Sucesos Extraños Parte 3

15.4K 1K 103
                                    

Me quedaban un par de kilómetros para volver a casa cuando de pronto siento tras de mí un vehículo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me quedaban un par de kilómetros para volver a casa cuando de pronto siento tras de mí un vehículo. No le di mucha importancia, ya que estaba más concentrada en pensar cómo sería mi reunión con mis nuevos amigos góticos.

De pronto el auto se pone justo al lado mío. Para mi desgracia era Cristian. Me miraba con cara de burla. Si era verdad que era un lobo realmente no era digno de su manada. Consideraba cobarde su forma de actuar, ya que con ignorarme era suficiente. Mi corazón se apretaba en mi pecho.

Me tragué mi pena y seguí pedaleando sin darle importancia, lo ignoré.

Pero al parecer era tan arrogante que este hecho le molestó, y comenzaba a acercar más y más su vehículo a mi bicicleta.

— ¿Qué estás haciendo? ¿No ves que puedes golpearme? ¡Detente! — pero no me hizo caso.

No creí que fuera capaz de echarme el auto encima, pero me equivoqué.

Perdí el equilibrio con mi bicicleta y me fui de cabeza a una zanja.

Sentí tanta rabia e impotencia que deseé con todo mi corazón que pagara por su fechoría.

— ¡Ojalá y te estrelles lobo marica! — le grité con toda mi rabia.

Y para mí total desconcierto, a los pocos metros Cristian perdió el control de su auto y se estrelló.

Pensé que había sido una coincidencia. Aunque en todo caso estaba feliz, se lo tenía más que merecido. Me sacudí la ropa y me quejé unos segundos por mis heridas. Luego subí a mi bicicleta y continué mi camino. Sin darle la más mínima importancia a su accidente.

Llegué a casa y fui directo al baño a bañarme y limpiar mis heridas. Tenía varios ramillones. Me puse algunas vendas y mi pijama.

Entonces empecé a buscar información acerca de las brujas. Era un mundo realmente maravilloso. Pero también difícil y triste.

Supe lo que pasaba en la antigüedad cuando encontraban a alguna. Las mataban y las torturaban de forma muy cruel.

Para mi suerte vivíamos en tiempos modernos, por lo que me podía sentir segura. Al menos eso pensaba yo.

Estuve leyendo mucho, hasta que me dio sueño y me dormí.

Otra vez empecé con las pesadillas.

Esta vez estaba completamente desnuda entrando en un bosque, pero me sentía por demás extraña. Era una sensación que todavía no podía explicar. La luna estaba llena y se veía enorme. Cuando llegué a un claro que estaba en medio de un bosque, vi a mi derecha y a mi izquierda dos seres que me llamaban.

Uno nuevamente era un lobo que hablaba a mi mente y su voz era imposible de ignorar.

El otro era un hombre, mayor, pero con un atractivo que me impedía dejar de mirarlo. Tenía algo extraño, que atraía mi presencia como si fuese un imán.

La pesadilla era tan vívida, que podía ver toda la escena con lujo de detalle. Pero lo más extraño, es que no sentía vergüenza de mi desnudez.

Me desperté a media noche con mi cuerpo todo sudado, como si hubiese corrido una maratón.

No sé si era el sueño, pero me sentía tan intranquila. Dando vueltas y vueltas en mi cama sin poder volver a dormir.

Decidí bajar a la cocina por un poco de leche para ver si me calmaba y lograba conciliar el sueño.

De pronto siento afuera como si alguien anduviera merodeando. Me acerqué lentamente a la ventana, tratando de agudizar el oído, para ver si no había sido mi imaginación.

En segundos sentí que se me eriza la piel, podría jurar que escuché un gruñido, cómo de un animal.

Y a continuación, lo que sea que estaba afuera se fue rápidamente pasando a tirar al suelo el bote de basura.

Estaba temblando del susto. Así que me apresuré a volver a mi cuarto.

Ya que no podía dormir me puse a buscar información acerca de los hombres lobos. Lo que leí decía que les afectaba la plata. Entonces pensé, que quizás debía cuidarme de Cristian ya que tuvo la osadía de echarme su auto encima. No estaba segura, si era verdad que era un hombre lobo su maldad podría llegar hasta los límites de querer herirme. Por lo tanto, debería andar protegida.

Recordé que mis tíos guardaban en el sótano un juego de cubiertos de plata, que pertenecía a la familia desde hace muchos años. Fui hasta el sótano y tras revolver todo lo que había ahí, encontré la caja.

Tomé el cuchillo que se veía más afilado, y me propuse no volver a salir sin él.

Cuando volví a mi habitación lo puse bajo mi almohada, y logré dormir un poco.

A la mañana siguiente me desperté demasiado cansada. Debido a que no pude dormir bien.

Fui hasta la cocina a desayunar y sacar un poco de comida a escondidas para mi salida con mis nuevos amigos.

Mis tíos como siempre metidos en su mundo al igual que mi prima, ni siquiera notaron las heridas de mi rostro. Era en parte un alivio. Lo bueno de esto es que podía vivir prácticamente en completa libertad.

Aunque sí debía admitir que era doloroso, ser rechazada por tu propia familia por tu propia sangre, no sé cuántas personas pasarán por eso. Pero creo que todo el mundo necesita una familia.

Nunca se han dignado a hablar mucho de mis verdaderos padres. Tan solo conversaciones cortadas. Respuestas esquivas, acerca de que fallecieron en un infortunado accidente.

Pero me pesaba en mi corazón no tener ni siquiera una foto de ellos. Para saber al menos cómo eran sus rostros. Algo que me dijera que me tuvieron con amor.

*

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora