XXXVII

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Había sido una mañana de arduo entrenamiento con Chiyo. A pesar de haber ido toda la semana, Naruto no quería desperdiciar un solo día de práctica junto a la sabia anciana.

Al final el resultado había sido un agudo dolor muscular que Chiyo ayudó a disipar gracias a sus hierbas milagrosas y demás remedios vertidos en un té.

Antes de irse, Chiyo le había aconsejado no exigirse demasiado, pero Naruto se había limitado a esbozar media sonrisa de falsa tranquilidad.

No podía desaprovechar ni un solo día ahora que Deidara había vuelto a dar con su paradero. Era cuestión de tiempo para que regresara y buscara hacerle lo mismo que le hizo a Sasori.

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El día en el supermercado fue bastante atareado. Entre acomodar mercancía de la bodega, limpiar pisos y atender la caja, el turno terminó pronto. Sin embargo Naruto estaba muy agotado como para pensar en hacer nada más.

Los últimos dos examenes de matematicas le había ido muy mal y, esta vez, tampoco había estudiado nada.

Hecho el corte, Naruto se dirigió a su casillero. Movió los hombros que sentía rígidos y adoloridos. Después se quitó el uniforme para guardarlo.

Dentro de su taquilla, un pequeño papel se deslizó camino abajo cuando Naruto abrió del todo la puerta.

Confundido, se agachó a tomarlo, creyendo que se trataba de alguna basura.

No lo era.

"Pasado mañana a las 11 p.m en el callejón de junto. No faltes o habrá represalias"

El papel había sido escrito mediante recortes de letras de periódico. Pero Naruto supo al instante quien había sido el remitente.

Su ceño se frunció inevitablemente.

-Ahí estaré- murmuró para si mismo, cerrando de nuevo la taquilla.
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Inclinado sobre una de sus rodillas, Obito Uchiha hizo la pertinente reverencia antes de dirigirse a su líder.

-Seguí sus instrucciones como me dijo- su voz antaño aguda sufrió una seria metamorfosis.

Apoyado en el escritorio, Pain asintió.

-Deidara tambien esta enterado de que debe ir- prosiguió Obito-. Pero cree que se trata de una reunión de akatsuki, por lo que irá desarmado.

-Es lo justo- razonó Pain-. Igualdad de condiciones. Cada uno querrá imponer su propia justicia. Y el vencedor tendrá un puesto asegurado en la organización.

Obito se levantó despacio para externar una nueva duda.

-¿Qué ocurrira con el perdedor?

Pain no varió su expresión, aunque sus ojos purpuras adquirieron cierto brillo de satisfacción por la pregunta.

-Morirá después de padecer una intensa agonía.
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Al día siguiente Naruto decidió saltarse las primeras clases para ir al hospital.

Quería ver a Sasori. Aunque le dolía y cada día que pasaba, lo sentía más distante que nunca.

Echaba de menos su voz, su sonrisa, sus abrazos, sus besos.

Una vez que le dieron el pase y se vistió la bata y la mascarilla, fue directo hasta la camilla donde yacía la apacible silueta del joven pelirrojo.

-Estoy aqui- susurró con suavidad al acercar la silla para sentarse a su lado y sostener con delicadeza su mano. Se sentía fría al tacto.

Naruto suspiró y trató de no hacer caso al ruido del lector al otro lado de la camilla, asi como del tubo de suero y la mascarilla de oxígeno.

-Deidara no va a salirse con la suya, Sasori. No lo permitiré. Se que fue él quien te hizo esto.

El silencio prevaleció luego de que Naruto reprimiera un hipido que vaticinaba llanto. Se secó los ojos con el antebrazo y acarició los nudillos de Sasori.

-De lo único que me arrepiento es de permitir que te involucraras en mis planes. Esto no habría ocurrido si lo hubiera hecho yo solo.

Naruto tragó en seco. Casi podía anticipar la respuesta que le daría Sasori de estar consciente. 

Que no era su culpa, que él había querido ayudarle desde el inicio y que lo prefería asi.

-Mañana voy a ir al callejón junto al súpermercado a las once de la noche- confesó a media voz como medio de desahogo-. Deidara me citó ahí. Se que es una trampa, pero debo ir o no tendré otra oportunidad para acercarme a él. Solo quería venir a verte antes porque no se qué ocurra después. Te amo, Sasori. Lamento haber dudado antes de ti- se incoporó despacio y besó la frente del pelirrojo antes de dejar la habitación.

Tenía muchas cosas de las que ocuparse esa noche.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora