Zara La Híbrida Parte 56

5.1K 426 2
                                    

Volví a mi forma humana y estaba herida, cubierta de sangre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Volví a mi forma humana y estaba herida, cubierta de sangre. Aleister se asustó.

—No te preocupes Aleister, sanará rápido, tenemos métodos. — dijo Gerda

Me acompañó hasta el río de nuevo, para volver a quitar la sangre. Me concentré para aliviar con mi mente el dolor. Y cuando salí, Gerda nos llevó hasta una cabaña rústica, para recostarme.

Estábamos lejos de las comodidades del aquelarre de Fenrir, pero tenían de todo ahí.

Pusieron ungüentos y vendas, la sensación de alivio era reconfortante.

—¿Por qué me dijiste que debíamos luchar por nuestro hijo? — preguntó Aleister mientras tomaba mi mano y me miraba con su rostro preocupado.

—Al igual que Cristian, intentó matarme cuando me consideraba una amenaza para su manada. Con Gerda pensamos que, de algún modo, tuvieron visiones de nuestros futuros hijos. Quizás los verían como amenaza para ellos. —respondí

—Entiendo, por eso dijo Fenrir que desde hace poco eran hostiles siendo que habían vivido siempre en paz. Ahora te entiendo Zara, hablaré con Gerda para construir lo que necesites para que te mantengas en forma de continuo. Cuando vuelvas a casa. — dijo Aleister y besó mi frente

Luego de pensar varios minutos concluyó.

—Tenían razón de atacarnos. Mira las batallas que has tenido tan joven y con poco entrenamiento. No había tenido la oportunidad de verte atacando con tu loba. Tu fuerza y ferocidad realmente son de temer. Si nuestro hijo es como tú, claro que será visto como amenaza, los serian ustedes dos. Y si como dijo Gerda terminamos siendo parientes, serian dos aquelarres con muchos miembros poderosos, unidos por parentesco de sangre. —dijo Aleister

Esos días esperamos a que sanaran mis heridas y la pasamos en el aquelarre de Fenrir. Era un lugar muy bello a pesar de estar situado en uno de los lugares más hostiles, en cuanto a clima.

Tras esto, mi entrenamiento de todo lo que debía aprender tanto como hechicera y como loba, habían sido largos y agotadores.

Durante el tiempo que anduvimos con mi maestra por diversos lugares no faltaron los percances y las peleas, incluso otras batallas. Pero junto a mi maestra y cuanto más aprendía, mejor me desempeñaba en cualquier ambiente que me encontraba.

Gerda tenía toda la razón cuando me dijo que, nunca más en mi vida debía bajar la guardia y tampoco dejar de entrenar. Sobre todo, si quería algún día tener una familia.

Se notaba que a donde fuéramos, algunos hasta intuían que no solo era licántropa sino híbrida. El solo hecho que supieran que entrenaba mis habilidades en ambos mundos, hacia que me miraran con desconfianza.

La cual crecía más todavía, cuando se comenzó a esparcir los rumores de lo que pasaba cuando nos atacaban con mi maestra y como terminaban nuestros atacantes.

Gerda no era híbrida, pero era una hechicera muy poderosa. Y hábil en defenderse con lo que tuviere a su alcance. La vi matar lobos tan grandes que la hacían verse al lado como una pequeña muñeca, hasta que terminaban en el suelo sin vida.

Ella me trasmitía todo su conocimiento con tal ahínco, como el de alguien que sabe que algún día le ayudará a proteger lo que más aprecia. Y sin que me diga nada, podía sospechar que mi futuro hijo terminaría de emparentarse con el aquelarre de Fenrir.

No sabía si tendría con Aleister un niño o niña, pero me reconfortaba el hecho que tendría poderosas aliadas al criarlo y ayudarlo en el camino a su adultez. Me daba más confianza en el futuro.

Estábamos más de dos años fuera del aquelarre de Aleister, pero parecía más con todos los lugares que recorrimos y lo que aprendí.

Una noche estábamos de paso, y nos quedamos a descansar en una cabaña, cerca de un lugar de Salem, la ciudad o pueblo donde ejecutaron a tantas brujas.

Ahora había varios aquelarres por los alrededores y una manada de lobos. Y la inquisición no llegaba seguido por todas las bajas que estos grupos les causaban, pero aun así, no se daban por vencidos.

Entonces cuando fuimos a comer y tomar un poco de vino para descansar, y reponernos en un restaurante apartado. De pronto nos rodearon unos extraños hombres y algunas mujeres.

Yo ya estaba con Gerda calmadas, pero en guardia, era nuestro típico día. Enfrentar sin provocación alguna, a cuanto extraño nos miraba con sospecha.

Los hombres eran altos, y fornidos, con esa aura salvaje y sensual típica de un licántropo. Y las mujeres tanto jóvenes como más adultas tenían esa mirada potente que solo una bruja o hechicera suele tener.

—¿Piensan quedarse o están aquí de paso? — pregunta uno alto, musculoso y de ojos verde intenso, mirando de forma intimidante a Gerda.

—Primero se saluda y después se presenta uno; ¿Acaso no tiene modales de caballero? — dijo ella

Todos rieron por como Gerda sutilmente ponía en su lugar al lobo. Menos el aludido quien con rostro de arrogancia y mirada altiva dijo.

—Puedo arrancarles la cabeza, más rápido de lo que pronuncio mi nombre. —dijo serio

—Entonces pronuncia tu nombre, y luego intentas arrancarnos la cabeza. — lo miré desafiante, tenía la misma actitud de Cristian.

—Está bien me llamo Geri. —dijo y no pude evitar lanzar una risita por lo poco intimidante de su nombre, entonces se enojó y apoyó sus manos en la mesa para poner su cara justo frente a la mía para intimidarme y me pregunta — ¿Qué es lo que te causa tanta gracia?

—Pensé que con esa actitud tu nombre sería más intimidante, como Fenrir, el líder de ella, te la presento es mi maestra Gerda. Y yo soy Zara del aquelarre de Aleister. Qué lástima que no tengas un nombre acorde a tus modales. — dije y me paré de mi asiento para estar más cerca aun de su cara. Y le dejé ver mis ojos que ahora tornaban en color rojo cuando estaba por demás molesta.

Entonces el lobo se salió de la mesa y dio un paso atrás. Y preguntó.

—¿Ustedes son las que cuentan que andan entrenando? — dijo levantando su ceja

—Me imagino que anda mucha gente por ahí entrenando, pero como ya dijimos estamos de paso, —dijo Gerda — y la verdad estamos algo cansadas partimos de Escandinavia, y nos queda poco para terminar igual que nuestra paciencia.

—¿Entonces tu eres Gerda la escandinava y tu Zara la híbrida? — dijo una hechicera que estaba al lado del poco amigable Geri.

—¿Si, por qué? — dije ya a esas alturas molesta

Entonces me miraban desconcertados y como si no creyeran en mis palabras.

—Pero si te vez casi como una niña, ni siquiera eres fornida y alta. — dijo Geri

Entonces de la misma forma que aprendí a levitar piedras enormes, los levanté a todos los que nos rodeaban del suelo.

—Mejor no juzgues por las apariencias Geri. —y la persona que nos atendía se apresuró en traernos la comida. Y con Gerda comenzamos a comer mientras los que nos rodeaban volvían al suelo.

—¿Y bien podemos comer en paz? ¿O pasamos directo a los homicidios? Quiero saber mi comida se enfría. — dijo Gerda con cara de pocos amigos.

Entonces como pocas veces los molestos habitantes del pueblo de paso se fueron murmurando, y nos dejaron comer en paz.

—Me gustó ese truco, hagámoslo más seguido para no arruinar nuestras comidas. —dijo Gerda

—De acuerdo maestra. — dije sonriendo.

*

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora