La Verdad Duele Parte 37

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Esperé unos momentos a ver a qué hora se largaba Aleister, ya quería volver a dormir

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Esperé unos momentos a ver a qué hora se largaba Aleister, ya quería volver a dormir.

Pero al parecer no pretendía moverse de la silla. Me di la vuelta hacia él y le dije.

—Ya vete de una vez, mañana tengo clases temprano. ¡Sal de aquí! —le dije ofuscada.

Y me miró con rabia.

—¿No sientes el más mínimo remordimiento al verme destrozado verdad amor? —dijo como si estuviera herido.

—¡Por favor!, ahora resulta que eres la víctima. —bufé de rabia por su hipocresía.

—Ni siquiera me has dado la oportunidad de explicar lo que pasó, y me deshechas como si nada con tu nuevo amor. — y secaba las lágrimas de sus ojos — Te vistes para él, planificas tu vida con él, como si yo jamás hubiese existido.

—Bueno si te sientes tan mal, ¿Por qué no te vas con la francesa a revolcarte por todas las camas de Europa? ¿AMOR? — le dije en tono despectivo — es un continente bien grande seguro te terminará por consolar.

En segundos no aguanto su rabia y se subió sobre mí, sujetando mis muñecas.

—¡Que haces idiota, suéltame! — le grité

—Me vas a escuchar te guste o no. —dijo decidido

Me sentía por demás abrumada, no solo estaba desnuda bajo las sábanas, sino que además jamás me había sujetado de esa manera, con tanta fuerza. Y su solo peso me inmovilizó.

—Si es verdad que estaba ignorándote en esa fiesta, y que te hice sentir mal, menospreciada. Y me arrepiento cada día de haberlo hecho. Quería herirte es verdad. Pero no sabes toda la historia Zara. — dijo desesperado

La historia era que cuando me puse a investigar por mí misma si acaso Cristian ya tenía pareja, Aleister me seguía en secreto para ver que hacía yo. Por su puesto mi único interés era saber porque Cristian se había resignado tan rápido. Pero en una de esas salidas la cambia formas que se hizo pasar por Melinda lo engañó también a él. Haciéndole parecer que una noche yo me dejé seducir por esas fuerzas licántropas y me besé apasionadamente con Cristian. En donde supuestamente quedamos en volvernos a ver.

Aleister herido quiso desquitarse despreciándome en la fiesta. Para cuando se dio cuenta que no era yo quien se besó con Cristian ya era tarde. Me habían llevado del aquelarre.

—¿Y si estabas tan seguro de haberme visto con Cristian porque no me enfrentaste? ¿No fuiste tú el que dijo no más mentiras entre nosotros? ¡Hipócrita! — dije con rabia. —Sabias lo que había sufrido cuando me humillaron en el instituto, mi autoestima por los suelos y te lucías con mujeres hermosas a sabiendas que terminarías por destruir mi amor propio. ¡Eres un maldito sádico!, Me heriste en mi punto más vulnerable de forma maquiavélica, ¡como tienes las agallas de decir que me amaste! —le grité

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora