Olfateando Inquisidores Parte 41

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— ¡Arriba bella durmiente ya salió el sol! — me despertó de un grito Fenrir desde la cocina

Me desperté cansada como si me hubiesen apaleado todo el cuerpo.

Y sentí un rico olor a café.

—Desayuna rápido debemos ir a olfatear inquisidores. —dijo Fenrir

La parte más difícil fue bañarme con esa agua helada, pero poco a poco me estaba acostumbrando.

—¿Y de dónde vamos a sacar la muestra de olor para rastrearlos? — le pregunté

—Tengo un maletín lleno de objetos que usaron esos sádicos. — respondió

Salimos con el Jeep a toda velocidad ya que debíamos volver temprano para mi entrenamiento.

—Te agradezco mucho que me enseñes Fenrir. — le dije sonriendo

Y me devolvió la sonrisa. Luego continuó con su serio aspecto de escandinavo.

—Antes debemos pasar por una tienda para que cubras un poco tu aspecto, no puede verte nadie conocido. Y pasaremos por unos amuletos que camuflan tu campo de energía.

Tras pasar a los lugares indicados, tenía peluca, lentes y un amuleto en el cuello.

De hecho, caminando pasamos al lado de una compañera de clase y me ignoró.

Empezamos a caminar en un barrio que se veía peligroso, de cuando en cuando sacábamos disimuladamente un objeto que perteneció al grupo de sádicos y lo olfateábamos para seguir el rastro por donde pasábamos.

Estuvimos varias horas sin resultados.

—Si lo que hacen es interrogar y torturar, debe ser un lugar grande para que puedan hacer sus fechorías sin ser notados. Y aislado del ruido como un sótano o una bodega alejada. De lo contrario los gritos de los torturados alertarían a los vecinos. —dije pensando en voz alta

Entonces Fenrir mira de nuevo el plano y la zona que nos tocaba, pero solo se veían casas residenciales. Ninguna zona de bodegas o algo parecido.

—Si estos asesinos creen actuar en nombre de su dios quizás tengamos suerte cerca de alguna iglesia. —dijo Fenrir

Y buscamos en el mapa, había dos en el área.

Fuimos a la primera y Fenrir dudaba de entrar.

—¿Nunca has entrado a una iglesia? — le pregunté

—No.

—Yo si pude el otro día, vamos, si no puedes entro a echar un vistazo y salgo. —le dije

Fenrir por alguna razón no pudo cruzar la puerta, pero yo sí.

Entré y me paseé por el pasillo olfateando a ver si encontraba el dichoso olor, pero nada.

Entonces salí y le dije a Fenrir.

—¿Cómo es que puedes entrar a una iglesia? — me preguntó asombrado

—No tengo idea. —respondí

Fuimos a la segunda, pasó lo mismo, entre sola.

Pero esta vez sí había algo. Me senté en una banca disimuladamente y unos tipos hablaban con un cura, desde lejos pude percibir ese olor. Y cuando dejaron de hablar y se disponían a salir me arrodillé y bajé la cabeza simulando que rezaba.

Luego los seguí discretamente hacia la salida, y le hice un gesto a Fenrir que ellos eran los olorosos que buscábamos.

Nos apresuramos a subir al jeep para seguirlos discretamente.

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora