Capítulo 2

75 14 5
                                    

Despertar para enfrentarme al segundo día de clases es, sin duda, lo más difícil de mi día. Paige me sacude por el hombro un par de veces antes de suspirar, rindiéndose y marchándose a mi baño para darse una ducha.

Me desperezo en mi cama, estirándome y restregándome los ojos hasta sentarme contra el respaldar. Veo de reojo el saco de dormir en donde Paige ha estado hace solo un minuto. Sí, solo a nosotras se nos ocurre hacer una pijamada el primer día de clase y desvelarnos viendo películas de Disney.

Me muero de sueño.

Ya extraño mis vacaciones, pienso, al calzarme mis pantuflas de perro y salir de la cama en dirección al baño del pasillo. Cuando entro, visualizo el jabón de fresa en la jabonera. Resoplo y giro los ojos al recordar a Paige babear por él y quejándose de que yo también debía tener el de fresa, y no el de uvas en el baño de mi habitación.

Cada día la gente es más complicada.

Suelto un bostezo tras salir del baño y cuando vuelvo a mi cuarto, la ducha ya no se escucha. Acierto en que Paige ya se estará cambiando. Es increíble el ánimo que se carga el día de hoy.

Sale exactamente tres minutos después de haberme sentado en la cama y haber revisado el móvil vagamente.

Frunzo el ceño cuando levanto la mirada y la clavo en ella.

—¿Estás usando mi toalla de gatitos para secarte el pelo?

Se encoge de hombros.

—Tal vez.

—Paige —advierto.

—Ya lo capto. Ya lo capto.

Deja de frotarse el cabello rubio con ella y me mira de arriba a abajo con una expresión rara en el rostro. Se cruza de brazos sin dejar de mirarme.

—¿Qué? —pregunto, sin poder resistirlo.

—¿No piensas ducharte? ¿O cambiarte la pijama? Llegaremos tarde, Pressley.

Suelto un gruñido mirando al techo. Me pongo de pies a regañadientes.

—Ya voy.

Cuando todo está listo, bajamos por las escaleras con las mochilas colgadas del hombro y el móvil en la mano. Ya se escuchan murmuros en la cocina que me hacen tensarme un poco.

Paige ya conoce a mi familia, fue algo inevitable ya que nos conocemos desde pequeñas, pero... aún así, es algo difícil ver cómo toda la situación ha cambiado drásticamente desde... eso. No va a mencionarlo, o tal vez sí, pero sé que ella lo ha notado. Es difícil no hacerlo.

Llego al piso de abajo y cruzo el umbral de la cocina. Mamá está de espaldas hacia mí, preparando un huevo en el sartén. Papá está apoyado sobre la barra con una taza de café entre los labios. Mi oído se agudiza y logro captar movimiento en el baño de la planta baja. Esa debe ser Maggie.

Respiro hondo antes de decir:

—Buenos días.

Mamá me escucha ligeramente y pronuncia en voz muy baja una respuesta. Papá solo sigue sorbiendo de su café, dándome una mirada de reojo. Juego con mis dedos en mi regazo.

—¿Cómo están? ¿Todo...?

—Dentro de poco será el cumpleaños de Cassie —pronuncia papá, con cautela y con la mirada fija en la espalda de mamá que se ha tensado. Me congelo en mi sitio, pero él no parece prestarme atención—. ¿Lo habías recordado?

—Por supuesto que sí —respondió, con los dientes apretados y dándose la vuelta para clavar su mirada en la mía. Retrocedo inconscientemente—. ¿Y tú lo recordaste, Pressley? ¿O es que ahora te imaginarás a otra persona y...?

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora