Paseando Por El Desastre Parte 47

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Al día siguiente me levanté, y no pude resistir la idea de ir a mirar lo que fue el territorio de la manada de Cristian

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Al día siguiente me levanté, y no pude resistir la idea de ir a mirar lo que fue el territorio de la manada de Cristian. Me sentía más segura de entrar, debido a mis nuevas habilidades licántropas.

Cuando llegué era un área muy amplia había muchas casas. El césped había crecido sin control por todos lados, y las enredaderas amenazaban lentamente con sepultar lo que alguna vez albergó familias.

Traté de recordar, cuál sería la casa donde me llevaron cuando estaba herida. Y estaba casi segura cuál era.

Traté de seguir con mi olfato lo que fue el aroma de Cristian, y me llevó a una casa, que tenía dos pisos.

Al entrar, la vista era desoladora. El polvo había cubierto todo, no había el más mínimo rastro de que un ser vivo hubiese estado allí por mucho tiempo.

Con mi olfato subí a lo que fue la habitación de Cristian. Y en medio del abandono y el polvo, pude perfectamente ver una planta. Que, para mi sorpresa, sin que fuera regada, aún se mantenía con vida. Era aquella que le regalé a Cristian, cuándo por escapar de él, lo engañaba y lo ilusionaba.

Miraba su habitación y trataba de imaginármela sin todo ese polvo que la cubría. Era extraño ver, que parecía la habitación de un adolescente normal.

Salí de la casa y me pasé por varios lugares. Al parecer, alguien había sacado o hecho desaparecer los cuerpos. Todo se veía como un pueblo fantasma. No tuve el valor de intentar ver si quiera dónde se encontraba aquel sótano. Sabía que no sería capaz de soportarlo.

Me imaginaba a Aleister, fuera de sí, matando uno por uno todos los que vivieron aquí. Podía imaginarme su ira y el odio tan grande que le hizo perder su pose tranquila, elegante y reflexiva.

Y me di cuenta, que ambos actuábamos igual. Ante el dolor de aquellos quiénes tenían nuestro afecto.

Mientras estaba en el hospital, ignoraba todo lo que había pasado aquí afuera.

Y a pesar de que a Cristian llegué a desearle la muerte, no era capaz de sentirme feliz en medio de tanto desastre.

Me preguntaba si después de tanta muerte que se causó por mí, realmente tenía derecho a ser feliz algún día.

Si tuviera el poder de viajar en el tiempo, me hubiese dicho a mí misma, no pongas jamás tus ojos en Cristian.

Lo hubiese ignorado hasta mi mayoría de edad y él solo se hubiese acercado, y sé que suena loco, pero quizás la historia hubiese terminado muy parecida a lo que fue con James.

Durante el cortejo él se comportaba como otra persona, y ahora que sabía lo que era soltar a tu lado más salvaje, podía incluso entender alguna de sus actitudes.

Quizás al no haberlo rechazado y dejar libre mis impulsos de licántropa aceptando el destino de ser su pareja, a lo mejor jamás hubiese visto es el lado malvado de él.

Eternamente rechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora