Grandes Casas De Poniente - Casa Greystark.

Vadoblanco I - Danza de Dragones

El Negro avanzaba con dos mil hombres siguiendo la pista a los informes sobre la partida de su sobrina, dispuestos a presentar batalla pese al gran número de Casas que la apoyaban. Llegaron hasta un cruce  donde las corrientes eran ya casi inexistentes, por la proximidad a la costa, en un señorío conocido como Vadoblanco, el mismo nombre que recibía este, aún bajo dominios dependientes de Puerto Blanco. Mantuvo conversación con su segundo de abordo, Harrion Karstark, enviado por Ramsay para supervisar en sus carnes el trabajo que hacía el recién juramentado.

-Aquí es buen lugar, veamos cuanto tardan en venir. Decía Greystark.
-No creo que mucho, seguramente sus exploradores nos hayan visto ya.
-Sea pues. Id disponiendo a los hombres en posiciones defensivas.

Pocos minutos después, en la otra orilla.

Evelynn observaba con recelo los estandartes que ondeaban en frente de ella, el hombre desollado de la Casa Bolton y el Sol de la casa Karstark, pero halló otro que la enfureció todavía más, el lobo huargo sobre campo de sable. Evaluando la situación a la que se enfrentaban, sabían aproximadante que contaban con una ligera ventaja numérica, aún así, marchó donde las aguas permanecían más bajas  para parlamentar. Esta vez no vacilaría, trajo consigo a una buena parte de los Novios de la Loba y a su capitán. Allen la recibió junto a Halys y a varios jinetes, vistiendo el uniforme característico de los Bolton, una celada alargada y capas de cuero negro con el blasón bordado en el pecho.

-Jeh, madre mía, cómo habéis crecido. ¿No vas a saludar a tu tío, querida Evelynn? Lady Greystark miraba al ex explorador con una mueca de asco en el rostro.
-Sois una completa mierda, la mayor deshonra que esta Casa haya tenido. No pudo contener las ganas de expresar sus sentimientos hacia él, Allen simplemente se echó a reir ante el insulto.
-Ja, ja, ja. Diablos chica. Sí que sois alguien salvaje, como Karstark me advirtió. No he sacado mi culo del Castillo Negro para nada, así que seré breve.
-Alto. Gregor no dejó que continuase. Vos no estáis en disposición de negociar nada. Sois un traidor y un pérjuro, mi señora exige que depongáis las armas y salvéis la vida de vuestros hombres entregando la vuestra. No hay necesidad de masacre.
-Exacto, buena intuición. Mi hermano os tuteló adecuadamente. No hay necesidad de hacer correr la sangre, vosotros depondréis las armas. Me han designado como señor de Brezal Marchito por obra y arte del Guardián del Norte así que vosotros sois los traidores y usurpadores. Con respecto a vos, Nieve, daos por satisfecho si os permito simplemente conservar vuestro anterior apellido de bastardo. Dejaré que Lord Ramsay decida que hacer con el resto. Dijo sonriendo, poniendo a prueba el temple de sus adversarios.

-Se os ve muy confiado para partir con menos hombres. ¿Tenéis al resto de vuestros amigos escondidos? Me apostaría Brezal Marchito ha que han sobrevivido muchos más soldados a la Batalla de Invernalia de los que hay hoy aquí. Evelynn no cayó en su juego, desvió el tema.
-Bien visto, pero me temo que no, y soy honesto, aunque no tenga fama de ello. Mi señor confía en que pueda barrer la escoria que amenaza su gobierno con tan solo mi intuición y un puñado de buenos hombres de armas. Sois aún una comandante verde, pero no caeré en la subestimación. Drox trataba de deducir mientras tanto el verdadero motivo por el cual solo salían a su encuentro con la mitad de los efectivos disponibles.
-Difiero. Conociendo la reputación de Ramsay, dudo que enviase a un lacayo al que apenas conoce para hacer el trabajo sucio, habría ido él mismo. Tiene más problemas aparte de esto. El Negro siguió riendo, golpeó suavemente el borde de su garfio a modo de aplauso.
-Estoy impresionado, que lista que es esta gente. Os felicito, tenéis razón. Resulta que cierto bastardo ha aprovechado los vacíos legales de la Guardia de la Noche, eximiéndole de su juramento. Ahora planea recuperar la posición que le “corresponde” a su Casa.