XV

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Definitivamente no estaba nada contento con el asunto. Ni siquiera veía la lógica en eso.

Alguien como Sasori saliendo con un colegial idiota, débil y además pobre.

Lo habría entendido si su competencia fuera un rival digno, pero ¿Semejante enclenque insignificante como aquel?

Había encontrado su respuesta antes de siquiera empezar a buscarla. Lo había tenido ahí mismo, en sus narices. 

Y aun en ese momento Deidara no lo asimilaba. No lo hizo ni cuando terminaron echándolo de la tienda, y tampoco lo hizo al llegar a la bodega a reflexionar en lo ridícula de la situación.

Meses atrás Sasori le había pedido ayuda para pintar un trozo de cuarzo natural que pretendía incrustar en una diminuta base de madera para hacer un collar, el cual exhibiría junto a otras de sus piezas en una de las vitrinas de su estudio.

A Deidara le había parecido un momento completamente irreal y mágico. Trabajar mano a mano con Sasori en la elección de los tonos había sido fascinante. Poco después de ese encuentro supo que realmente le gustaba. Asimismo sabía que podría aprender mucho estando con él.

Ahora ese momento estaba irremediablemente manchado, estropeado, roto, arruinado.

¿Cómo se atrevía Sasori a regalarle a ese idiota el collar en el que habían trabajado juntos?

¿Y por qué, de entre tanta maldita gente, lo había elegido precisamente a él?

Deidara no podía ni quería aceptarlo. Golpeaba fuerte en su orgullo.

¿Y si se estaba vengando el muy idiota de Naruto?

Pero no había forma de que supiera sobre sus sentimientos por Sasori.

-¿En qué tanto piensas?- preguntó Hidan, mientras lamía el filo ensangrentado de su cuchillo.

Deidara se levantó lentamente de la caja en la que yacía sentado.

-Pienso qué es lo que le dolería más- murmuró para sí. Sin dar mayores explicaciones, abandonó la bodega.

**

Había sido una semana de lo más extraña.

El ultimo incidente con Deidara había dejado a Naruto pensando un poco. Creyó que al día siguiente se presentaría para inventar nuevas patrañas sobre él, pero Deidara no volvió a aparecer luego de ello. Aún así Naruto estuvo los días restantes con la guardia en alto. Ahora llevaba en el bolsillo un aerosol de pimienta por si hacía falta.

No estaba de más.

Cuando llegó a su casa Kurama dormía sobre la alfombra envuelto en su cuerpo como una rosca.

Hacía algo de sol y era su primer día repartiendo periódico. Así que decidió llevarlo consigo.

-Vamos, Kurama- lo acarició para despertarlo y enseguida el zorrito empezó a correr emocionado por toda la sala.

Naruto se sintió mal consigo mismo por haberlo descuidado las últimas semanas. Entre la escuela, el trabajo y las citas con Sasori, había dejado a Kurama solo. Tenía que hacer algo para remediarlo.

-Supongo que esta bien si me acompañas por esta vez- lo abrazó y tomó su mochila y las llaves de la encimera.

La imprenta de periódicos no estaba muy lejos de su domicilio, pero la ruta que debía hacer para entregar todos los diarios si.

El encargado le había pedido que tuviera mucho cuidado con la bicicleta y Naruto solo pudo asentir avergonzado al recordar todos los incordios que aquel par habían causado.

Entregó su tarjeta de estudiante en la primer ventanilla y se hizo con la bicicleta y tres pilas de diarios fuertemente anudados.

Ya fuera del campo visual de los trabajadores, abrió su mochila del todo y sacó a Kurama para depositarlo en la canastilla, sobre un trozo de tela.

Después introdujo los diarios en su mochila y trató de conseguir estabilidad en las primeras cuadras.

Kurama se quedó dormido muy pronto. Y aunque a Naruto le costaba mantener el equilibrio con el peso de la mochila, pronto pudo disfrutar un poco de la fresca brisa chocando contra su rostro.

Le había pedido a Sasori que se vieran hasta la semana entrante para que él pudiera ponerse al día con asuntos escolares. Era más fácil mentir que contarle lo ocurrido en su anterior trabajo.

Había sido muy patético por no saber confrontar a esos imbéciles. De algún modo le sentaba mal saber que tomó el camino fácil, pero era lo mejor.

Llegado al primer bloque de apartamentos, Naruto metió cada diario en su respectivo buzón.

En menos de una hora ya había terminado más de la mitad de su carga.

Se sentía feliz porque pronto podría irse a casa y descansar. Prepararía ramen para la cena y quizá, si Sasori no estaba ocupado, podría invitarlo a cenar.

Con una sonrisa resplandeciente, Naruto pedaleó deprisa hacia el siguiente bloque de casas.

Una hora y veinte tres minutos después, Naruto había terminado con las tres tandas. Era solo la mitad de lo que correspondía a su turno, pero tenía el permiso de su nuevo jefe por ese fin de semana.

Ya se adaptaría al nuevo horario a partir del lunes próximo.

-Estoy agotado- fue a echar el último diario al buzón y al ir de vuelta a su bicicleta, se preocupó al ver la ausencia de Kurama y su mochila-. Kurama- empezó a llamarlo, sintiendo un hueco en el estómago. Kurama no escaparía así como así, pero era la ausencia de la mochila lo que había disparado sus alarmas internas.

Naruto apenas anduvo unos pasos cuando Deidara salió de entre uno de los jardines laterales. Sonreía con tal malicia que Naruto se sintió palidecer. Había dejado su otro trabajo precisamente para ya no tener que verlo.

¿Acaso lo había seguido?

Entonces reaccionó, ignoró el miedo que sentía y caminó hasta estar frente a Deidara.

-¿En donde esta Kurama?- le exigió, mirando a uno y otro lado.

La sonrisa de Deidara no se borró ni siquiera cuando Naruto, con los ojos velados en llanto, empezó a sacudirlo de los hombros para obtener una rápida respuesta.

-Quemaste uno de mis recuerdos más preciados- masculló Deidara cuando Naruto se alejó de él para continuar la infructuosa búsqueda de su mascota-. Ahora estamos en igualdad de condiciones.

Naruto se desvió hacia la humareda detrás de una de las vallas del jardín.

Su mochila estaba en llamas sobre un montículo de tierra.

Naruto corrió hacia allá. Las rodillas le flaquearon y sintió que se desgarraba la garganta al notar el bulto removiendose dentro de la mochila.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora