El Poder De La Luna Parte 16

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Amanecí sintiéndome extraña

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Amanecí sintiéndome extraña.

Era como si de pronto me sintiera más fuerte, más vital. Y si fuera real, hasta más sexy.

Fui a bañarme y no me di cuenta en qué momento, comencé a frotar la esponja de baño por mi cuerpo más que con la intención de limpiarme con la de sentir placer.

De pronto el pasar jabón por mi cuerpo se convirtió en un ritual erótico, en donde me daba un inmenso placer rosar sola cada parte de mi cuerpo. Tras un rato paré y me puse a pensar.

—¿Qué me pasa? ¿Por qué hago esto? — entonces salí para secarme.

Me asusté al mirarme al espejo y ver que mi piel se veía tan blanca y radiante, como nunca. Pero no era eso lo que me asustaba, mis ojos, tenían otro color.

Antes eran café, pero ahora parecían como de un tono entre miel y dorado. Por más que miraba mis ojos no entendía que pasaba.

Corrí a preguntarle a mi amor que era lo que sucedía.

—¡Mis ojos, han cambiado de color! ¿por qué? — le pregunté mientras lo azotaba para que despertara y me viera.

—Cálmate Zara, seguramente es tu parte licántropa que empieza de apoco a emerger. No debe significar nada grabe. — dijo mientras me abrazaba — en todo caso te vez más bella aun

Y me miró sonriente, rosando con sus dedos mis labios.

Tan solo su roce me encendió. Creo que no era lo único que estaba cambiando en mí. Mi deseo de intimar con él se estaba volviendo cada vez más voraz. Al punto que me avergonzaba.

Me puse la bata y en un instinto que no pude entender me fui al sótano a ver entre la ropa que tenían guardada. Quería ver si tenían ropa interior más atrevida. Estaba harta de usar esa ropita de princesita.

Encontré un conjunto rojo y pensé que sería perfecto. Me lo puse y volví a la habitación.

El líder salía de la ducha y estaba secándose, entonces dejé caer la bata y me paseé delante de él con esa ropa. Como si buscara algo, y me agachaba para que tuviera un completo panorama de mi cuerpo. Quería incitarlo a toda costa. No entendía que me pasaba. En otros momentos jamás me hubiera atrevido a actuar así.

Entonces noté que el me miraba sorprendido, quedó parado ahí mismo donde estaba sin poder moverse.

Tuve el deseo irrefrenable de sentarme en la cama frente a él y tomar uno de sus dedos y meterlo en mi boca mientras miraba sus ojos. Imaginaba que era mi lengua paseándose por su sexo y me excité.

—¿Qué haces Zara? —me preguntó temblando y nervioso

—Me dijiste que no debía sentir vergüenza de mis sentimientos amor. —mientras seguía chupando su dedo

—¿De verdad deseas hacer esto Zara?, ¿te encuentras bien? — dijo agitado

Y solté su dedo para tenderme en la cama. No podía controlar mis deseos entonces comencé a tocar sola mi zona intima hasta gemir de placer.

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora