Capítulo 17

32 7 0
                                    

Los golpes en la puerta lograron despertarme. Fruncí el ceño y miré mi entorno con aire confundido. Con lentitud, me saqué la cobija de encima y y di un respingo al pisar el suelo de mi habitación. Qué frío hacía.

La lámpara estaba encendida, al igual que cada noche; quizás por ese detalle no me dio un infarto del todo al ser interrumpida en mis sueños.

Aunque tampoco era un sueño muy bonito.

Volvieron a azotar la puerta. El reloj en mi mesa marcaba las dos de la madrugada, así que quien sea que fuera, debía tener problemas para conciliar el sueño o, una ligera emergencia.

Cuando abrí la puerta, el rostro espantado de Maggie me hizo inclinarme hacia la segunda opción.

—Creo que tenemos un problema —pronunció, apenas cruzó el umbral y se plantó delante de mí.

Mi ceño se arrugó.

—¿Qué sucede? —quise saber.

Miró detrás de sí, en dirección al pasillo. Ese gesto solo hizo que mi confusión incrementara.

—¿Mamá y papá están dormidos? —interrogó.

—Pues... sí. Son las dos de la mañana.

—Podrían estar despiertos —susurró.

—Maggie, ¿qué pasa?

—Creo que alguien está en la habitación de Cassie.

La confesión me hizo levantar ambas cejas. Jugueteé con mis dedos en mi regazo.

—Pero... nadie entra ahí. Solo mamá, y solo lo hace para sacudir el polvo.

—Ya lo sé —musitó—. Pero he oído ruido dentro y he venido hasta aquí. ¿Crees que sea mamá?

—No lo creo.

Quise evitarlo, pero de nuevo no he podido. La sensación de malestar vuelve a embriagarme y me hace ser consciente de mi pesada respiración.

El efímero recuerdo del sujeto del otro día cruza por mi mente y la probabilidad en la balanza que he instalado en mi cerebro de que se trate de él, es cada vez mayor.

—¿Estás segura de que escuchaste algo?

Asintió, esta vez sin duda en sus facciones.

—Vayamos a ver —sentenció.

Respiré hondo.

—Bien, vamos.

Le pasé por el lado y juntas nos adentramos al pasillo, el cual estaría por completo a oscuras sino fuera por la luz que sale de mi cuarto. Antes de llegar a la puerta, nos pasamos por la habitación de mis padres. Los dos yacían dormidos sobre su cama, así que podíamos descartar que ellos podrían haber estado hurgando en al pieza de Cassie.

Tal vez ese hecho me puso más nerviosa.

La puerta se encontraba cerrada, igual que siempre. Al posicionarme delante de ella, cientos de recuerdos pasaron por mi cabeza.

Con el transcurso de los años, me había plantado aquí de la misma forma; con el mismo sentimiento, con la misma emoción. Con tanta normalidad que nunca llegué a apreciar el hecho de que yo tocaría y ella, consecutivamente, abriría y me recibiría con una sonrisa cálida.

Esta vez, no sucedería de ese modo. Entonces no toco. Solo abro la puerta como si el espacio me perteneciera.

Tanteé la pared en busca del interruptor de la luz y al presionarlo, el cuarto se iluminó y su recuerdo junto a él. La estancia lucía como si nada hubiera ocurrido; como si la mismísima Cassie Wylie fuera a atravesar esa puerta en cualquier instante.

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora