Castillo Negro VI - Festín de Cuervos

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Las cosas volvían a ponerse en marcha, eso sí, con los recursos que tenían, de vuelta en el Castillo Negro

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Las cosas volvían a ponerse en marcha, eso sí, con los recursos que tenían, de vuelta en el Castillo Negro. Un par de tandas nuevas de reclutas, salidas de las más lóbregas y oscuras celdas de todos los Siete Reinos se unieron a las filas y aún así, pocos eran pera lo que se avecinaba.
Durante la instrucción a cargo de Allen Greystark, una diligencia conducida por un único conductor solicitó la entrada a la fortaleza. El Negro se la concedió. Pudo percibir un manto cubriendo el contenido de la caravana, no obstante, el visitante se mostró amistoso y cordial al entrar.

-Mi señor. Todo un honor llegar por fin al Muro. Saludó inclinando la cabeza mientras era escoltado.
-Sí, sí. Saludos. ¿Sois norteño, verdad? Le contestó ásperamente.
-Buena vista, así es. ¿Cómo lo habéis notado?
-No me habéis dado las siete bendiciones, o como se digan y no vestís con pieles de lujo como haría un bravosi. Bienvenidos al Castillo Negro. ¿En que puedo serviros? Siguió conversando. Llegaron cerca de la despensa donde se detuvieron. El extraño bajó de su asiento para hablar en igualdad de altura.
-Mi nombre es Duncan Tuttle, Castellano de Castrohierro. En nombre de la casa Forrester vengo a realizar una generosa donación de palofierro, material fácil de usar y que cumple con creces su función defensiva. Al decirlo removió parcialmente el manto, revelando que el contenido anteriormente mencionado era cierto. El nuevo maestro de armas pudo percibir el Árbol seco de sable con la espada incrustada, tallada en los escudos, el emblema de la Casa Forrester.
-Oh, así que el famoso palofierro de los Forresters, liviano como la madera y duro como el hierro según dicen. Poniendo a prueba la reputación de estos tomó uno y lo frotó con su garfio. No halló ni un solo rasguño, en cambio, solo escuchó el característico sonido del metal contra otro metal.  Vaya vaya… Tal y como dicen, un trabajo impecable. La Guardia de la Noche no olvidará fácilmente vuestra contribución. En seguida avisaré al primero constructor Othell Yarwyck para la recogida y el almacenaje de las provisiones.

-Gracias a vosotros por sacrificar vuestras vidas para cuidar los Siete Reinos. El Norte no olvida. Una cosa más. El castellano volteó un par de veces antes de hablar. ¿Sois Allen Greystark verdad? Según tengo entendido luchásteis junto a Lord Gregor Forrester.
-Sí, brevemente. Peleamos codo con codo en Las Campanas. Era un buen hombre. ¿Qué pasa con él? Murió no hace mucho en La Boda Roja.
-Veras. Es sobre su escudero. Vestirá el Negro en poco, tan pronto como llegue. Mientras se decidía su condena partí hacia acá, no obstante lograron enviarme las correspondencias.
-¿El escudero? ¿Ya se han cansado de desollar tan pronto? ¿Qué ha echo?
-Fuimos nosotros quienes le enviamos. Se que puede sonar raro, pero debimos hacerlo. Su nombre es Gared, es mi sobrino incluso. Mató a dos soldados Bolton tras la Boda Roja, uno al servicio de Lord Whitehill. Greystark escuchó atentamente.
-Entiendo, si las cosas no han cambiado mucho son los acérrimos rivales de la Casa. Lo enviáis aquí para evitar que tengan un pretexto para atacar.
-Exacto. Dadas las circunstancias venía también a asegurarme de que le asignaban el puesto de explorador. Como maestro de armas y hermano norteño quisiera pediros el favor a cambio. Allen arqueó la ceja.

-El cargo de explorador no es un título de caballero que te compras. Aquí hay que ganárselo. Pero, bueno, veré que puedo hacer. ¿Cual era vuestro nombre de nuevo? Disculpad, pero tengo muchas cosas en la cabeza.
-Duncan. Ducan Tuttle. De veras, os estoy muy agradecido. Tomó su mano y la estrechó en reiteradas ocasiones. Pronto volveré con más palofierro. La Casa Forrester os debe mucho, no obstante ahora debo partir. Y dadle recuerdos, decidle que no le olvidamos. ¡Del hielo hierro! Duncan recitó el lema de la Casa Forrester mientras desenganchaba su caballo del carruaje y cabalgaba lejos.

Aquella conversación le dio bastante de que pensar. Nunca antes habían recibido visitas de ninguna otra persona solicitando una posición en la Guardia de la Noche, lo que más destacaba era que la Casa Tuttle era una Casa fundada hace menos de un siglo, vasallos de una Casa de medio-bajo poder, el cual residía casi exclusivamente en la capacidad de producción de palofierro, la cual se decía que era la mejor del mundo conocido. Sea como fuere, estaba decidido a averiguar que tramaban, su avispado sentido se activó y grabó el siguiente nombre a fuego: “Gared Tuttle”

Al día siguiente.

El norteño comenzaba a integrar a Janos Slynt a su sociedad junto a Ser Alliser Thorne, creando una cúpula la cual aspiraba a obtener el poder una vez llegado el momento. Se desayunó aquél día con la propuesta de Jon Nieve de dirigir una partida de voluntarios contra los amotinados en el Torreón de Craster para vengar al fallecido Lord Comandante. Los tres se negaron rotundamente bajo la premisa de necesitar todos los hombres disponibles para la defensa del muro, no enviarlos a la muerte contra ex-hermanos.
Concluido el debate precedió el entrenamiento con normalidad. Alliser y Greystark hallaron al bastardo entrenando a un grupo de reclutas por su cuenta. Tras cruzar miradas se acercaron a curiosear.

-Lord Nieve. El Lord Comandante en funciones le hizo una reverencia a modo de burla.
-¿Se puede saber que haces? Demandó El Negro, mucho menos “cordial”.
-Grenn y yo ayudamos a los nuevos. Contestó con las cejas en estado neutro, anticipando el rapapolvo que se avecinaba.
-Ese es mi jodido trabajo, mequetrefe. Aparta tu culo de mi patio. Le regañó.
-Grenn es un explorador. Vos un mayordomo, este no es vuestro lugar. Argumentó Thorne.
-Eso, buscad un orinal que vaciar, Nieve. Insultó Slynt. Jon entonces dio un paso al frente y se encaró con él. Mucho más atrevido con un explorador de poca reputación. Sin embargo, sus dos acompañantes le defendieron.
-Vamos, hazlo. Pégale. Dame una excusa bastardo, que sabes que te tengo ganas. Bastardo de traidor. Mormont ya no está aquí para protegerte. Alliser le retó a hacerlo. Nieve sabía que sería su fin si picaba el anzuelo, así que se tragó su orgullo y se limitó a caminar a otra parte. La escena que montaron atrajo la atención de los reclutas. Allen los espantó.

-Qué se os ha perdido, mocosos. Volved a lo vuestro. ¡Ya! Al contemplar la situación, recapacitaron.
-Demonios, ese bastardo es muy querido aquí. Vos no. Le dijo Janos al coroniense.
-Y a mi qué. Estamos en guerra. Haré lo que haga falta para que sigamos con vida.
-Bueno, pues a mi no me miréis, dudo mucho que a mi me quieran también los novatos, mucho menos pienso presentarme a las elecciones. La comandancia es la última maldición que desearía en esta asquerosa vida. Dijo el norteño reaciamente.
-Eh aquí la cuestión. Quizás lo del ataque al Torreón no sea mala idea a fin de cuentas. Dejad que Karl y su pandilla se encarguen de él. Sus dos compañeros le miraron con sorpresa.
-Mierda, Slynt, no esperaba eso de vos, puede que os subestimase. Ignorancia de Norte, supongo. No es mala idea, el problema es que ese hijo de puta ha mejorado mucho desde que vino. Aún así no tenemos nada que perder.
-Pues decidido entonces. Que haga lo que quiera. Asintió el ex comandante de las capas.
-Está bien. Déjemonos de tonterías. Tenemos un castillo que defender y mil centenares de salvajes marchan sobre nosotros. Sería prudente volver al trabajo. El trío volvió a intercambiar miradas, asintieron.

Grandes Casas De Poniente - Casa Greystark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora