Capítulo 29

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El camerino es una zona de caos justo ahora. A simple vista, todo parece normal, pero en realidad no es así. Todos estamos súper estresados y ansiosos por nuestras presentaciones. Creo que cada uno tiene un debate interno en este momento.

Traigo mi vestuario puesto debajo de la chaqueta. Es un traje de una pieza. Se trata de un vestido blanco lleno de piedrería. Es cómodo y muy delicado, casi se siente como un soplo de aire fresco. Tiene mucho vuelo y estoy segura de que se verá genial en el escenario. Pero aún así no puedo evitar estar nerviosa.

Las demás participantes tuvieron un tiempo prudente para haber perfeccionado su coreografía. Mientras yo tuve menos de cinco días para hacerlo. Incluida Mia, quien estuvo ensayando desde hace un mes atrás y es mi competencia dentro del estudio.

No digo nada, pero mis nervios se reflejan solos. Las manos no dejan de temblarme y eso está siendo un impedimento para que pueda maquillarme correctamente. O tal vez sea porque quiero que hoy todo salga perfecto y no me gusta nada de lo que hago.

Suelto un gruñido y dejo la brocha para quitarme el desastre que he hecho con una toalla húmeda.

—¿Noto problemas?

Esa voz me hace levantar la mirada y verlo a través del espejo. No puedo evitar sonreír y levantarme de un salto para abrazarlo. Él me recibe gustoso, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

—No me dijste que vendrías —lo acuso al alejarme.

—No iba a perdérmelo por nada del mundo.

Sonrío de nuevo y poniéndome de puntillas, le doy un beso rápido en los labios. Me mira divertido cuando me separo. Observo mi alrededor para ver si hay algún curioso, pero parece que siguen igual de sumidos en su miseria que hace un momento. Eso me recuerda en lo que estaba haciendo antes de que él llegara.

Como si me estuviera leyendo la mente, dice:

—Tienes la cara manchada.

—Lo sé —concedo, suspirando—. El maquillaje hoy se me da fatal. Estoy muy nerviosa.

—¿Quieres que te ayude?

Estaba esperando justo eso. Asiento efusivamente con la cabeza y lo cojo de la mano para arrastrarlo a donde están mis brochas. Me siento en mi lugar y le digo que era lo que estaba tratando hacer. Él lo entiende enseguida, y como si de un profesional se tratase, toma la brocha correcta y empieza a maquillarme.

Él era quien maquillaba a Melody cuando las demás madres no podían hacerlo. Es muy bueno en ello. Aunque ahora que lo pienso, Zack es bueno en todo. Es una clase de don.

—Gracias —farfullo cuando está poniéndole más sombra a la brocha.

—No hay de qué.

Ni siquiera transcurre mucho tiempo. En un par de minutos, Zack está delineándome el ojo con suma concentración. Chasquea los dedos cuando termina y me deja mirarme en el espejo.

No puedo evitar sonreír. Es justo lo que quería.

—Eres el mejor.

Él me dedica una sonrisa ladeada y apoya sus manos en el respaldar de mi silla. Sus ojos esmeralda poseen un brillo más potente el día de hoy.

—No es nada. —Le quita importancia al sacudir la mano—. Igual te veías preciosa.

Me le quedo viendo más de lo debido. Él junta las cejas al percatarse.

—¿Qué? —pregunta.

—¿Dónde has estado toda mi vida, Zack?

Se inclina más hacia mí.

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora