Harrenhal II - Tormenta de Espadas

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Un centenar de picas adornadas por cabezas recubiertas de brea adornaban las almenas exteriores de la ancestral fortaleza de Harren "El Negro" Torrhen observó con asco a la par de impotencia la escena

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Un centenar de picas adornadas por cabezas recubiertas de brea adornaban las almenas exteriores de la ancestral fortaleza de Harren "El Negro" Torrhen observó con asco a la par de impotencia la escena. Un centenar de inocentes almas segadas por el conflicto, pero estaba ahora bajo el mando de Roose Bolton, el señor de Fuerte Terror no era tan clemente como su rey. La misma noche que calló el castillo, el general llamó a todos los capitanes a su cargo a las cámaras del señor.
-Llegáis tarde, Lord Greystark, ya hemos comenzado. Roose le avisó con su característica y fría mirada. No se podía deducir si estaba realmente enfadado.
-Disculpadme mi señor, pasaba revisión de los pertrechos en el patio de la torre fundida. Se excusó.
-No importa, tomad asiento. Y así lo hizo.
-Como decía... Las cosas no pintan demasiado bien para nosotros ahora mismo. Los Karstark abandonaron nuestras filas tras la muerte de Rickard, apenas nos quedan hombres para siquiera planear un asedio a RocaCasterly.
-¡Los dioses nos han maldecido! Exclamó Harwood Stout ¡Esta guerra estaba ya ganada y lo estamos echando todo por la borda!
-Por eso no se debe de cantar victoria antes de tiempo, Frey. Aún tenemos trabajo que hacer. Hellman Tallhart parecía indispuesto a rendirse.
-¿Y ahora qué? Con los Tyrell como enemigos los Lannisters tendrán tropas para superarnos en proporción de uno a cuatro hombres. Grestark exigió respuestas.
-La boda de Robb se celebrará en menos de una quincena. Esperamos que sus huestes se vuelvan a unir a nosotros en breve.
-Siguen sin ser suficientes, me temo. Walder Frey tenía cuatro mil hombres cuando cruzamos el cuello. Restales dos años de guerra. Torrhen seguía disconforme. Ahora mismo lo único que nos puede salvar es un golpe de suerte.
-Todo a su debido tiempo, amigo mío, paciencia. Desesperarnos ahora no va a desenmarañar todo esto. Lo único bueno es que nada puede irnos peor de ahora en adelante. ¿Cierto? Roose miró a los presentes. Halló silencio, fue interrumpido cuando Evelynn abrió la puerta, atrayendo la atención de la sala.
-Con permiso mis señores. ¿Interrumpo algo? Evelynn acudió recién duchada.
-No, está todo bien, adelante. Bolton le dio el visto bueno. Cuando iba a tomar asiento, su copera chocó con ella mientras portaba una jarra con vino. La bebida manchó la falda de su conjunto de armadura de placas. ¡Diantres!
-¡Oh, lo siento lo siento! La niña pidió perdón, se dispuso a limpiar el suelo a toda prisa y se marchó aún más rápido sin mediar más palabra.
-Ajj... Siete infiernos. Greystark contuvo su vocabulario. Menuda copera más rara tenéis, Lord Bolton. Con todo el respeto. ¿No es aquella chica que nos liberó?
-Si, es ella. Se parece. Comentó Robett.
-No se, es extraño. Me suena de haberla visto donde sea, pero no logro recordar. Ante la ausencia de la sirvienta, la chica se limpió ella misma. Traté de hablar con ella pero me evitaba allá a donde fuera. Tras abrazarse a su padre, reclamó una silla.
-Es curioso. Mis disculpas.
-Cambiando de tema. Sugirió Torrhen. Considero que eliminar a Ser Amory fue un error. Miró fijamente a su hija. Apostaría un buen saco de oro a que estaba al tanto de los movimientos de la infantería de Tywin. Almenos creo que lo del oso estuvo de más.
-No me miréis a mí. Evelynn se encogió de hombros. Los hombres se Vargo lo habrían echo de todas formas. Yo iba de mandada.
-No presionéis tanto a la muchacha, mi señor. Ya le debemos bastante a ella y a los valientes hombres que voluntariaron para la tarea. Ha sido un día atribulado, he recibido decenas se cartas, a todos nos vendría bien descansar un poco. Lord Bolton puso orden. Partiré en breves a la boda con un pequeño grupo de hombres para cubrir nuestra retaguardia, el resto haréis lo siguiente.
Vargo Hoat.
-Mi zeñor. Respondió salpicando salibilla en la mesa.
-Habéis demostrado ser un fiel aliado de su majestad, vuestro y de vuestros hombres es Harrenhal hasta mi regreso.
-Graziaz mi lord, me honráiz. Hizo una reverencia.
-El resto. Greystark, Tallhart, Glover. Iréis al este a presionar a Joffrey. Quiero que saqueéis el señorío del Valle Oscuro.
-¿El Valle Oscuro? Preguntó Torrhen sumamente extrañado. Solo es un castillo entre tantos de las Tierras de la Corona. ¿Qué importancia estratégica tiene para nosotros?
-No os corresponde a vos determinar eso. Si os hago una orden la cumplís, si no, espero que contéis con que su majestad me ha nombrado su representante en este frente. Las murallas de esta ciudadela aún tienen espacio de sobra. Ambos Greystarks lo miraron con el ceño fruncido. Partiréis al alba, así que dormid bien. Cerró tajante la conversación. Los dos abandonaron la sala airados.
-El Valle Oscuro... ¿Te lo puedes creer? Dijo Evelynn.
-Ciertamente inusual. Solo es una fortaleza entre varias otras. Está claro que el sabe algo que nosotros no. Lo mejor será no darle muchas vueltas y descansar. Estarás agotada. Caminaron por el patio hasta llegar a la puerta de la alcoba de ambos.
-Si... pero antes debo de ocuparme de un asuntillo. Aún tengo curiosidad por aquella niña. No andará muy lejos.
-Está bien. No volváis muy tarde. Os esperaré dentro.

Evelynn buscó y buscó por el descomunal fuerte en búsqueda de aquella chiquilla, parecía dispuesta a averiguar su procedencia. Inspeccionó las diversas torres, las almenas, se asomó por las ventanas de algunos dormitorios, revisó salones, establos, patios... estuvo apunto de rendirse cuando paseaba en una pequeña azotea no muy lejos del pozo del oso. Allí encontró a un soldado ribereño, parecía anotar algo en un pergamino.

-Hey, soldado. La norteña lo llamó. Al alzar la vista reconoció su rostro de inmediato. ¡Hijo de perra! Exclamó furiosa. Era aquél soldado al que concedió la celda de oficiales en el Cruce de Bueyes. Antes de que pudiera reaccionar ya tenía una espada en la garganta.
-¡Mierda, me rindo! El chico musitó. No quería aumentar la notoriedad.
-Espero que eso que anotasteis en ese papel no sea nada gordo u os haré mucho daño, bastardo, os lo juro. Lo amenazó con el arma.
-¡Te juro que no era mi intención, de verdad! Tras excusarse perdió el papel a manos de ella. Lo leyó en voz alta.

-"Harrenhal, tercer día de la quinta luna del doscientos noventa y nueve después de la conquista. Roose Bolton parte hacia la boda de Los Gemelos. El ejército norteño se prepara para el ataque del Vall..."
¿Valle Oscuro? Terminó la frase a medio escribir. ¿Has estado escuchando toda la conversación?
-Bueno... puede que un poco. Sí. Respondió.
-Joder, amigo. Tienes mucho que responder. Cómo has escapado. Quién te ayudó. Qué demonios haces aquí.
-Tywin tenía espías en el campamento de Robb. Lograron liberarme a mi y a unos cuantos mientras se recluía en El Risco, aprovechando la confusión del Matarreyes nadie nos echó en falta. Lannister me ofreció tierras y títulos en compensación por el hogar de mi familia. Evelynn lo tomó de la cintura y lo apoyó contra el borde de la terraza. La punta de la espada lo rozó, haciendo que le brotase algo de sangre.
-Conque esas tenemos... Cuando veas al Leon Dorado en tu paraíso espero que le mandes saludos de mi parte. Cuéntame, Ronnel Drox. ¿Era así? Dime una buena razón para que no te mate ahora mismo.
-Os... os serviré. Mi señora. Trabajaré a vuestra disposición si mi vida puede salvarse con ello. Seguiré de cerca los pasos de los Lannisters, lo que sea. Lo juro por mi honor. El chaval parecía bastante asustado. El primer pensamiento de Evelynn fue matarlo allí mismo, arrojarlo al vacío, pero entonces recordó la escena de Amory. Matar a sangre fría no estaba bien, no era por lo que peleaba el Norte ni era el código de su familia, así que inspiró honda y envainó

-Escúchame... A partir de ahora no dormirás, no comerás, no beberás hasta que te lo ordene, me perteneces. Te convertirás en la sombre de ese cabrón de Tywin Lannister. Infórmame de hasta la mierda que desayuna, que planes urde. Lo quiero "todo." Remarcó. Con todo lujo de detalle. Tal vez me piense si perdonarte o no después.
-¡Gracias, gracias mi señora! ¡Estoy en eterna deuda con vos! ¡Os lo agradezco, de veras! Ronnel de arrodilló ante ella, parecía que casi iba a llorar.
-Shh. Calla idiota. Lo silenció tapándole la boca. Ni una palabra de esto a nadie. Ahora mismo no podemos fiarnos hasta que encontremos a los cambiacapas. Oh, y una cosa más.
-¿Si, mi lady?
-Si me traicionáis, os juro por los Dioses Antiguos y los Nuevos que desearíais haber estado en los pies de Ser Amory.

Torrhen Greystark le quitó el sello a la carta que había recibido. No solía obtener mucha correspondencias últimamente, no obstante, esta parecía de importancia. La marca era la de un lobo huargo. Leyó el contenido.
"Lord Torrhen Greystark, señor de Brezal Marchito.
Tras considerar vuestra petición he considerado oportuno aceptar que desde este día hasta el fin de sus días. Vuestro hijo natural. Gregor Nieve sea reconocido como un miembro de la casa Greystark, para situarse en la linea sucesoria por detrás de vuestra primogénita desde este día, hasta el fin de sus días.
Atentamente, Robb Stark, Rey en El Norte."
-<<Bien.>> Dijo para sí mismo. Benifer. Torrhen avisó a su hombre de armas, quien aguardaba afuera del dormitorio.
-¿Si, mi señor?
-Sois el hombre aquí en quien más confío. Haced llegar esta carta a Brezal Marchito, haced uso de todos los medios a vuestra disposición. Junto al escrito le otorgó una bolsa de plata.
-Así se hará, mi señor.
-Confío en vos, es probable que el futuro de la casa dependa de ello. Cada día dudo más sobre si volveré a ver mi hogar.

Grandes Casas De Poniente - Casa Greystark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora