Capítulo 58

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(FINAL)

Es la mañana del doce de febrero, y me encuentro entre las sábanas de mi habitación, envuelta como un burrito, con mis peluches a un lado y el Señor Guantes a mis pies.

Una ligera melodía me hace abrir los ojos con lentitud. Me incorporo, soltando un bostezo y estirándome igual que un gato.

—¡¡Sorpresa!!

Me sobresalto en mi lugar y seguidamente, dejo de estirarme para subir la vista. Termino encontrándome con un enorme cartel que dice: ¡Feliz cumpleaños, Pressley! En letras coloridas y brillantes. Suelto una risa al verlos en mi habitación.

Maggie y Paige sueltan el cartel para abalanzarse sobre mí y abrazarme. Son como dos ositos cariñositos.

—¡Ya tienes dieciocho, Pressley! —exclama Maggie, con los brazos alrededor de mi cuello—. ¡Ya puedes ir a discotecas y beber todo el alcohol que quieras! ¡Yei!

—No, no. Nada de eso —interviene la rubia, aún abrazada a mí—. Ella usará ese poder para poder entrar a la biblioteca y ir a la sección +18...

—¡Paige! —la corto, roja como un tomate.

Las risas de los demás solo consiguen que enrojezca más. Le pellizco el brazo, a lo que ella se aleja con rapidez. Abre la boca, indignada, mientras se soba con la mano la zona. Rodeo a Maggie con los brazos, sonriendo. Paige me mira con los ojos entrecerrados desde su lugar.

—La cumpleañera amaneció agresiva —murmura, y aunque quiere hacerse la indignada, una sonrisa termina colándose en sus labios—. ¡Zack, ven a calmar a tu novia!

—¡Paige! —Vuelvo a decir, a lo que todos ríen.

Automáticamente lo busco con la mirada. Está sonriéndome, y es una de esas sonrisas preciosas que solo él tiene. Contengo un suspiro.

Cuando Maggie se separa, termino poniéndome de pie. Llevo mi pijama de arcoíris sobre nubecitas, lo cual creo que no es muy maduro para alguien que cumple dieciocho, pero da igual. Jessica viene corriendo a abrazarme.

—¡Feliz cumpleaños! —dice, rodeándome con cariño, aunque con cuidado a partes iguales. Al alejarse, me tiende un regalo con una sonrisa. —. Cumplir dieciocho no siempre debe ser malo, ¿no?

Sonrío, recibo su presente y vuelvo a abrazarla al entender lo que quiere decir. Al alejarme, le doy una repasada. La hago dar una vuelta sobre sí misma que la hace reír.

—¡Te ves muy linda! Me gusta ese vestido.

Es un vestido lila que le llega por encima de las rodillas. Es de tirantes y se adapta muy bien a su cuerpo. El color le va genial. Su cabello castaño está a ambos lados de su cara, cayendo en ondas. Sonrío aún más al ver ese brillo nuevo en sus ojos. No la había visto tan reluciente desde que la conocí.

Dave me da un abrazo de oso cuando llego hasta él.

—Felices dieciocho, Pressley —musita—. Aún recuerdo cuando en jardín de infantes te metiste el lápiz dentro de la nariz porque querías saber qué pasaba.

Todos ríen, y yo vuelvo a sonrojarme. Lo cual es otro motivo para que sigan riéndose.

Me da una bolsa de regalo que dejo en la cama junto a la de Jessica. Sonrío. Dave y yo nos hemos hecho más cercanos desde que pude escapar. Es un gran chico y un gran amigo; lo cual es bueno, porque no aceptaré que la rubia esté con alguien que no lo sea para ella.

Hablando con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora