XXIV

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Cualquiera en su lugar habría huido muy lejos luego de cometer semejante imprudencia. Pero Sasori optó por enfrentar los hechos. Su acción, su responsabilidad.

No sintió miedo ni nerviosismo al bajar del coche para presentarse a la bodega de Akatsuki. No sintió nada cuando llegó y vio al resto de los miembros reunidos en torno a la mesa.

Si iban a asesinarlo o torturarlo, ya le daba igual. Había perdido a Naruto para siempre. Nada podía ser peor que eso.

¿Quién querría vivir sin un corazón...o peor, con uno roto?

Sasori no, claramente. Tampoco se arrepentía de sus acciones, así que lo que le pasará, le tenía realmente sin cuidado.

-Gepeto- saludó Hidan en tono de mofa.

Sasori lo ignoró al acercarse a la mesa. Deidara lo vio con su ojo sano, su expresión era de absoluto desconsuelo.

-Te llamé, Sasori- le increpó, mostrandole la pantalla de su celular. Sasori se alzó de hombros.

-Estaba ocupado...¿Qué ocurrió?

-Incendiaron mi casa- jadeó Deidara tirándose del cabello-. Todo mi trabajo. Meses y meses de esfuerzo y arte se fueron a la basura por algún imbécil pirado.

Sasori inclinó la cabeza aparentando interes.

-¿Y...?

-La maldita policía está investigando. Pain ya habló con algunos de sus contactos para evitar que me manden a prisión por los explosivos.

-Puedes hacer más- lo tranquilizó Sasori con indiferencia.

Deidara lo miró fijamente.

-¿Me ayudaras, maestro Sasori?

-Claro- asintió, taciturno.

Cada quien volvió a su trabajo y Sasori se sintió invadir por una mezcla de adrenalina y alivio. No lo habían descubierto, aunque no descartaba que lo hicieran más adelante. Sólo necesitaba hacer algo de tiempo para poder devolverle a Deidara una cucharada de su propia medicina.

Le había quitado a Naruto. Asi que lo justo era arrebatarle todo lo que Deidara amara.

Lo dejaría tan marchito que, iba a suplicar no haberlo conocido.

**

Con la libreta abierta en la sexta página, Naruto intentó leer una y otra vez el mismo párrafo, sin comprender una sola palabra.

Nada.

No se estaba concentrando. No podía desde lo ocurrido en el dojo.

"Un descanso me vendrá bien"

Ya no quería seguir pensando en lo mismo. Ni en el mismo tipo. Quería que lo vivido junto a Sasori se quedara en el pasado, por su propio bien.

No podía confiar en él. Ya no podía creerle. Si cometía un solo error, Deidara acabaría con él.

Estaban liados. Tenían que estarlo.

-Gamakichi, Gamabunta- se acercó a la pecera para alimentar al par de sapos y después se sentó en el sofá.

"No debo pensar en nada"

Y era curioso, porque su mente estaba saturada y no podía drenarla ni bloquear el recuerdo de Sasori. De sus tibias manos sujetándolo, de sus ojos profundos y llenos de sentimientos que no traspasaban su rostro.

Definitivamente no iba a perdonarlo.

"¿Cuando hice algo que te hiriera?"

Intentó centrarse en eso. Desde que habían empezado a salir, Sasori nunca le había hecho daño, nunca fue grosero ni lo trató mal, por el contrario. Siempre respeto su espacio y sus decisiones.

Pero era demasiada coincidencia.

Su lado paranoico no lo dejaba estar, ni meditar adecuadamente.

¿Estaba o no Sasori con ellos?

¿Para qué admitiría que los conocía si pretendía hacerle algo?

"Fui a casa de Deidara"

Le dolía pensar en el motivo que tenía Sasori para verlo.

Salían. Indudablemente así era. Pero a él no debería importarle porque ellos ya no eran pareja.

Frustrado, se cubrió el rostro con el cojín y reprimió un grito de angustia.
**

Sasori caminó presuroso hacia el dojo. Ya era tarde, pero su abuela quería verlo. Seguramente para hablar sobre lo ocurrido con Naruto.

Chiyo le había llamado hace más de una hora para pedirle que fuera. Habría sido más sencillo dejarlo pasar o decírselo por teléfono, pero ella insistía en querer verlo. En parte Sasori le debía mucho de quien era actualmente, así que no había podido negarse.

Convivir con Deidara como si nada hubiera ocurrido iba a ser complejo. Fingir que estaba bien con él cuando en el fondo deseaba asesinarlo era asfixiante.

-Pasa- oyó a Chiyo del otro lado de la cortina de bambú.

Sasori se quitó los zapatos y sus labios se entreabrieron en sorpresa al ver a Naruto de rodillas en el tatami, con las manos juntas y los ojos cerrados. Parecía estar meditando.

-Abuela- susurró, pensando en dar media vuelta y salir antes de que Naruto lo notara y terminaran haciendo otra escena como la de antaño.

-Te dije que entres- lo presionó Chiyo, yendo a cerrar la puerta.

Sasori dudó en acercarse al rubio, pero fue Naruto quien abrió los ojos y se levantó al advertir su presencia.

-Yo...ya me iba. No sabía que estarías aquí- se excusó Sasori, presto a tomar sus zapatos.

Naruto caminó hasta él y se forzó a hacer una reverencia.

-Quiero pedirte que me entrenes.

-¿Qué?- Sasori lo miró estupefacto, luego se volvió a ver a su abuela, la cual sonreía con ligereza en tanto asentía con la cabeza.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora