Capítulo 11

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- No eres de aquí, ¿Verdad? Tu ropa y zapatos no parecen haber sido comprados en cualquier lugar - Dijo.

Vaya, quería pasar desapercibida pero no tenía otra ropa.

- Bueno, en realidad vivo en New York, estaré aquí solo algunos meses - Respondí.
- ¿Y por qué dejaste New York? - Preguntó.
- Es que -.
- Quería experimentar nuevas cosas - Dijo Christopher interrumpiendo mis palabras y llamando nuestra atención.
- Chris, que bueno que llegas - Dijo Greta con una sonrisa, misma que Christopher le devolvió con cariño.

¿Será más que su amiga? Porque honestamente es la primer persona a la que lo veo sonreír de esa manera.

- ¿Ya están listas? Ya nos vamos - Mencionó.
- Todo listo, ¿Podré irme contigo como siempre? - Greta lo miró esperanzada - Es que normalmente Chris y yo vamos juntos en su remolque, disfrutamos mucho el tiempo hasta que llegamos a la siguiente parada - Dijo esta vez dirigiéndose a mí.
- Oh, que bueno, yo no tengo ningún problema, puedo irme en otro remolque - Aseguré.
- Oh sí, ocupa mi lugar en el remolque tres junto a los demás trabajadores, así no te sientes incómoda entre Chris y yo -.
- Pero - Christopher trató de decir.
- De acuerdo - Dije sin más.

Igual y ella tenía razón, no quería sentirme incómoda entre ellos, parecían más que amigos y no sería el mal tercio.
Le dí una última mirada a Christopher y caminé hacia el remolque número tres, al menos no aguantaría su mal humor, que ya veo solo tiene conmigo.
Una vez que entré me encontré con una chica más y tres hombres.

- Am, hola, soy ___, mucho gusto, Greta se irá con Christopher y al parecer yo con ustedes, espero que no les moleste - Dije llamando su atención.
- Para nada ___, mucho gusto, soy Ian - Dijo un chico alto, delgado y castaño, con una sonrisa en verdad encantadora, no parecía tener más de 25 años tal vez - Ellos son Pablo, Ricardo, y ella Carla -.

Saludé a todos siendo correspondida.

- ¿Eres nueva aquí? Nunca te habíamos visto - Preguntó Carla.
- Lo que pasa es que en realidad no vivo aquí, solo vine por trabajo - Respondí.
- ¿Trabajo? Digo, no me lo tomes a mal, pero a juzgar por tu forma de vestir y hablar, no parece que estés muy necesitada de trabajo - Mencionó Ricardo.

Genial, nunca lograría que me dejen de mirar como la niña rica y torpe.

- Es difícil de explicar, pero no importa, sería genial conocerlos y saber que hacen, yo nunca he estado en un circo - Confesé.
- ¿Y qué haces? - Cuestionó Pablo.
- Bueno, me encargo de los animales, pero jamás los he visto en el show y tampoco a ustedes - Expliqué.
- No te preocupes, yo puedo contarte y enseñarte todo, un circo es fantástico, ya lo verás - Aseguró Ian.

Con esa bonita sonrisa me llevó hacia la mesa, en dónde nos sentamos y él con gran estuciasmo me presentó lo que hacía.
El remolque comenzó a avanzar indicando que ya nos íbamos, y para ser honesta, yo llevaba muy buena compañía.

(...)

- Oye, ¿En serio estás aquí por trabajo? - Me preguntó Ian intrigado después de que me había contado gran parte de él - Es que te miras tan delicada y con clase, nunca había estado cerca de una chica como tú, pareces una muñequita de oro tan fina, y te lo digo en un buen sentido, espero que no me mal interpretes -.

Dejé salir una risita.

- ¿Puedo confiar en ti? - Pregunté.

Tal vez nunca vuelva a verlo, ¿Qué podía perder? Además, parecía una buena persona.

- Completamente, prometo no decir nada - Afirmó.
- Bien, mi papá me dejó aquí, supongo que quiere darme una lección, jamás había tenido que trabajar y la verdad es que no sé hacerlo, soy la heredera de sus empresas y parece que lo único bueno que hago es gastar dinero, por eso estoy aquí - Le conté.
- Vaya, eso quiere decir que lo que creía es cierto, seguro no te gusta tratar con gente como yo o te parece muy poco lo que tienes a tu alrededor - Dijo apenado.
- No, no, para nada, ¿En serio aparento eso? - Pregunté afligida.
- Es que no parece que estés acostumbrada a ésto y a tratar con gente como yo - Se sincero.
- En eso tienes razón, ¿Y sabes? Prefiero mil veces ésto y tratar con gente tan linda como tú, que con todos esos interesados que me buscan por un beneficio económico - Dije honesta.
- ¿En serio? - Preguntó sorprendido.
- Pero claro, recién comenzamos a hablar y no me has preguntado que bolso nuevo voy a comprar o que auto me gusta más, estoy viviendo experiencias demasiado nuevas y me agrada, tú me agradas - Dije sincera y mirándolo con una sonrisa, Ian es lindo y muy atento.
- Lamento haberte juzgado mal, en realidad no eres como las películas pintan a las personas de tu clase social -.
- A veces esas películas tienen razón, pero descuida, no es mi caso - Aseguré.
- Si de algo te sirve, yo estaré contigo apoyándote en todo, puedes confiar en mí, te lo aseguro -.
- Muchas gracias Ian, de todas las personas en este lugar, has sido el único que no me ha gritado o tratado mal porque prácticamente no sé hacer nada -.
- Estoy seguro de que sabes, todo es cuestión de ponerlo en práctica, pero no te preocupes, estoy dispuesto a ayudarte en todo, eres muy linda y tierna y me agradas mucho - Dijo amable.
- Gracias Ian, en verdad, no sé ni como agradecerte -.
- Solo me basta con verte sonreír y hablar contigo -.

Genial, Ian me había hecho sentir como ninguna otra persona en Misuri, ahora al menos sabía que tenía un amigo en él, aunque no podía hacer mucho, el propósito de todo ésto es que yo sepa hacer las cosas por mi cuenta.

(...)

Todo el viaje la había pasado con Ian, hablábamos y reíamos hasta que por fin llegamos al siguiente destino.
Todos comenzaron a bajar de los remolques, yo con Ian, por supuesto.

- Iremos a ensayar, pero antes de salir a presentar mi número te prometo que vendré a verte - Dijo.
- De acuerdo, mucha suerte Ian, cuídate - Mencioné.
- Tú también, ánimo con los animales que tú puedes -.
- Eres genial, gracias -.

Nos despedimos con un movimiento de mano y una enorme sonrisa.

|Regálame esta vida| Christopher Vélez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora