Grandes Casas De Poniente - Casa Greystark.

Valle Oscuro I - Tormenta de Espadas

Un ejército de tres mil hombres compuesto exclusivamente de norteños acampaba cerca la ciudad/fortaleza de Valle Oscuro, pegada a la Bahía del Aguasnegras. La extraña y sorprendente orden de Roose Bolton de saquear la provincia, la cual carecía ya de por sí de mucha importancia estratégica, dejó desconcertados a los generales. Torrhen Greystark, Robett Glover, Ser Helman Tallhart y Harrion Karstark marchaban con el destacamento a poner sitio al asentamiento de la Casa Rykker. Lord Greystark estudiaba el terreno al lado de su hija, mientras el resto de soldados se guarecía en sus tiendas.

-Mañana por la mañana sitiaremos el fuerte. Esto es lo máximo que podemos acercarnos sin que seamos detectados. Evelynn asintió. Un factor crucial en la guerra es siempre usar la sorpresa.
-¿Rodearemos la muralla? Según los escritos, Valle Oscuro está pegada al mar y no contamos con galeras para un asedio marítimo.
-El cerco no durará mucho, negociaremos la rendición o lo tomaremos por la fuerza.
-¿Por qué? No es que tengamos muchas otras opciones pero… morirá mucha gente si nos lanzamos como jabatos al asalto.
-Cierto, pero tampoco tenemos otra opción. Bolton quiere el castillo tomado para cuando regrese de la boda. Para mí, es una decisión incompetente.
-Es sorprendente. Evelynn se entrelazaba sus rizos. Desde que tomamos Harrenhal no ha echo más que tomar decisiones estúpidas. Aún así comprendo que somos la máxima responsabilidad aquí, el resto está de celebraciones. Torrhen suspiró.
-Que remedio. Será mejor no darle más vueltas, iré a dormir. Por la mañana hablaremos.
-De acuerdo, padre. Descansad. Lord Greystark entró en su tienda, al poco rato lo siguió su primogénita.

La heredera de Brezal Marchito se despertó temprano al día siguiente, observó que su padre aún dormía y aprovechó para dar su paseo matutino. Al borde del campamento, cerca de una pequeña arboleda alguien la tomó por detrás. El desconocido presionó su mano contra su boca y la sujetó con fuerza.

-Ssh, tranquila, soy yo. Era la voz de Ronnel. Tras revelar su identidad y tranquilizarla a medias la soltó. Enseguida empezó a quejarse.
-¡Serás…! ¿La próxima vez podrías intentar no darme un susto de muerte? Exclamó irritada.
-Os imploro que bajéis la voz, mi señora. Entended que si me descubren vuestros centinelas mi cabeza abandonará sus cuello. Traigo noticias importantes del sur, requieren de vuestra atención. Vestía un discreto conjunto de cuero y portaba un arco y flechas. Su caballo estaba atado un par de árboles atrás.
-No las esperaba tan pronto, a decir verdad. Espero por vuestro bien que merezcan la pena. Ronnel sacó de su zurrón una carta. Había sido abierta con anterioridad tal como revelaba la ausencia de sujeción. Evelynn la tomó y la leyó.

-”Estimado Lord Bolton:

El cazador rojo se halla en persecución del lobo negro. Cuando lo atraiga a la boca del león, el ciervo se complacerá con un pelaje más para la colección de sus salones.

Firmado: Lord Tywin Lannister, Mano del Rey, señor de Roca Casterly y Guardián del Occidente.” Evelynn cerró la carta algo confundida.

-¿Qué es esto, Drox? ¿Roose y Tywin se escriben acertijos entre sí?
-Más bien, diría que es un mensaje mal cifrado, mi señora. He cabalgado al sur hasta Rosby, una gran hueste marcha hacia aquí ahora mismo. Miles. Tarly, es decir, el cazador rojo, los comanda. Evelynn arqueó ambas cejas, abrió de nuevo el escrito y comprobó el sello de la casa Lannister.
-Esto… no será ninguna treta. ¿No? Dijo con voz temblorosa.
-No, mi señora. Abatí el cuervo hace cinco jornadas. Cabalgué tan rápido como pude cuando me di cuenta de lo que significaba.
-¿Y qué hay de la boca del león, y lo de la otra piel? Aún me falta mucho por comprender. La norteña ahora parecía más interesada por la información.