Capítulo 16

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Inhalé con profundidad mientras me encaminaba con Zack a la mesa. El ambiente aquí se sentía menos pesado, más ligero.

El camino lo sentí en cámara lenta; casi como si estuviera atravesando una clase de barrera invisible. Como si hubiera bajado las defensas y me hubiera dedicado solo a observar.

De algún modo, el nudo en mi garganta desaparece en cuanto me siento. Me acomodo en mi lugar, saboreando el momento y dándome cuenta de lo que significa.

Es un nuevo comienzo. Sin ella, sin mis padres, pero con personas nuevas en mi vida.

Debía adaptarme. Acostumbrarme a esto. Era lo mejor.

—¿Cómo te sientes?

—No lo sé —respondo, repiqueteando el dedo en la mesa.

Admiré el entorno. Era cierto que lucía igual que antes; los colores vivos te hacían querer entrar de inmediato y llenarte de ellos, el olor que desprendía el lugar era dulce y hogareño, y el estilo retro que portaba el local era sin duda, la cereza del pastel.

Las risas abundaban en el ambiente, haciéndolo divertido y cómodo; algunos niños por poco pegaban la nariz al vidrio, babeando por los dulces de la vitrina.

Zack detuvo mi dedo, aprisionando mi mano. Le dio la vuelta y la tomó entre sus dedos. Eso me hizo volver mi vista hacia él.

—¿Cómo te sientes? —repitió.

—Extraña —confesé, apretando su mano sin darme cuenta—. No es como creí que sería volver aquí.

—¿Cómo creíste que sería?

—Abrumador —digo—. Pensé que saldría corriendo apenas pisara el lugar, pero... no es así. Se siente bien, reconfortante, tal vez.

No puedo dejar de pensar en eso. Aún puedo sentir su boca sobre la mía. Ojalá la comida llegue pronto, necesito hacer algo más para dejar de pensar en ese beso. Debo mantenerme concentrada en sus ojos para no desviar mi vista a sus labios y que se de cuenta.

Debo centrarme.

—Aún se siente así —susurro.

Se sigue sintiendo de este modo. No hay pesar, ni incomodidad, ni vacío. El miedo que tuve todo este tiempo fue por nada.

En ese instante, apareció el señor Tom con dos frappes grandes; uno de fresa y otro de naranja. También un muffin de red velvet que no probaba hace mucho y una ración de papas fritas para Zack. Después de agradecerle, se marchó con una sonrisa.

Entusiasmada, le di un sorbo a mi bebida. La oleada de sabor me hizo sonreír como a una niña que le acaban de regalar un dulce. Él soltó una risa al verme.

—Te ves bien —musita.

—Me siento bien —articulé, sin poder creérmelo.

Mi mano rozó algo el filo de la mesa; fue una nueva textura. Me incliné para ver de qué se trataba y me sorprendí cuando visualicé una pequeña placa de metal con una "W" en el centro. Abrí ligeramente los labios.

—No sabía que esto estaba aquí —farfullo, echándole una ojeada—. Es... es... guao.

Ni siquiera sé que pensar. Esta es la mesa en la que comía todo el tiempo, en la que reía y me divertía sin pensar en nada; en ese momento no importaba el futuro, solo el presente. Y ahora todo era tan diferente.

—¿Tú lo sabías? —inquiero.

—Sabía de la placa, estuve aquí el día que la colocaron. No recordaba que estaba ahí.

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora