Hablar Honestamente Parte 51

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Me desperté y Aleister dormía a mi lado

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Me desperté y Aleister dormía a mi lado. Lo miraba dormir cuidándome.

Entre Cristian y su padre y la francesa habían tratado de hacer pedazos nuestras vidas. Entonces tuve la certeza de que tuvieron solo el final que merecían. Aunque no me alegré tras tanta muerte. No solo la de Blanche sino toda una manada.

Me recosté otro rato cerca de su pecho, sin poder creer como habíamos sobrevivido a tanta desgracia y dolor. Pero después de todo la vida es justa y puso en nuestro camino a mi maestra para que triunfara la verdad. Pero todavía había una espina clavada en mi corazón que no podía sacar.

Aleister despertó y me quedó mirando.

—¿Te sientes mejor Zara?

—Si ya estoy bien, solo fue el impacto porque nunca lo había visto. Pero entiendo que solo se hizo justicia. Ella solo recibió lo que se buscó. —respondí

—¿Sabes que lo hizo porque estaba enamorada de mi verdad? Y porque mi corazón ya está ocupado.

—Si, lo sé.

—Espero que por fin te des cuenta que nunca tuve algo que ver con ella. De lo que si soy culpable es de no haber hablado contigo cuando pensé que me engañabas y la humillación que te hice pasar. Pero tú sola te hiciste justicia Zara. Me hiciste pagar caro por ese error, por dejarme dominar por los celos y acepté mi castigo porque lo merecía. Ten por seguro que por cada lágrima que derramaste yo lloré diez más.

—Si ya entiendo que me decías la verdad, aunque no podemos comparar lágrimas. Tu no fuiste ni secuestrado ni violado, tampoco estuviste en el psiquiátrico un año recogiendo los pedazos de tu alma. —respondí

Creo que Aleister se dio cuenta que no podíamos comparar sufrimientos. Pero tenía en mente otras cosas.

—Tienes razón, pero espero que cumplas tu promesa Zara. Los hechiceros que quieren ser respetados cumplen siempre lo que prometen. —dijo Aleister

Y yo no recordé de inmediato a que se refería. Puse cara de no entender.

—Cuando estábamos solos me dijiste, me juraste, que siempre serías mía, sin importar la situación. ¿Te acuerdas?

Y llegó a mi memoria lo que vivimos mientras lidiábamos con Cristian.

—Si ahora recuerdo.

—¿Y bien? — me queda mirando frente a mi cara expectante

—¿Y bien qué? — no entendía exactamente que quería

—Tienes que volver a ser mi mujer, teníamos planes de unirnos y tener un hijo. Me prometiste un hijo Zara. ¿Ya se te olvidó? —preguntó con una mezcla de desesperación y tristeza

Y yo no pude contestar que si eufórica, como lo estaba aquel día que sería nuestro compromiso. Pues había cambiado mucho, yo ahora era otra.

—Sufriste porque ese día debíamos comprometernos ante todos y yo estaba con ella, lo sé. Pero aún tenemos tiempo de reparar ese daño amor. —y acariciaba mi cara

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora