Capítulo 12

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Seguía un poco sorprendida por el hecho de que Zack hubiera venido a mi casa por el simple hecho de querer verme. Me generaba cierta... emoción.

Me pasó por un lado tras cerrar la puerta detrás de sí. El rostro debió habérseme enrojecido por completo cuando dejó un beso en mi mejilla, para luego seguir su camino, como si nada.

Respiré hondo.

Llegó hasta la sala de estar, admirando todo el panorama. Dejó la caja de pizza en la mesa del centro, aún mirando a su alrededor con curiosidad. Llegué después de él y me senté de golpe en el sofá. Traer a Avery en brazos debería ser considerado como un ejercicio.

—¿Peppa la cerdita? —preguntó el pelinegro, mirando la televisión mientras se dejaba caer a mi lado. Se giró a ver a Avery—. ¿No te gusta otra cosa? Bob esponja, ¿tal vez?

Me mordí el interior de la mejilla para evitar sonreír.

—Ya lo intenté, solo le gusta esa familia de cerditos.

Como si quisiera confirmarlo, la aludida aplaudió y volvió a reír. Se estiró para intentar llegar a la pantalla. La regresé a su lugar de inmediato.

—Con cuidado, eh. Mira que tu mami no es muy simpática conmigo...

Avery me ignoró, y siguió intentado alcanzar la pantalla con sus manos. El chico a mi lado, pues, no lo ignoró del todo.

—¿Ah, no?

Zack lucía ligeramente confundido. Me encogí de hombros.

—Diría que no soy de su total agrado.

En ese instante, la alarma que había programado se hizo escuchar. Me avisaba a qué hora debía de darle de comer a Avery. Me levanté con ella en el pecho.

—Iré a por su biberón. ¿La tienes por mí?

Él la acogió sin protestar y me siguió a la cocina. Se quedó un par de segundos mirando las fotografías en las paredes del pasillo. Alcancé a ver que una sonrisa se formó en sus labios.

—¿Esta es Cassie, no?

Me asomé por el umbral para ver de qué foto hablaba. Asentí al mirarlo.

—Son... idénticas —murmuró, con sorpresa.

—Nos lo decían mucho.

Las protagonistas de la fotografía éramos ella y yo. Sonreíamos con diversión a la cámara, abrazadas y con las mejillas rojizas de tanto jugar en el parque. Calculaba que yo tenía aproximadamente unos siete años; ella tenía diecisiete para ese entonces.

Zack se quedó ensimismado observando otro portarretrato. Esta vez, se trataba de la vieja foto familiar. Luego, sus ojos se desviaron a la que estaba a su lado. Su ceño se arrugó levemente.

—¿Por qué tú no estás aquí?

Como ya había terminado de preparar el biberón, me acerqué a donde estaba. Puse una mueca al entender a lo qué se refería.

—Aquí les agradaba —dije, señalando la foto de hace unos años. Miré la foto familiar actualizada y la señalé con un dedo, suspirando—. Aquí ya no. Creo que... fue duro para ellos ver que yo era idéntica físicamente, excepto por todo lo demás.

Le pedí a Avery para darle de comer, sin inmutarme, y él me la entregó, aún con los ojos puestos en mí.

—Por eso... ¿te tratan así?

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora