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OHM

El recorrido por la ciudad fue totalmente entretenido y agradable para ambos. Ninguno de los dos habíamos estado aquí, así que estábamos realmente maravillados con todo a nuestro alrededor. A pesar del clima, las calles lucían muy limpias e iluminadas por las farolas a sus costados. Mucha gente protegida por abrigos de piel había salido a recorrer la zona céntrica al igual que nosotros. Ya que la noche estaba agradable y despejada. Palacios, esculturas, edificios significativos, teatros, museos, parques, canales, casas flotantes, definitivamente Ámsterdam habían pasado a formar parte de mis lugares favoritos; aunque secretamente la mayoría del tiempo prefería lugares más tranquilos, sin tanta movilización.

Pero no podía negar que la noche urbana era divertida. Luego de comer y beber cerveza en un restaurante que me había dejado sin ninguna moneda en el bolsillo, Nanon y yo nos dirigimos a una discoteca cerca que lucía bastante animada. Y cuando entramos definitivamente decidimos quedarnos en el lugar. La fiesta parecía trascurrir totalmente alocada y la música reventaba mis oídos con fuerza rítmica junto con las luces de colores y el olor a alcohol. Hacía mucho tiempo que no salía a divertirme al máximo así que, dejando a un lado los problemas diarios decidí perderme un poco en mí mismo. Ya tendría tiempo de arrepentirme ahora solo quería desconectarme y bailar un buen rato.

Al parecer Nanon había pensado lo mismo que yo, ya que no tardo en perderse en la multitud y después volver al minuto con dos tragos. Uno para él y el otro para mí. Así comenzamos a reír y cantar las canciones que sabíamos, bailando muy cerca del otro y saltando descoordinadamente en medio de la gente que parecía no quedarse quieta nunca. Me sentía muy joven y renovado a medida que tomaba trago tras trago que mi bonito me ofrecía. Nos habíamos quitado nuestros sacos, ya que a pesar de que seguramente hacia tres grados bajo cero, yo me sentía en un horno encendido. No podía parar de moverme. A medida que bebía, mis energías se disparaban hasta el cielo. Me sentía eufórico y perdido.

Nanon estaba como loco, borracho a más no poder. Tenía el rostro perlado de sudor, con un ligero tono rojizo en su piel. Era jodidamente divertido sus movimientos bruscos y descoordinados cuando bailaba sin cesar.

Pero no me gusto lo que sentí cuando una chica bajita y con cabello rosa se acercó a él y comenzó a bailarle provocativamente, casi pegándose a su cuerpo flacucho. Y mi sonrisa se borró por completo cuando Non la tomó por la cintura y le siguió aquel extraño baile de movimientos inusuales. No me gustó. No me gustó nada verlo bailar así con ella. Pero ¿por qué me molestaba?... No era la primera vez... Nanon había ligado frente a mis narices millones de veces. No debería importarme.

Pero me importaba. Y vaya que me sentía desplazado. No, enojado sería la palabra correcta. Me enojaba verlo bailar con otra persona.

Supongo que el alcohol fue lo que me impulso a caminar hacia ellos y a empujar a la chica de cabello rosa lejos de mi compañero. Ella me miró amenazante y comenzó a gritarme en neerlandés mientras que Nanon se doblaba de la risa, estaba demasiado ebrio. Al final la chica terminó yéndose entre gruñidos, y yo sentí nuevamente que podía volver a divertirme sin estorbos.

Pero no me vi venir que unos brazos me rodearan la cintura ágilmente, haciendo que mi cadera quemara por el contacto tembloroso pero firme a la vez. Me volteó antes de que yo pudiera reaccionar y los dos quedamos cara a cara.

— ¿Qué pasa Ohm? — sus ojos ebrios y cristalizados me miraban con picardía — ¿Te pusiste celoso? — se burló de mí acercando su rostro al mío — No te preocupes tú eres el único hombre en mi vida — y rio subiendo su mano hasta mi cabello, despeinándome como si fuera un niño.

— Deja de... Jugar conmigo — me costaba hablar fluidamente por el estado actual en el que estaba. Y lo peor es que no me incomodaba que Nanon estuviera cerca mío. No... No me molestaba para nada.

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora