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OHM

A causa de una poderosa tormenta que ha surgido de la nada, el autobús que nos llevaría a la casa donde estaban los demás se había retrasado un poco pero no como para que el viaje se suspendiera. Después de todo la casa que rentaban estaba apenas a las afueras de la ciudad, no era mucho el tiempo que íbamos a estar en el autobús. Aproximadamente entre las 10 y las 11 de la mañana pudimos subir al vehículo y refugiarnos en el calor artificial que logro hacer nuestros temblores corporales un poco más amenos.

Fui yo él que se sentó del lado de la ventana esta vez, y me sorprendió que Nanon ni siquiera se inmutó. Normalmente hubiera reclamado el lugar como suyo, siempre era él el que prefería ir del lado de la ventana.

Pero ya no existe un "normalmente" después de todo lo que ha pasado.

Nanon parecía tener más frío que yo, ya que cuando se sentó en su asiento empezó a frotar sus manos y se acurruco lo más que pudo. Suspiré algo preocupado cuando vi sus hombros sacudirse levemente por un repentino escalofrió.

— Toma — dije, mientras me quitaba mi abrigo del cuerpo. Se lo ofrecí, y él, en vez de negarse como pensé que haría, me arrebato el abrigo de las manos y se lo echo encima casi con desesperación. Reí enternecido por su nariz y mejillas rojas a causa del frío. Podía notarse muy fácilmente los cambios de color en su piel ya que era de piel muy blanca.

— Gracias, me estoy congelado — hundió media cabeza en la tela del abrigo.

— Eres un tonto, te dije que te haría frío con solo una playera y el rompevientos — dije orgulloso por haber tenido la razón finalmente.

Giré mi cabeza hacia la ventana cuando el camión comenzó a moverse. Me quedé mirando la inmersa cantidad de nieve que había en el exterior, y como caía más y más del cielo, siendo acompañada por fuertes ráfagas de viento. A pesar de que era de día las densas nubes cubrían casi toda la luz solar. Dándole a la mañana un aspecto sobrio y obscuro... Suspiré y la ventana se empañó.

Estaba casi seguro de que anoche Nanon no había dormido nada. Cuando desperté esta mañana enredado en las sábanas, él ya no estaba en la cama. Lo vi con el teléfono en la mano, ya cambiado y preparado para salir.

Había logrado notar sus grandes orejas obscuras bajo sus ojos, esos que tenían un toque enmielado que los hacia brillar más de lo normal. Era increíble como sus ojos tendía a cambiar dependiendo del clima o su estado de ánimo. En fin, tal vez era solo imaginación mía, pero ese no era el punto. El punto eran que sus orejas más marcadas no habían pasado desapercibidas por mí.

Sin embargo, cuando le pregunté que, si como había dormido, él mintió diciéndome que lo había hecho de manera corrida por más de cinco horas. No quise insistir, pues no me parecía buena idea abrumarlo con algo tan obvio, pero quería ayudarlo.

Tampoco sabía cómo ayudarlo con el otro tema, es que simplemente esta situación me superaba. jamás en mi vida pensé que me podría enfrentar a algo tan descabellada. Creía en sus palabras, sus ojos no mentían, y en ellos podía ver el temor por el que estaba pasando con todo esto.

Nanon no era el único con miedo, de cierta forma, yo también estaba aterrado. Pero no podía mostrarle mi temor, tenía que ser fuerte por los dos. Él me ocupaba tranquilo y yo me iba a esforzar por aparentar la mayor tranquilidad posible.

— Nunca había estado en una tormenta de nieve — quería que Nanon platicara conmigo, para distraer un poco sus pensamientos.

— Mi madre debe estar preocupada.

Justo en ese momento su celular comenzó a sonar, y cuando él lo saco de su bolsillo y vio la pantalla una sonrisa tímida se formó en sus labios. Una sonrisa... Que me hizo sentir extrañamente incómodo ¿por qué sonreía de esa manera? ¿Quién le estaba llamando?

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora