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Para ser su primer día de clases después de vacaciones, Naruto había comenzado el día con el pie izquierdo.

Primero se quedó dormido, lo que desembocó en que quemara su desayuno, olvidara algunos libros de las materias del día y finalmente llegara con casi veinte minutos de retraso.

Mal. Todo mal.

De suerte que Iruka lo había dejado entrar de todas formas. No podía seguir acumulando faltas en su historial académico o perdería su beca.

Somnoliento, Naruto miró la pizarra. Iba a ser un día largo y cansado. Ni siquiera podría darse el lujo de dormir la siesta luego de clases porque debía asistir a su trabajo de medio tiempo para poder solventar los gastos de su hogar.

"Quisiera un tazón enorme de ramen"

Pensó antes de quedarse dormido.
**

-¡Se solicita limpieza en el pasillo doce!

La voz resonó con claridad por todos los altavoces superiores dentro del establecimiento.

Cansado y enfurruñado, Naruto tomó el delantal junto a la caja registradora. No había mucha clientela esa noche y en parte agradecía que así fuera. Después del regaño de Iruka, la tarea extra y la clara advertencia de que durmiera más en casa y menos en clase, no se sentía con suficiente ánimo para atender.

Había siete cajas abiertas de las veintidós que disponía la tienda.

El pasillo en cuestión estaba manchado de salsa de tomate. Naruto hizo un mohín al recoger la pieza más grande del envase roto, seguramente mal acomodado por algún cliente despistado.

Solía ocurrir a menudo. A veces eran los niños quienes cometían tales travesuras.

Tuvo que ir al cuarto de limpieza por un recogedor y la escoba para ocuparse de los cristales. Pronto iban a cerrar y no quería que su relevo del día siguiente tuviera que apañarselas con el aseo.

El agua del cubo quedó roja y pastosa para cuando Naruto terminó de limpiar.

Agotado, se pasó el brazo por la frente y ya arrastraba de vuelta los artículos de limpieza cuando escuchó el ruido de un objeto al romperse.

Naruto se dio vuelta y tuvo que morderse los labios al ver a Deidara resoplando despreocupado sobre su flequillo. A sus pies había una botella de aceite quebrada.

-Que descuido- dramatizó Deidara, sujetándose el rostro en una clara pantomima previamente orquestada-. Aquí está, guarda el cambio- sacó un billete y lo dejó caer sobre el charco aceitoso.

Naruto parpadeó consternado al verle alejarse por el pasillo.

Le llevaría a lo menos media hora limpiar el estropicio. El aceite en particular era difícil de remover y era menester limpiarlo rápido o podría ocasionar un accidente.

"Deja que se vaya. No digas nada"

Se repitió, aferrando el escobellon con tanta fuerza que el mango se le quedó marcado en la palma.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora