez que se encontrara frente a frente con Deidara, no se quedaría así como si nada. No sería un cobarde conformista.

No.

Esta vez iba a luchar.