Ciudadela de Torrhen III - Danza de Dragones

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En la mañana siguiente, Ludd Whitehill mandó levantar el campamento, dejando los desperdicios de su zona sin recoger

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En la mañana siguiente, Ludd Whitehill mandó levantar el campamento, dejando los desperdicios de su zona sin recoger. Lady Evelynn y su hueste agüantaron varias horas más, dándose el lujo de enterrar a los muertos con dignidad y cuidado, debían de evitar la extensión de una plaga a toda costa. Cuando todo estaba resuelto, ordenó la marcha de regreso a Brezal Marchito, donde pensarían su próximo movimiento ante una inmenente respuesta de parte de la casa Bolton.

En mitad del camino de vuelta se toparon con una procesión de hombres de a pie. A juzgar por el comportamiento de ellos, habían reconocido el estandarte del lobo huargo de sable como uno amistoso, ya que de lo contrario les habrían evitado, en cambio, salieron a su encuentro al trote ágil. Entre Gregor y Evelynn pudieron contar un total de treinta. Liderándoles había un joven de edad similiar, vestía una cota de cuero negra la típica de la Guardia de la Noche. El segundo se guarecía del hierro con una armadura de acero incrustado en forma de pequeñas plaquetas, tenía la mejilla derecha destrozada por una cicatriz aberrante.

-¡No me jodas! ¿¡Gared, eres tú!? Gregor bajó inmediatamente del caballo, corrió a abrazarse con su antiguo camarada de armas. La última vez que lo vio fue cuando huyeron de Los Gemelos en la Boda Roja.
-¡Ser Royland! ¡Cuanto tiempo! Evelynn hizo lo propio, expesaron la bienvenida con más formalidad, un simple apretón de manos. Ser Royland Degore era el centinela y el maestro de armas de Castrohierro, antes de su caída a manos de la Casa Whitehill.

Los cuatro conversaron por un rato, intercambiando historias. Ser Royland explicó que huyeron de su asentamiento después de la batalla, logrando salvarse a duras penas. Gared contó porqué dejó la Guardia de la Noche, evadiendo mencionar el tema de Allen para no disgustarles, sus vivencias más allá del Muro, donde según él reclutó a un ejército compuesto de un clan salvaje, quienes utilizaban magia de sangre para manejar un grupo de no-muertos a su voluntad. Tratando de evitar prejuicios contra los del Pueblo Libre, decidieron finalmente montar un campamento en los campos, en poco tiempo, el superviviente de los Forrester estaría listo para verles.

Asher Forrester era el segundo hijo de Lord Gregor el Bueno, a diferencia de su hermano mayor fallecido, Lord Rodrik, la relación entre él y Evelynn se suponía tensa. En el pasado, se prometieron por gracia de los dos padres, buenos amigos y compañeros de batalla. Ambos mantuvieron un cortejo dentro de lo común, hasta que el prometido fue descubierto durmiendo con Gwyn Whitehill, la hija de Ludd. Aquél escándalo atrajo la vergüenza a la Casa Forrester y llevó a Torrhen a cancelar inmediatamente el casamiento. Lord Gregor se vio obligado a elegir entre pedir perdón o la guerra, ya que Ludd aprovechó para protestar y lanzar amenazas en contra de sus terrenos, así que exilió a su hijo a Essos hasta su regreso por culpa de la guerra.

Pese a todo lo acontecido, seguía luciando de la misma manera, exceptuando sus heridas. La misma ropa, un atuendo de cuero con hombreras de acero, algo ligero para el clima y una característica y provocadora sonrisa que mostraba una fachada arrogante y pícara. Se entrevistó a solas con Lady Greystark, como solicitaba su petición.

-Os veo bien, Asher. El otro continente os ha tratado bien. Lo recibió con dos copas. Le ofreció una con una mirada neutra.
-Saludos. Vaya, que considerada, gracias. La tomó y observó el interior. ¿No había vino?
-Por favor… Sabes que detesto el vino. Muy dulce para mí.
-Ah, cierto, lo había olvidado. La Loba Gris soltó una única carcajada. Notó como el rubio la observaba cuidadosamente. A vos en cambio no parece que os haya tratado tan decentemente, sin ofender.
-Bueno, tuve un par de problemas, cosas de la guerra, ya me entiendes.
-Comprendo. Eso sí, desde luego es la misma Evelynn a quien tengo al lado. Arqueó una ceja. Una tensa pausa inundó la tienda.
-Dioses, y vos seguís siendo una mierda para cortejar. ¿Lo sabéis? Ambos rieron levemente, evitando el contacto visual. La situación era muy incómoda. En fin, por qué precisáis de mi ayuda.
-Supongo que lo supondréis. No la preciso, os la suplico. Mi hogar me ha sido arrebatado por los malditos Whitehills, han matado a mi madre, a mi hermano y raptado a su prometida. Debo poner fin a esto, pero no puedo solo, no solo con los hombres de Gared. Necesito vuestro apoyo en esta cuestión. La chica se recostó en el asiento mientras pensaba, bebió un poco de la cerveza.

-Hmm. Es una jugada peligrosa la que me proponéis. Me pedís declararle la guerra a una casa que come bajo la palma de Roose Bolton, el Guardián del Norte. En cambio debo de apoyar el derecho de alguien que me engañó…
-Oh, vamos Evelynn, eso fue hace cuatro años…
-¿Te he dado permiso para interrumpirme? Le dijo con fuerte carácter. Logró conseguir el silencio cuando Asher alzó las manos en señal de perdón. Como decía. Debo de confiar en un embustero para iniciar una guerra con los Whitehills, y solo los dioses sabrían que sería de nosotros si es que acaso tenemos éxito. Y ni siquiera sé que es lo que voy a tener a cambio. ¿Algo que añadir?
-Os ofrecemos nuestra eterna lealtad a cambio de la ayuda, mi señora, es todo lo que tenemos por ofrecer, ello y el palofierro. Os lo ruego. Hacedlo por el amor de los viejos tiempos, os daremos grandes porciones de nuestra arboleda si hace falta. ¡Por favor! Estamos desesperados… Evelynn suspiró, no quería que Lord Forrester se derrumbase allí mismo así que se dignó a mirarle a los ojos. Sus ojos se encontraron y Asher se dispuso a besarla, lo detuvo apartándolo con su diestra.
-Alto. Ya no me interesáis si es mi corazón lo que intentáis volver a robar. Asher bajó la mirada, dio por sentado el fracaso. Con respecto a la petición, y tened en cuenta que lo hago por simple respeto a vuestro padre, hermano, hermana y madre, en paz descansen, acepto. Sus pupilas se iluminaron de la emoción y el joven corrió a arrodillarse ante las botas de Evelynn, besándolas.

-¡Oh, gracias gracias! ¡No tenéis ni idea de cuan agradecido estoy!
-Ahorráos los elogios para más tarde. Hay trabajo que hacer. Ahora tengo que pensar como demonios voy a hacer para derrotar a Ludd y a sus perros rastreros. Volvió la vista a la nada, debatiendo en su mente.
-Bah, no os será muy difícil. Por poco les logramos repeler de Castrohierro, maldita sea... esos cabrones no tienen valor en la lucha, son débiles. Quizás sin la dirección de un lider… Evelynn se levantó del asiento a escuchar eso.
-Por todos los Dioses, podría funcionar. ¿A cuántos días a caballo está Punto Álgido de aquí?
-Ehm… puede que a unos dos. ¿Por?
-Se me acaba de ocurrir una idea. Dijo esbozando una sonrisa. Ludd quiere su palofierro. ¿Eh? Sería una pena que no regresase a casa para cultivarlo, hay que extremar la precaución, estos bosques, son "muy" peligrosos.

Grandes Casas De Poniente - Casa Greystark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora