XIII

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Naruto intentaba leer los engorrosos problemas del examen que había reprobado cuando escuchó el claxón sonar.

Con una gran sonrisa, dejó el libro y se apresuró al exterior.

Sasori Akasuna lo esperaba arriba de su vehículo deportivo rojo.

Naruto le hizo un saludo con la mano antes de decidirse a subir y abrocharse el cinturón.

-¿Aún no me dirás a donde vamos?- preguntó ansioso cuando Sasori arrancó. Le había llamado horas antes para avisarle que pasaría a recogerlo, pero no le había querido decir el destino de su salida.

Daba igual. A Naruto le vendría bien tomar aire fresco donde fuera. Y le sentaría aún mejor si estaba con el pelirrojo.

Sasori se incorporó rápido al tráfico. Medió una sonrisa en el primer semáforo.

-Solo espera, ¿A qué viene la prisa por averiguarlo?

Naruto asintió y se fijó en el camino que tomaban. Era una ruta desconocida para él, pero sintió alivio cuando vio los pilares de enormes casas asomar por la vereda.

-Esto...- no supo cómo completar su pensamiento. La vista era impresionante, pero no entendía qué hacían allí.

Sasori rió por lo bajo al aparcar en una de las cocheras.

-Aquí vivo- murmuró lo obvio, quitando las llaves.

Naruto parpadeó rápidamente. Se sintió torpe por no haberlo imaginado, pero Sasori lo salvó de la vergüenza al continuar con su coloquio.

-Pensé que no era justo que yo conociera tu casa y tu no vieras la mía.

Una sonrisa alegre reptó por los labios de Naruto cuando Sasori bajó del auto y fue a abrirle la puerta. Se sentía increíblemente bien al lado de Sasori. Los días habían dejado de ser aburridos y solitarios.

-Gracias- musitó antes de seguirlo dentro de la casa.

El espacio era inmenso y estaba muy bien amueblado. Contaba con una galería llena de hermosas piezas, todas talladas en distintos tipos de madera, según le contó más tarde Sasori.

A diferencia de su modesto hogar, esa casa era bellísima.

Naruto recorrió cada habitación con emoción por lo que veía. Cuadros, pinturas. La casa en sí era una obra de arte, como si cada detalle hubiera sido meticulosamente cuidado.

Lo único que no le gustó fueron las marionetas de tamaño real que pendían de unos percheros en uno de los tantos cuartos. Se veían verdaderamente impresionantes, y terroríficas.

Después Sasori lo condujo a su estudio y por último fueron a la sala a tomar asiento frente a la enorme pantalla de plasma.

-¿Qué te sirvo?- preguntó Sasori al entregarle el mando de la televisión. Naruto dudó unos instantes.

-¿Limonada?

-Limonada será- asintió Sasori al retirarse. Naruto encendió la televisión y empezó a sentir frío por el aire acondicionado.

Quería relajarse y disfrutar un rato con Sasori, pero no había estudiado casi nada, tampoco había ido con Kakashi para entregarle el uniforme y darle las gracias. Y ya debería ir llenando las solicitudes para ver en qué lugar aplicaría.

Lo más seguro es que tuviera que regresar a la entrega de periódicos.

Estaba pensando en ello cuando Sasori tomó asiento a su lado en el sillón. Había dejado las bebidas en la mesa de centro.

-¿Qué estás viendo?, ¿Te gusta el golf?- Sasori alzó una ceja al ver a Naruto absorto en el partido.

-No, yo solo...- se apresuró a negar y tomó su bebida de la mesa-. Tu casa es muy bonita- reconoció al fin, por decir algo.

Sasori le dio la razón con media sonrisa ufana. Después le rodeó los hombros con el brazo y lo atrajo hacia él. Naruto se puso nervioso por el abrazo. Tanto que casi derrama la bebida. Así que optó por dejarla en su lugar y volvió a acomodarse en los brazos de Sasori.

-¿Es la cuarta cita?- dudó, levantando la mirada hacia el rostro apuesto del pelirrojo.

-Deja ya de contar las citas- susurró Sasori antes de atrapar sus labios en un beso candente.

Demasiado.

Naruto no se había preparado para la repentina invasión bucal. Sintió el rostro arderle por el pudor del momento.

"Déjate llevar" se repitió un par de veces antes de corresponder el beso que duró largos y apasionantes minutos. Para cuando se apartaron, Sasori se notaba extraño, como ansioso.

Naruto no lo entendió hasta que tuvo los labios del pelirrojo de nuevo sobre los suyos. Lo dejó hacer, incluso cuando Sasori empezó a acariciarlo debajo de la ropa.

Una vez más vinieron las inquietudes.

El examen.

Kakashi.

Su trabajo.

Naruto rompió el beso y se levantó del sofá como un resorte. Su rostro rojo como la grana.

-Tengo que irme- se excusó mientras andaba deprisa por el pasillo.

-Aguarda- Sasori le dio alcance metros más adelante-. ¿Fue muy pronto?, ¿Hice algo mal?, ¿Qué no te gustó?

Naruto trató de serenarse.

-Es solo que nunca lo he hecho antes- admitió avergonzado-. Pero además tengo otras cosas que hacer.

Sasori cerró los ojos un momento, recriminadose mentalmente su arrebato.

-Siento haberte presionado. Creí...bueno, no importa. Al menos deja que te lleve.

-¿No estás enojado?- parpadeó Naruto al abrir la puerta que conducía a la cochera.

-¿De verdad le haces esa pregunta al idiota que estropeó la cita?- bromeó Sasori, obsequiandole una sonrisa tranquila-. No cabe duda de que eres único.

Sin saber en qué momento se acercaba, Naruto se supo nuevamente besado, sólo que fue un beso diferente a los anteriores. Se trataba de uno lento, delicado, dulce. Sin prisas, ni exceso de movimientos linguales.

Era solo un beso.

Y le gustó mil veces más que todos los que se habían dado hasta entonces.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora