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OHM

Los días transcurrían demasiado rápido y rutinarios para mi gusto, las cosas iban de mal en peor. En la casa, Nanon no era el único que tenía ojeras marcadas, su madre también estaba siendo víctima de esta situación.

Todas las noches sin falta, Nanon se levantaba gritando horrorizado por los terrores nocturnos que lo afligían. Sus gritos desesperados me despertaban por la madrugada y me hacía correr hacia su habitación para intentar calmarlo. Era una cita asegurada, su madre y yo siempre llegábamos a su rescate.

Nanon estaba cada vez más delgado. Yo tenía que obligarlo a comer, diciéndole que si no ingería alimento yo tampoco lo haría. Fue difícil pero luego de dos días seguidos en los que no comí nada, Nanon se rindió y comenzó a tragar los alimentos, solo con tal de verme hacerlo a mí también.

Aun así... Yo lo escuchaba vomitar en secreto antes de dormir.

Se estaba haciendo mierda él mismo y yo ya no sabía cómo ayudarle. Me desesperaba verlo tan mal, tan arruinado y vulnerable. Desde que habíamos visitado la iglesia Nanon no había salido al exterior. Pasaba todos los días sin parar inmerso en su ordenador buscando cualquier tipo de información que pudiera ayudarle a salir de esto. Solo en algunas ocasiones me dejaba entrar a su cuarto, pero la mayoría de veces me fruncía el ceño y me mandaba a la mierda. Todo se estaba volviendo muy frustrante pues me estaba comenzando a sentir como un estorbo. Él ya no me necesitaba y me lo hacía saber cruelmente, ya no parecía él. Nanon se estaba convirtiendo en una persona completamente diferente y... Me daba miedo.

Me daba miedo perderle por completo.

Yo también había cambiado con el paso de los días. Me sentía algo enfermo la mayoría del tiempo, y una extraña tristeza había comenzado a crecer en mi pecho apretado. Extrañaba mi hogar, mi familia, mis amigos, pero no podía dejar a Nanon solo.

Hace un par de días me había decidido a buscar soluciones, partí hacia la iglesia en busca de respuestas y lo único que encontré fue un padre aventándose un sermón de desconfianza hacia lo que le estaba contando, dejándome más vació de lo que había llegado.

De repente unos golpes me sacan de mis pensamientos. Salgo de mi habitación casi corriendo, sabía que algo no andaba del todo bien.

— Ohm, gracias al cielo estas aquí... Nanon... — comenzó a decir Ning cuando me vio salir de la habitación.

— Cálmese — dije rápidamente. Alarmado al escuchar ese último nombre salir de sus labios — ¿Qué sucede?

— Nanon. Creo que se está golpeando cosas contra las paredes de su habitación — explicó temblando con algunas lágrimas en los ojos — Se puso así porque despertó y no te vio a ti. Ha estado gritando porque no quiere saber nada de mí, yo... No lo reconozco Ohm ¿qué le pasa a mi hijo? — sollozó.

— Por favor, intente estar calmada, ¿de acuerdo? Iré a verlo...

No deje que me respondiera. Corrí hacia el interior de la habitación, me detuve un momento en la puerta antes de abrir, pues los golpes habían cesado y eso no sabía si era algo bueno o si por el contrario me debería de preocupar más. Decidí tocar la puerta dos veces antes de abrir.

— Non soy Ohm, ¿puedo pasar?

Nadie respondió así que entre.

Esto me recordaba a cuando lo encontré en el baño del avión. Las luces estaban apagadas y las ventanas completamente cerradas, haciendo que ningún rayo de sol se colara en el cuarto. Hacia más frío en este cuarto en particular, lo que me parecía extraño ya que todo estaba cerrado.

Caminé lentamente sosteniéndome de las paredes, sin atreverme a encender la luz. No supe porque no la encendí, algo en mí me decía que no lo hiciera; que ni siquiera lo intentara. Decidí hacerle caso a eso algo.

Cuando una de mis rodillas chocó con la punta de la cama, me incliné y comencé a tocar las sabanas en busca de algo que se pareciera al pie o pierna de Nanon. Pero no sentí nada, la cama estaba vacía, y aquello me estremeció con algo de miedo. ¿En dónde estaría? Por un momento me lo imaginé detrás de mí, pero cuando volteé solté un jadeo de nerviosismo no había nadie a mis espaldas.

A la mierda, iba a encender la luz ahora mismo.

Cuando la bendita luz iluminó todo el cuarto, no logré ver a Nanon, lo que me confundió todavía más. ¿No dijo su madre que estaba aquí?... Había varios objetos destrozados en el suelo y se notaba que las paredes habían sido golpeabas por las ligeras manchas de suciedad. ¿Qué diablos le había pasado a Non?

— Non de verdad... — me quejé en voz baja. Comenzándome a poner demasiado nervioso — ¿Nanon? — le llamé con la esperanza de que me contestara. Caminé hacia la ventana, pasando junto a la cama. ¿Se habría escapado por ahí?

No... No podía haber hecho eso...

— Non... ¡Ah! — grité asustado, al sentir que algo me agarraba del tobillo. Bajé alarmado mi visión hacia mi pie atrapado, divisando una mano pálida que me agarraba firmemente intentando jalarme debajo de la cama. El brazo se perdía en la obscuridad que había debajo del mueble — ¡Suelta! — exclamé, forcejeando desesperado. El corazón me iba a mil y pensé que en cualquier momento me iba a explotar por el susto.

Finalmente aquella mano me soltó, y yo solo quise salir corriendo de ahí, pero mi respiración se calmó al escuchar mi nombre de una débil voz que reconocí al instante.

— ¿Ohm?

— ¿Qué mierda? — me quejé otra vez, agachándome hasta el piso. Y ahí estaba. Acurrucado debajo de la cama, encogido en sí mismo y temblando de frío — ¿Pero qué demonios haces aquí abajo? — exclamé enfurecido.

No contesto. Apenas podía ver sus ojos entre tanta oscuridad. Pero parecía incluso más asustado que yo.

— Vamos. Tengo que hablar contigo seriamente. Esto no puede seguir así Nanon — hablé firmemente ofreciéndole mi mano. La tomó con la suya temblorosa y le ayude a salir pacientemente de abajo, viendo sus escasas ropas y suspirando al ver la delgadez y el deterioro de su cuerpo.

El tiempo se me terminaba. Tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde. 






DANI

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora