[En fase de desarrollo]
La Casa Greystark, fundada hace 2.000 años antes de los sucesos de Juego de Tronos se extinguió tras la rebelión de los Reyes Rojos, o almenos eso contaron...
Vive las peripecias de esta rama cadete de la Casa Stark durante l...
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Se alza el alba sobre el patio de armas del Castillo Blanco con el antiguo castellano de la fortaleza siendo postrado enfrente de una pequeña muchedumbre congregada alrededor de la zona, aquel hombre que había jurado defender el bastión y servir a su señor quebrantó su deber, intentando un motín con un grupo de infiltrados, sin éxito. Ahora, llegaba el momento de enfrentar a la justicia. Un grupo de guardias apostados junto a Torrhen, quien posó su espada en el suelo, cabizbajo y pensativo, contemplaban la escena junto al pueblo llano.
-En el nombre de Hoster Tully, señor de las Tierras de los Ríos, en el nombre de Tristane Ball, señor de Bosque Blanco, y en el nombre del rey Robert Baratheon, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino, yo, Torrhen Greystark, me veo en la obligación de juzgaros en la ausencia de los anteriores mencionados, bajo los crímenes de traición a vuestro señor lo que supone una colaboración directa con la masacre de la población perpetrada por los hombres de Lord Erenford. Quentin Merryweather, yo os sentencio a morir. Si tenéis unas últimas palabras, este es el momento de pronunciarlas.
-Jeh, hoy muero yo, Lord Greystark, mañana vuestra cabeza y la de todos estos pobres desgraciados yacerán junto a la mía.
Tras tener la cortesía de permitirle exhalar por última vez, Torrhen se preparó para aplicarle al traidor la justicia del Norte en tierras sureñas. Tras una breve pausa, Lord Greystark alzó su mandoble, apuntando al cuello de Quentin, y allí mismo le decapitó, ante los ojos del pueblo, de la guarnición y de sus hijos. La cabeza rodó por el suelo unos breves instantes, manchándolo todo a su paso. Unos tímidos abucheos se pudieron percibir, provenientes del círculo improvisado para asistir a la ejecución. Un grupo de guardias recogió el cuerpo sin vida de Merryweather y otro soldado se quedó con la cabeza, la cual fue enviada a las almenas, con su correspondiente pica para servir de adorno. Tras minutos de cuchicheo y murmullo, la pequeña multitud se dispersó de vuelta hacia sus refugios. Evelynn y Gregor se acercaron a su padre.
-¿Era necesario hacerlo, padre? Creo que podríamos habernos esperado, que el tío Tristane le ajusticiase y recibiese un juicio justo. Exclamó Evelynn. -¿Hablas en serio? Ese idiota traicionó su deber como castellano ni siquiera debió de tener el honor de ser decapitado, debería de haber sido colgado como un criminal común. Agregó Gregor, contrario a su media hermana como siempre.
-Silencio de una vez, Lord Quentin ha sido partícipe de apoyar a enemigos que han urdido una verdadera barbarie en este poblado, mereció una ejecución ejemplar e instantanea, nadie puede escapar a la justicia, sea noble o plebeyo, hombre o mujer, era demasiado arriesgado dejarle con vida, después del intento de fuga. Greystark les dio una lección de justicia a sus dos hijos. El hombre que dicta la sentencia debe blandir la espada, y aquél que vaya a ejecutar a un hombre, debe de ser capaz de oir sus últimas palabras, así somos nosotros, estaremos en las Tierras de los Ríos, pero nadie, jamás, podrá evadir nuestra justicia. Ambos asintieron tras la explicación.
-¿Y qué vamos a hacer ahora, padre? Seguimos teniendo al ejército de Lord Erenford a las puertas, construyendo sus máquinas de asedio, no tenemos tampoco noticias de Tristane ni de Hoster Tully, sus arqueros deben de estar abatiendo a todos los cuervos. Preguntó Nieve. -Resistir, es lo único que podemos hacer en esta situación, es demasiado tarde para echarse atrás, y demasiado cobarde romper mi lealtad hacia vuestro tío. En los próximos días, descubriremos si nos enfrentamos a la muerte o no, siento asustaros, pero debo de ser honesto. -¡Nuestros muros son fuertes! ¡Lograremos repeler el avance si luchamos con todas nuestras fuerzas! Evelynn trató de ser optimista, aunque a decir verdad, se estaba engañando a sí misma. -Ya hablaremos de eso cuando sea la hora, de momento no parece que se atrevan a... un estruendo interrumpió la frase de Torrhen.
-Maldición. ¡Nos atacan! Advirtió el bastardo.
Una serie de toques de corneta abordaron la atmósfera, de media duración y continuados, el trío subió las escaleras de los muros a toda prisa hasta llegar a las almenas, cuando descubrieron de que no se trataba de un ataque. Los hombres de Erenford permanecían en sus puestos de guardia, y era un sencillo grupo el que hacía tocar la corneta, con intenciones desconocidas. El capitán de la guardia se presentó ante Greystark para informarle.
-Mi señor, parece que los hombres de Erenford están tramando algo, hacen tocar la corneta, pero los vigías no detectan movimiento. -¿De qué creeis que se trata? Preguntó Torrhen. -Lo desconozco, mi Lord, deberíamos de redoblar la guardia desde ahora, si algo está claro es que no debe de significar nada bueno. -Yo creo que sé porqué. Evelynn interrumpió a los dos. Estuve leyendo un viejo libro sobre asedios de los Siete Reinos, decía que una táctica usada en el asedio de Ladera en la Danza de Dragones era tocar la corneta en reiteradas ocasiones para desconcertar al enemigo. Tanto el capitán como Torrhen intercambiaron miradas, al comprobar que la intervención de la muchacha era respaldada con el incesante resonar de los cuernos de batalla.
-Podría ser, podría ser, pero es mejor no pecar de confiados. Acotó el capitán. -Sí, quiero que redobléis la guardia a partir de la tarde, solo para poder estar seguros. Ordenó Torrhen.
El resto del día transcurrió con aparente normalidad, los cornetazos no cesaban, y mantenían tanto a la población como a la guarnición inquietos, Lord Greystark estaba demasiado ocupado con sus labores de comando como para encargarse de comprobar el estado de su legítima heredera y de su hijo bastardo. Cayó la noche en Bosque Blanco sin un ápice de tregua por parte de los sitiadores, Evelynn se encontraba en su cuarto, sentada en la cama con su ropa de dormir, no obstante afilaba su espada con una roca que robó del patio de armas días atrás. La deslizaba de arriba a abajo por el filo, aliviando sus nervios con su manía. De repente, escuchó unos pasos que se aproximaban hasta sus aposentos y guardó ambos utensilios debajo de la almohada, antes de que fuese descubierta. Para su sorpresa, no era su padre, a quien ella esperaba ver entrar, sino que era su medio hermano.
-Buff, que susto... ¿Qué haces aquí? Evelynn suspiró antes de hablar. -Visitar a mi medio hermana. ¿Algo malo en ello? -Largate, estoy intentando irme a dormir. Respondió malhumorada. -¿Dormir? ¿En serio? Gregor dejó que los toques de corneta hablaran por el. No se si eres consciente, de que vamos a morir pronto, solo venía para avisarte.
-Cállate de una vez, Gregor, siempre eres un incordio. Si estás aburrido y no tienes nada que hacer puedes irte a molestar a otra persona. -Oh, que pena. ¿Y qué haras? ¿Echarme de aquí? Vamos hermanita, sabes muy bien que de esta no saldremos, dejame que te cuente un par de cositas sobre los asedios, he leido mucho sobre ellos también. -No estoy para cuentecitos ahora... Nieve ignoró la opinión de Evelynn y continuó. -¿Sabes que hacen los soldados cuando traspasan las murallas no? Saquen y matan a todo lo que se mueve, eso a los hombres claro, a las mujeres... vaya... digamos que no es agradable, y seguro que una belleza como tu no va a pasar desapercibida. ¿Entiendes lo que te digo?
-¡Por eso no podemos perder! ¿¡Por qué haces esto¡? ¿¡Tienes que venir a atormentarme ahora!? Evelynn se levantó de la cama echa una furia. -Porque tuviste la oportunidad de salir de aquí, la única que pudo, pudiste huir por esa pequeña puerta trasera del patio cuando pudiste. Lo vi todo desde las almenas. Nadie más podría. Los aldeanos no tendrían a donde ir. Padre, no puede quebrantar su lealtad hacia nuestro tío. Yo, un simple bastardo, me cazarían como a un perro y me matarían igual que a Quentin. Quiero que ser realista, y que tengáis eso en cuenta, porque os dará mucho de que pensar en esta noche, que se avecina larga. Eres una necia, y tu casa desaparecerá por tu culpa. Quiero que te atormente, cuando vayas a descender al infierno, o a lo que quiera que haya después de la muerte.
Tras su discurso, Gregor cerró la puerta de un portazo, Evelynn se quedó con la boca abierta, pensando en las crueles palabras que su hermano acababa de decirle, y en efecto, fue lo único en lo que pudo pensar aquella eterna noche, mezcladas con sus lágrimas.