Capítulo 7

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La brisa me dio de lleno en la cara y cerré los ojos por un momento. Doblé el cuello a mi derecha y solté un gruñido cuando éste crujió. Estuve a punto de poner mala cara, pero entonces noté la curiosa mirada de Melody puesta en mí. Le sonreí y ella pareció conforme con eso.

Había terminado de acomodar todos los muñecos que había sacado de su mochila. Los había distribuido y al parecer, cada una tenía su propio montón de juguetes con los que pelear. Aunque... noté que ella tenía a lo más capacitados para esta lucha ficticia. Aún así, no dije nada.

Ella movió a Rainbow Dash y empezó a manejarla de un modo en el que pareciera que estaba combatiendo. Me apresuré a tomar uno de los muñecos y a moverlo igual que ella.

Y, cómo era de verse, el pony venció al diminuto Piolín. Melody soltó una risa divertida y siguió en lo suyo.

—Ese es el muñeco que usa mi hermano para jugar —mencionó, cuando vio que escogía a Pikachu entre el montón. Subí la mirada.

—¿En serio? —escondí un bostezo tapándome la boca—. Tu hermano tiene buen gusto.

Ella se lo pensó por un momento antes de responder.

—Sí, él es muy cool —dijo, con una sonrisa—. Pero, ¿sabes que lo haría mucho más cool?

—¿Qué?

—Una novia.

Alcé las cejas y subí la vista de Pikachu hasta ella. Se le había dibujado una sonrisa soñadora que me hizo entrecerrar los ojos.

—¿Una... novia?

—¡Sí! —exclamó, y me asombró lo emocionada que lucía con el tema—. Así podré jugar con ella y mi hermanito será más feliz.

—Seguro que a tu hermano le fascina la idea...

Dejé la oración en el aire y seguí centrada en los muñequitos de mi montón, sin tomarle mucha importancia. La pequeña rubia ya había mencionado a su hermano mayor, así que no me sorprendía que hablara de él. Aunque tampoco es como si me diera mucha información al respecto.

Fruncí el ceño cuando noté que se había quedado observándome en silencio. Mala señal.

—¿Qué? —cuestioné.

—¡Tú podrías ser su novia!

—¿Eh?

—¡Sí! —vociferó, con la mirada iluminada de pronto—. Será muy divertido. Vendrás a casa y jugarás conmigo a las princesas y...

—Pero...

—... veremos la televisión y haremos fiestas de té...

—Melody, creo que esas cosas las debe decidir él, ¿no? —musité, con toda la suavidad que pude reunir—. Igual puedo jugar contigo.

—Pero a él le gustarás —asegura, con un mohín que me hace ladear la cabeza.

El rostro de mamá llega a mi mente por un segundo. Solo uno. Sacudo la cabeza para despejar mi cabeza y desechar ese recuerdo. No. Ahora no.

—De seguro ya hay una chica que le guste —afirmé, tratando de zanjar el tema y volver a nuestra improvisada batalla de juguetes.

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora