Disfrutando La Libertad Parte 25

8.2K 638 49
                                    

Luego de que se fueran los lobos, nos relajamos con mis amigos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de que se fueran los lobos, nos relajamos con mis amigos.

Por fin podíamos respirar en paz sabiendo que no habría peleas ni rencillas por orgullo, ya que quedo claro que el aquelarre recibió bien a Cristian, pero sencillamente el amor no me nació a mí.

—¿Cuánto tiempo creen ustedes que sea prudente ocultar nuestra relación, para que no lo sepan en la manada? — pregunté curiosa, ese detalle era importante para dejar en claro de que mi enamoramiento se producía después de Cristian.

—La verdad yo creo que unos cinco o seis meses. Tendremos una fiesta y podrán decir que ese día saltaron las chispas. — dijo Gunther y nos reímos

—Está bien, creo que es un tiempo prudente.

Ya se acercaba la noche así que me despedí de ellos y me fui a acostar.

Cuando entro a la habitación vi al líder raro, tenía un vaso en su mano y estaba más bien desparramado en su silla.

—¿Qué pasa amor te sientes bien?

Me miró y pude notar que había estado llorando y me preocupé.

—Pero ¿qué pasó?, háblame — dije preocupada

—Disfrutaste demasiado ese beso Zara te vi. — y cuando habló me di cuenta que estaba ebrio.

—Pero amor, decidimos que debíamos llevar esto al extremo por la paz para el aquelarre; ¿te acuerdas?

—Si, pero te vi demasiado emocionada, tampoco tenías que exagerar tanto tu actuación. —dijo él

—Tú sabes porque lo hice ya deja de beber.

—No, quiero ahogar mi pena. —y salían lágrimas de sus ojos

—Pena de qué, si fue tu plan amor.

—De que besaras con tanto entusiasmo a ese lobo pulgoso. ¡Que tanto le ves! ¡dime! —dijo molesto

—No le veo nada te amo a ti. — y acaricié su rostro

—¡Tanto que me esmero por verme bien y usar perfumes para nada! ¡Te atrae ese pulgoso! —y seguía empecinado con la idea

—Vamos amor descansemos.

—A lo mejor si dejo de bañarme te atraigo más... —refunfuñó

—Ya basta amor.

—Seguro que ese salvaje ni se baña. —dijo con desprecio

—Amor vamos a dormir.

—Nunca pensé que caería tan bajo por amor. —dijo con pena y haciendo pucheros

—De que hablas basta, suelta ese vaso.

—Permití que te besara. ¡Un pulgoso! —volvía sobre lo mismo

Ya que no podía su cuerpo debido a su estatura tuve que buscar ayuda para acostarlo.

Me dolía el corazón verlo así.

No imaginaba su pena teniendo que soportar toda esa semana que me paseara con Cristian.

Y decidí que el mejor remedio a su corazón era darle el hijo que me había pedido. Ahora que estaba segura de que estaríamos en paz.

Lo miraba dormir y suspiraba hondo, se notaba que su corazón había estado demasiado angustiado.

Lo arropé con ternura y acariciaba su cabello.

Al otro día se despertó, avergonzado porque lo viera en ese estado.

¿Vamos mi amor, quieres ducharte conmigo? Antes le di una aspirina, seguro tenía la cabeza en pedazos.

Estando bajo el agua acaricio su pecho.

—Te amo mi hechicero hermoso. Ya sé que te dolía verme con él, pero eso ya pasó. Por fin ganamos. Debemos estar felices mi amor.

Y me abrazó aun con pena.

—No quiero volver a pasar por lo mismo pequeña. Fue una pesadilla. Aunque me veía calmado.

—Ya no será necesario. —le dije mientras lo acariciaba.

Salimos de la ducha y le dije que descansara otro poco que le tenía una sorpresa.

Estaba más tranquilo y se arropo quedándose dormido otro rato.

Fui a la cocina y pedí ayuda para preparar una comida romántica con velas y flores. Con la comida preferida de mi amado.

Luego busqué un lindo vestido que me hiciera ver sexy, me maquillé y me puse joyas. Ya que sería una ocasión especial.

Hable con Gunther para que me ayudara al rato a que se preparara el agasajado elegante como siempre.

Luego de algunas horas él esperaba en la habitación, pero no entendía para que. Como era impaciente miraba para afuera y las chicas le decían que se quedara adentro que no debía ver la sorpresa.

Al rato Gunther me ayuda a llevar la mesa preparada y entro yo con mi vestido sexy.

Gunther sale guiñándome un ojo.

Me acerco a él con movimientos sexys.

—¿Qué tal una comida romántica mi hechicero?

Me mira sonriente y me hace una seña para que me siente en sus piernas.

—Te vez hermosa como siempre pequeña. ¿Y a qué se debe esto?

—¿Además de nuestra libertad? Y que debemos celebrar nuestro amor. Te tengo otra sorpresa, pero primero comamos. — dije sonriendo

Él estaba por demás impaciente por saber, no se imaginaba que era.

—Vamos Zara dime, me mata la curiosidad.

Entonces le entregué una pequeña caja.

El la abrió y frunció el ceño al no entender a primeras de que se trataba.

—¿Es un pequeño zapato? —y me miró sonriendo

—Me decidí a darte el hijo que tanto quieres amor, pero creo que debemos esperar un poco para que no debamos estar escondiéndonos. Los chicos me dijeron que en seis meses abra una fiesta, y creo que ese es el momento perfecto para que ya no nos escondamos más. Aunque se entere la manada, será meses después de rechazar a Cristian.

Entonces vi la emoción en sus ojos y me besaba y abrazaba feliz.

—Todavía no lo creo, por fin voy a ser padre. — dijo y hundía su cara en mi pecho sin poder ocultar su emoción. Llevaba una vida larga de soledad y por fin faltaba poco para que pudiese tener su propia descendencia. Solo seis meses más, y pondríamos nuestros esfuerzos para crear nuestra propia familia.

Pusimos música romántica y bailamos largo rato, celebrando nuestra libertad y nuestro amor.

Y en sus brazos pensaba, como había cambiado tanto mi vida. De ser una eterna rechazada, a que me amara incondicionalmente un hombre poderoso, en todos los sentidos de la palabra. Y que tendría mi propia familia a quien amar.

Era un sueño que se haría realidad. Para alguien que creció sin padres y que nunca supo del amor de la familia este era el cambio más drástico de todos. Era como si el universo en un solo paso, me dara todo lo que antes me había negado y mi corazón no daba más de felicidad.

Bailamos por horas, música romántica y no nos cansábamos de sentir nuestros cuerpos, nuestros corazones. De que llegaría a su fin nuestra eterna soledad y hasta hicimos planes de nombres y cuantos bebés serían. Soñamos y planeamos por horas hasta que el sueño nos venció.

No había sabor más dulce que la libertad, de decidir, de escoger, de planificar.

*

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora