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OHM

— Vamos a desayunar — murmure separándome de sus labios. Y después comencé a caminar hacia el exterior rápidamente, para nada dispuesto a ver su expresión luego de mi inesperada muestra de cariño.

Cuando llegué a la cocina no tuve problema en prepararme yo mismo el desayuno. Después de tantos días viviendo en esta casa ya me había aprendido de memoria en que sector estaba cada recipiente y alimento necesario, aunque aún me daba algo de pena sacar las cosas como si fuera dueño del lugar. Así que, luego de asegurarme de que nadie me estuviera viendo, comencé a preparar mi próxima comida un poco más tranquilo, intentando que esta fuera la más abundante posible. La verdad que me estaba muriendo de hambre, ¿hace cuantas horas había sido mi última comida? Muchas... A juzgar por el contaste quejido de mi estómago inquieto.

Minutos después de que me sentara en la mesa que se encontraba ahí, apareció Nanon. Empezó a preparar su propio desayuno sin siquiera dirigirme la mirada, sus mejillas seguían un poco rojas lo que hizo que se creara una pequeña alegría en mi interior. El silencio que se formó entre los dos no era para nada incomodo, más bien era un silencio tranquilo, de esos que se escuchan luego de una tormenta que cualquier tipo. Tome mi vaso con chocolate caliente poco a poco, con la mirada puesta en la ventana junto a mí, desde la cual podía verse el exterior nublado como había sido costumbre últimamente. Incluso parecía que estaba cayendo una fina capa de nieve casi imperceptible a la vista. Suspire, sintiéndome más aliviado al sentir mi estómago cálido y lleno, y seguí bebiendo serenamente. Había olvidado lo rico que sabía una taza de chocolate caliente cuando hacía frío.

Finalmente Nanon se sentó frente a mí, apoyando sus codos en la mesa y sosteniendo entre ellos un tazón de cereales y leche dentro. Comenzó a comer con ayuda de una cuchara pequeña, y tal como yo lo hice clavo sus ojos en la ventana.

Así nos quedamos un buen rato. Silenciosos y tranquilos, casi ensimismados en nuestros pensamientos huecos. A veces nos mirábamos inconscientemente sin quitar nuestra expresión adormilada y floja, solo nos reíamos brevemente y volvíamos a comer con lentitud.

Si fuera por mí, podía quedarme toda mi vida de esta manera.

— ¡Buenos días! — salté en mi lugar del susto al igual que Nanon al escuchar aquel repentino y agudo grito femenino. La mujer de cabello negro entró a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja. Y como si un balde de agua fría se tratara, todos los recuerdos de la noche anterior me golpearon el rostro y acabaron con mi tranquilidad en tres malditos segundos. Ella nos había visto ¿verdad? Nos había visto abrazados y dormidos... ¿O tal vez eso también había sido parte de la pesadilla?

— Buenos días — salude, sonriendo nervioso, mirando de reojo a Nanon. Al parecer a él también se le había acabado la tranquilidad.

— ¿Cómo durmieron? — preguntó ella, mientras comenzaba a prepararse un simple té.

— Bien... Lamentamos haber desaparecido por tanto tiempo mamá — murmuro Nanon sin dejar de comer su cereal.

— Ni lo menciones, Nanon — sonrió ella acercándose a su hijo — Me alegra que has logrado dormir bien después de tanto tiempo. En verdad lo necesitabas — explicó despeinándole el cabello cariñosamente — Si hubiese sabido que necesitabas a Ohm para descansar mejor ni siquiera me hubiera molestado en prepararle una habitación aparte. Al parecer ambos se necesitaban. Anoche tuve que quitarle el calzado a Ohm. Ni siquiera lograste sacártelo antes de caer dormido, cielo — rio inocentemente, dirigiéndose a mí. Sonreí con esfuerzo, totalmente avergonzado. Ya decía yo que no recordaba haberme descalzado anoche.

Mierda.

— ¡Mamá!... — gruñó Nanon encogiéndose con vergüenza en su lugar.

— ¡Y estas desayunando! — siguió sorprendiéndose ella, mirando como su hijo comía cereales a una velocidad rápida — Hacia días que no comías bien y...

— Detente mamá...

— Se veían tan lindos anoche. Se abrazaban como si no quisieran separarse jamás y...

— ¡¡Mamá!! — exclamó Nanon perdiendo la paciencia.

— De acuerdo, ya, ya, tranquilo — rio ella volviendo a despeinarle el cabello, el cual ya parecía un nido de pájaros por su falta de forma. Sonreí negando con la cabeza sin poder ocultar lo graciosa que se me hacia la situación — En fin... Podrían salir a caminar más tarde. He escuchado que el cielo se despejara más tarde.

Sonreí nuevamente, sintiéndome realmente bien. Incluso yo podía notar el cambio de Nanon. Parecía que al menos un poco de brillo había vuelto a sus ojos anteriormente apagados. Aunque su delgadez y su aspecto enfermizo aun estuvieran presentes... Yo notaba algo en él que le hacía parecer más dispuesto. Claramente, podía ver que varias cosas cambiarían a partir de ahora. Y eso era lo que justamente yo deseaba. Porque mientras él estuviera más dispuesto, sería más fácil para mí ayudarle.

Con que él estuviera dispuesto a mí me bastaba.

Y estaba seguro que esta vez Nanon no vomitaría su desayuno como era costumbre, muy seguro.


[ ... ]


Al salir al exterior nevado mis cabellos se alborotaron sobre mi cabeza a causa de una fuerte e inesperada ráfaga de viento frío. Pestañeé, y luego enfoque mis pupilas en el amplio cielo sobre mi cabeza. Estaba celeste. Un celeste opaco y limpio. Sin llegar a ser azul del todo, un cielo sin una sola nube.

Guardé mis manos temblorosas en los bolsillos de mi abrigo, a pesar de que ya teníamos más del mes aquí seguía sin acostumbrarme al frío de la ciudad.

— ¿Estas bien? ¿Tienes frío? — la voz de Nanon logró que al fin mi mirada se desviara del cielo infinito.

— Aun no me acostumbro al frío.

— Yo tampoco — me dijo caminando a mí lado.

Personalmente prefería quedarme dentro de la casa junto a la chimenea del salón y tomar más chocolate caliente, mirando una buena película o serie. Pero la madre de Nanon había insistido que diéramos una caminata aprovechando el "buen clima".

Seguimos caminando en silencio escuchando solo nuestros pasos en la nieve y el viento helado que zumbaba de vez en cuando en nuestros oídos. De repente algo me llamo la atención, la sonrisa de mi acompañante era brillante, me llamaba la atención lo feliz que se miraba, me estaba tomando el tiempo necesario para admirar el arte que era la luz de Nanon.

— Me alegra ver tu sonrisa otra vez, ya te extrañaba — pensé, pero luego me di cuenta de que lo había dicho en voz alta, y cuando dirigí mis ojos hacia Nanon, pude ver un ligero sonrojo en su piel.

— Lo siento... — susurro, realmente parecía apenado. Y el brillo en sus ojos desapareció levemente. Suspire cuando su sonrisa desapareció del todo — Siento haberte... Abandonado estos días. Pero en verdad estaba desesperado a encontrar una solución a mi problema y... Sentí que nadie me tomaba en serio. Sentí que realmente... Estaba solo. Tenía muchas mierdas en la cabeza, y realmente las sigo teniendo. Pero ahora que estás tú, creo que puedo concentrarme de nuevo. Debo de confesar que había momentos en los que ni siquiera sentía que era yo...

— Ok, ok, ya entendí — le sonreí, intentando darle confianza. Había comenzado a hablar demasiado rápido y podía notar su repentino nerviosismo en todos sus movimientos corporales.

Frustrado y deseando volver a ver esa sonrisa blanca otra vez, me agaché decidido con velocidad y agarre con mis manos una porción de nieve del suelo, haciendo luego un bollo con mis manos. Me enderece cuidando que él no se diera cuenta y le lance la bola recién hecha al rostro sin piedad. De inmediato soltó un quejido sorprendido y se tambaleo un poco hacia atrás. Reí en voz alta al ver su rostro cubierto de nieve.

Sin darnos cuenta comenzamos una guerra de nieve con un montón de sonrisas y caras de puchero en el medio. Lo estábamos disfrutando. Ambos estamos disfrutando el momento.

Juntos.






DANI

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora