Capítulo 30

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Por fin había terminado este día tan ajetreado para todos, los animales ya podían descansar igual que todos los trabajadores, las funciones se dieron por tres meses sin parar y hoy finalmente habían concluido.

- Al fin - Dije soltando un suspiro mientras me dejaba caer en la cama del remolque.

Christopher y yo ya nos habíamos bañado, claro que cada quien por separado.

- Sé que estás muy cansada, yo también lo estoy, pero tenemos que ir a cenar - Mencionó llamando mi atención.
- De hecho no tengo hambre - Dije rápidamente esperando que me dejara faltar a la cena.
- ¿Qué no tienes hambre? No puedes decirme que comiste afuera porque en todo el día no saliste de las jaulas, ni siquiera para ver las funciones, dije vamos a cenar ___ - Mencionó bastante serio mirándome a los ojos.
- Está bien, pero comeré muy poco - Aseguré.
- Comerás lo que te corresponde ___, no quiero que te enfermes, así que no se habla más, vamos al remolque de mi madre -.

Sin poder decirle nada más ambos caminamos hacia el remolque de la señora Yenny.
La verdad es que quería salir corriendo para evitar la comida pero sería imposible, ahora no tenía con que excusarme.

- Siéntense chicos, ya sirvo - Nos dijo su mamá.

Christopher y yo tomamos nuestros lugares en la mesa y esperamos a que la señora Yenny dejara los platos servidos.

- Fue un día bastante ajetreado pero finalmente podemos cenar para descansar, buen provecho chicos - Mencionó la señora Piedad.

Al unísono respondimos un gracias para finalmente empezar a comer.
Mi estómago me pedía a gritos comerme todo lo que había en el plato, sin embargo mi mente luchaba contra todo y me hacía saber que estaba mal, no debía comer tanto porque me pondría tan gorda como una pelota que Christopher dejaría de verme bonita, pero él estaba viendo cada uno de mis movimientos, no podía poner la comida en servilletas, tampoco podía jugar con ella en el plato para después botarla porque él no me dejaría, la única opción era comerla y regresarla más tarde.
Con pesar comencé a comer, miento si digo que no estaba delicioso, en verdad quería disfrutar su sabor pero mi mente me acribillaba con pensamientos lascivos sobre mi peso y eso me mortificaba demasiado.

- ¿Cómo les fue durante las funciones? - Preguntó la señora Yenny tratando de hacer más amena la cena.
- Muy bien mamá, ya sabes que el último día es mucho más pesado que el resto - Respondió Christopher.
- Lo sé, puedo ver en su rostro lo cansados que están, ¿Ya te acoplaste a los animales ___? - Me miró.
- Sí, la verdad es que son más lindos de lo que pensé y parece que ya no les desagrado, para mí que nos hicimos buenos amigos - Mencioné feliz.
- Me alegro mucho por eso, y en verdad admiro como aguantaste tres meses con esos vestidos y enormes tacones, pero te tenemos una sorpresa -.
- ¿A mí? - Pregunté sorprendida.

Yo miré confundida a todos los presentes en la mesa que estaban con una sonrisa, excepto Christopher que estaba igual de confundido que yo.

- Sí ___, estoy segura de que te va a encantar - Mencionó Darían.
- ¿Pues de qué se trata? - Inquirí.

Daniela y Darían fueron hacia sus camas y sacaron una gran bolsa que trajeron hacia mí.

- Ábrelo ___ - Dijo la señora Piedad.

Con sorpresa comencé a abrir la bolsa y entonces me encontré con un lindo par de tenis blancos, algunas blusas y pants.

- Ay, ¿En verdad todo ésto es para mí? - Estaba tan incrédula que incluso me sentía llorar de emoción.
- Claro que sí ___, no te lo dimos antes porque recién pudimos obtenerlo, pero para el siguiente viaje y mientras estemos en casa podrás usarlo, además te enseñaré a crear tu propia ropa -.
- ¿Lo dice en serio señora Yenny? Estaré encantada - Dije emocionada.
- Ojalá te haya gustado ___ - Dijo Daniela.
- Ésto es demasiado para mí, les juro que es el mejor regalo que me han hecho - Afirmé.
- ¿En serio? - Cuestionó Darían.
- Claro que sí pequeña princesa, sé que lo hicieron con la mejor de las intenciones y eso jamás podrá compararse con nada, gracias de verdad - Respondí sincera.
- Christopher, no te puedes enojar por ésto, ___ ha trabajado mucho y es un regalo que le hicimos nosotras, así que no te pongas como loco con ella - Le dijo Daniela.
- Yo no he dicho nada y tampoco lo haré, me alegra que ___ vaya a aprender a hacer su propia ropa y que ya tenga algo que usar además de sus vestidos y tacones altos - Dijo simple.

A pesar de que podía ver en su mirada felicidad y cariño, él tenía que ser frío hacia mí, no tenía idea de cómo podría tomar las cosas su familia y tal vez no era momento para que lo supieran, podrían llamar a mi padre y eso definitivamente no me gustaría nada.

- Bueno hijito, el esfuerzo de ___ valió la pena, me alegra que ambos hayan concluido con sus actividades y que ya no se lleven tan mal - Mencionó la señora Piedad.
- Aún falta que ___ aprenda cosas - Yo lo miré con el ceño fruncido y él a mí - Pero debo admitir que después de todo hizo bien su trabajo y se ganó a los animales, en especial a Bill - Admitió.

Yo solo le mostré una pequeña sonrisa.

(...)

Christopher y yo habíamos vuelto al remolque, mientras él acomodaba algunas cosas yo terminaba de cepillar mis dientes.

- Ven bonita - Me hablo.
- Voy -.

Dejé mi cepillo en su lugar y finalmente salí para encontrar a Christopher parado a un lado de mi cama.

- ¿Qué pasa Chris? - Pregunté parandome delante de él.
- Debes saber que realmente estoy orgulloso de lo que has logrado hasta ahora, estoy completamente seguro de que si tu padre pudiera verte estaría más que orgulloso porque sabes valerte por ti misma - Comenzó a decir.
- ¿De verdad lo crees? - Cuestione.
- No podría ser de otra forma, y el gesto que mi familia tuvo contigo en verdad me pareció muy bueno, tal parece que te has ganado el corazón de todos -.
- Tal vez se dieron cuenta de que no soy tan odiosa como aparento - Dije divertida.
- Eres más de lo que una persona pudiera desear en su vida, eso jamás lo dudes muñequita -.

|Regálame esta vida| Christopher Vélez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora