El Primer Amor Parte 12

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No aguanté a quedarme más en la fiesta debido a lo mal que me sentía

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No aguanté a quedarme más en la fiesta debido a lo mal que me sentía.

Me consideraba ridícula por ilusionarme con alguien tan importante como él.

Volvían a mi mente las visiones de mi humillación pública, el rechazo de Cristian, las burlas de todos.

Y sentí un peso tan grande en mi corazón, que solo quise volver a mi cuarto y echarme a dormir.

Tan solo me tiré en la cama tal cual estaba, y cerré mis ojos mientras unas lágrimas escapaban.

Luego de un rato me dormí profundamente con mi tristeza.

No sé qué hora sería, pero era muy tarde y solo se escuchaba el silencio.

De pronto siento que alguien abre mi puerta y se acerca a mí en la oscuridad.

—¿Que pasa Zara, porque te fuiste de la fiesta tan triste? —dijo el líder mientras se sentaba al borde de mi cama

Yo no decía nada, solo lo miraba. No tenía las agallas de decirle que me sentí ridículamente celosa. Que desde que lo vi no podía sacarlo de mi mente y sin querer entró en mi corazón.

—Puedo leer tu mente y sentir lo que está en tu corazón, pero necesito que tú te atrevas a decírmelo Zara. Aunque sea el líder de este aquelarre ningún miembro hace nada en contra de su voluntad. Debes confiar en mí.

Yo seguía en silencio mientras él acariciaba mi cabello con ternura. Pero yo sabía que solo era lástima, que me correspondiera era algo tan inalcanzable como una estrella para una chica como yo.

—¿Te atraigo Zara? ¿Me deseas? Porque yo a ti sí. —dijo mientras acercaba su cara a la mía.

Y no pude evitar emitir un gran suspiro al oír que el sentía lo mismo por mí. Y me quedé mirando sus magnéticos ojos. No podía creer lo que escuchaba. Seguro estaba soñando.

—Parece que no darás jamás el primer paso y yo no puedo esperar más. —dijo mientras sentí en mis labios el primer beso de mi vida.

No lo podía creer, se sentía tan bien sus labios. Y de pronto desapareció todo el dolor y la pena y me invadían solo sensaciones agradables que nunca había sentido.

Luego el intensificó el movimiento de sus labios y me sentí flotar. Acerqué mis manos a su pelo, tan suave y sentí su lengua en mi boca. No quería que parara. Todo era demasiado emocionante.

—¿Me deseas Zara? Dímelo —insistió

Y no sé de donde me salió el tremendo coraje para decirle sin dudar.

—Si, quiero que seas mi primera vez. — me atreví por fin a confesar lo que sentía y pensaba.

Él sonrió dichoso y me levantó de la cama para empezar a desnudarme. Pero no podía evitar sentirme nerviosa. A pesar de que lo deseaba mucho. Temblaba mientras me quitaba la ropa.

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora