VI

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Esta vez Naruto había llegado puntual al trabajo. No había hecho la respectiva parada en su casa para cambiarse y comer algo. No había tenido tiempo. Iruka había estado encima suyo durante las clases e incluso le había hecho un examen. Mismo que Naruto dejó en blanco.

Ya se pondría al corriente con los apuntes. Shikamaru le prestaría sus apuntes. No había que preocuparse en ese sentido.

Además había dejado comida de sobra para Kurama por la mañana. Podía hacerlo. Cinco horas y estaría de vuelta en su departamento. 

-Oye, Naruto, ¿Puedo hablarte un minuto?

Ya se estaba poniendo la gorra cuando Kiba le llamó. El corte de su turno estaba hecho. Naruto no entendió qué hacía allí todavía.

-Kiba- saludó con una sonrisa mitad resplandeciente, mitad cansada-. ¿Ocurre algo?

-No en realidad- sonrió el susodicho, haciéndole entrega de las llaves de la caja registradora-. Solo quería pedirte un favor. Mi hermana se gradúa en unos días y quiere que toda la familia esté presente.

Naruto parpadeó un tanto confundido.

-Entiendo- mintió.

Kiba dibujó una sonrisa más amplia al tiempo que se rascaba la nuca.

-Entonces, ¿Me cubrirías ese día?- quiso saber-. Te lo compensaré con mi paga de dos días. Si no fuera urgente, no te lo pediría, pero...

-Claro- le cortó Naruto, regalándole otra sonrisa a cambio-. El dinero extra me viene bien para las facturas del apartamento- chocó su puño con el de Kiba en señal de camaradería.

-Genial. No sabes el peso que me has quitado de encima, viejo.

Naruto esbozó una sonrisa más débil y se volvió hacia la caja. Era cierto que el efectivo le hacía falta, pero tendría que faltar a clases para cubrir ambos turnos.

Que difícil era decir "no" en ocasiones.
**

Las primeras horas el ambiente en el supermercado estuvo regular. Naruto había hecho sus roles a buen ritmo. Dos horas desempacando y organizando productos en la bodega. Dos horas atendiendo en el área de caja y una hora haciendo limpieza. Después Kakashi le había dado una hora para la merienda.

Sentado en el comedor de empleados, con un emparedado sobre la mesa, Naruto pensó en qué excusa podría usar para su inasistencia.

Iruka sensei no le creería si decía que había faltado por enfermedad. Además, necesitaba prescripción médica.

Angustiado y pensativo, se miró el brazo.

Una lesión, un accidente era más factible y creíble.

¿Cierto?

Terminado el descanso, ocupó nuevamente su lugar detrás de la caja registradora. Se caló la gorra roja hasta las orejas y empezó a marcar los productos.

Dos horas más tarde, el cansancio le pesaba, haciendo mella en él. Se estaba demorando más tiempo de lo usual en marcar los productos y, en consecuente, los clientes empezaban a aglomerarse, haciendo la fila más y más larga mientras Naruto maniobraba con los artículos en una torpe búsqueda del código de barras.

-¡Muévete, idiota!

-¡Llevo prisa!

Las quejas empezaron a llegar. Certeras como dagas, provocando que el nerviosismo de Naruto fuera in crescendo.

-Lo lamento- entre disculpas y reverencias seguía atendiendo mientras cambiaba el peso de su cuerpo de un pie al otro.

-Cobraste ese producto dos veces, ¡fíjate en lo que haces!

Con manos temblorosas, Naruto se apresuró a cancelar el ticket para hacer uno nuevo.

-Deja que te ayude.

Cuando menos lo advirtió uno de los clientes estaba al lado de la caja. Naruto abrió la boca para protestar cuando vio que se trataba del mismo atractivo joven pelirrojo que había visto semanas atrás.

Con gran pericia, lo vio deslizar los artículos vez tras vez. Lo hacía con tal velocidad y precisión que la fila empezó a acortarse rápidamente. Mientras Naruto cobraba el monto en cuestión, el joven marcaba y embolsaba los productos.

Cuando atendieron al último cliente de la fila, Naruto se sintió tan avergonzado que solo pudo hacer una exagerada reverencia en dirección al amable joven que lo había ayudado.

-Muchas gracias. Ah...- no supo qué agregar a continuación, pero el joven pareció advertirlo porque enseguida habló para pronunciarse.

-Sasori- se presentó-. Me llamo Sasori Akasuna. Hace tiempo que no te veía- comentó, dándole la mano. 

Hasta ese momento Naruto se animó a levantar la mirada. Aquel joven en verdad era apuesto. Poseía unos ojos brunos y profundos enmarcados por pestañas largas. Labios delgados. Y un rostro serio que resaltaba aún más en conjunto con sus extravagantes cabellos rojizos.

-Si, eh...bueno, este no es mi horario normal de trabajo- confesó, todavía apenado y sintiendo un potente cosquilleo recorrerle la mano-. Es solo que cubro a mi compañero y...- calló al percatarse que se estaba yendo de la lengua.

Dando explicaciones cuando no debía, ¡y a un extraño!

-En verdad te agradezco la ayuda.

-Todo el tiempo que tengo aquí te has estado disculpando y dándome las gracias. No es necesario.

Naruto asintió.

-Lo sien...- suspiró y negó con la cabeza, percibiendo un amago parecido a una sonrisa en los labios del pelirrojo.

-Si en verdad quieres quedar a mano, cena conmigo.

-¿Eh?

Estupefacto y perplejo, Naruto lo observó, como si Sasori hablara en un dialecto desconocido para él. Pasaron varios segundos antes de que asimilara la propuesta.

-N-N, no puedo- rehusó de inmediato-. Debo llegar a casa. Mi mascota- murmuró de carrerilla.

-¿Qué tal mañana?- sugirió Sasori sin dar su brazo a torcer.

Naruto apenas si lo meditó. Se sentía demasiado apenado y en deuda con él. Y además, nunca antes lo habían invitado a cenar.

-Bueno- accedió, tratando en vano de ocultar su bochorno.

Aprender a pelear. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora