Capítulo 20

31 6 0
                                    

Las enfermeras me sacaron de la habitación luego de ello. Me negué rotundamente, dije que quería quedarme, pero solo sonrieron con amabilidad y me guiaron hasta la puerta. Salí un segundo después, con la visión borrosa y una sensación de vacío inundando mi pecho.

El pasillo seguía luciendo igual de triste cuando me adentré a él. Las piernas me temblaban, me había quedado sin fuerza en todo el cuerpo. Así que llegué hasta la pared, hasta pegar mi espada contra ella. Me encogí sobre mí misma en el suelo, escondiendo mi cabeza entre mis rodillas.

El nudo en mi garganta creció, y solo entonces, al estar afuera, me permití llorar. Tenía la respiración acelerada, las mejillas empapadas y, como creía, mis padres se habían ido, llevándose consigo a Maggie.

Ni siquiera me importaba lucir vulnerable. Me dolía tanto que no me detuve a pensarlo. Me eché el cabello para atrás con los dedos, intentando calmar mi respiración. Sentía que me estaba ahogando.

El mundo seguía corriendo. Lo recordé en cuánto mi móvil sonó en mi bolsillo trasero. Sorbí por la nariz, limpiándome las mejillas con los dedos. Saqué mi celular casi en modo automático.

Cerré los ojos cuando vi que se trataba de Zack. Mi corazón se quebró un poco más porque supe que, si contestaba, no iba a poder contenerme. No iba a poder hacerlo.

Sin pensar muy bien en lo que hacía, descolgué. Quizás solo quería que la melodía que había puesto de tono se callara.

—Creí que no contestarías, ¿va todo bien?

Sostuve mi cabeza con mi mano libre, y inhalé con profundidad, tratando de tranquilizarme. No funcionó.

Seguí llorando. Mis pulmones se contrajeron; era casi como si una soga estuviera a su alrededor y estuviera impidiéndome respirar del todo bien.

Ni siquiera sé donde dejé mi celular. Probablemente en el piso, a un lado. Creo que activé el altavoz sin querer. No era como si estuviera fijándome.

—¿Qué está mal? —preguntó él inmediatamente, con la preocupación adornando su voz—. ¿Qué sucedió? ¿Te encuentras bien?

Nada está bien.

No respondí. En realidad, no podía. Si hablaba, sería solo un murmuro que no entendería. No me veía capaz de hacerlo.

Hipé, y tragué saliva un par de veces, para ver si así conseguía aligerar el nudo en mi garganta que estaba asfixiándome.

—Preciosa, ¿qué pasa? Dime qué sucedió.

Nunca estaría del todo lista para decirlo, así que lo solté sin más, con la voz rota y lágrimas aún corriendo por mi rostro.

—Mi abuelo... ha muerto.

Nunca creí que diría eso. Y, decirlo, por más que me doliera, lo convertía en algo real. Un hecho.

Negué, y eché la cabeza para atrás, apoyándola de la pared. La luz de pasillo iluminaba por completo mi cara. Volví a secarme las lágrimas, aunque sabía que era inútil.

Me coloqué una mano en el pecho, y agaché la mirada. El zumbido en mis oídos era lo único que lograba escuchar. Todo lo siento muy lejano justo ahora. Los ojos se me cierran casi por inercia. Estoy asfixiándome. No soy capaz de respirar.

En algún punto, logré escuchar la voz lejana de Zack, estaba perdida entre todo el caos. Sonaba muy lejos, algo distante, como si no se encontrara al lado, en la línea, al celular.

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora