Viviendo Mientras Se Pueda Parte 35

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Al otro día me levanté e hice un esfuerzo por prepararme para volver a la universidad

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Al otro día me levanté e hice un esfuerzo por prepararme para volver a la universidad.

Al menos se lo debía a la doctora, la mujer que consideraba la madre que nunca tuve. Solo por ella recobré ánimos para seguir con mis clases.

Y lo primero que vi al salir de mi residencia fue al inquisidor moderno.

Estaba estacionado justo a la salida. Ya sabía que cada acercamiento que tenía conmigo, era para indagar mi naturaleza hechicera, esperando el momento preciso para cumplir su cometido asesino.

— Hola Zara, ¿quieres que te acerque a la universidad? — me preguntó

— No gracias, prefiero caminar. — y me di la vuelta y continúe por la vereda.

Llegué hasta el prado del Campus, y había varias parejas de jóvenes besándose antes de entrar.

No pude evitar quedarme mirando, como se tocaban, como se besaban. Se veían tan felices. En contraposición a mi existencia miserable.

Entonces se acercó el joven inglés y me habló.

— Hola Sara, ya es hora de entrar o llegaremos tarde.

— Si tienes razón vamos...

Al entrar al salón, sin que le dijera nada se sentó al lado mío.

El profesor de mitología, luego de dar su clase, indicó que deberíamos agruparnos de al menos dos personas para hacer nuestro primer trabajo e informe.

Deberíamos estudiar las leyendas de los hombres lobos.

De inmediato el joven inglés me dijo que podíamos unirnos para el trabajo.

Tenía una sonrisa de oreja a oreja, y hasta me dio pena decirle que no. No sé porque estaba tan ilusionado.

Pero como era un ser humano normal, quizás me vendría bien pasar un rato con él.

— Está bien. — le dije y le faltó poco para dar un salto de alegría en su asiento.

Terminando con la última clase del día, el mismo joven se acercó y me invitó a unos juegos que había en el centro de la ciudad.

— Zara hay unos juegos muy divertidos en el centro. ¿Te gustaría ir para distraerte un rato antes de que comencemos con el trabajo? — me dijo entusiasmado.

Lo pensé unos segundos, y creí que sería un buen cambio. Después de todo, con el líder lo único que hacíamos era estar en su cama y la idea de cita romántica de Cristian era encerrarme en un sótano. Por lo menos salir con este joven era algo normal.

Lo miraba y de verdad era un joven guapo, de piel tersa y morena, labios carnosos y unos bellos ojos grises. Pero no entendía porque le entusiasmaba tanto estar conmigo.

Me compró dulces y en los juegos de tiro ganó un peluche que me regaló.

Y nos subimos a varios juegos, cada vez que podía trataba disimuladamente de rozar mi mano.

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora