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OHM

Corrí hasta el baño nuevamente y busqué en los cajones hasta encontrar una pequeña caja de primeros auxilios, intentaría curar sus quemaduras con eso. No tenía de otra, además estaba casi seguro de que Nanon no iba querer ir al hospital si se lo proponía

— ¿Me vas a explicar que te pasó? — le pregunté mientras me sentaba a su lado en la cama y tomaba con amabilidad su brazo izquierdo entre mis manos.

— Me quemé — dijo en voz baja sin levantar su rostro.

— Sí, ya lo noté — resoplé, humedeciendo un trapo en un recipiente de agua que había llenado en el baño. Coloqué el trapo húmedo en su brazo e inmediatamente él se sobresaltó soltando un quejido lastimero — ¿Duele mucho?

— Arde. Eso es todo... — no me extrañaba que evitaba mirarme directamente o que me contestara con respuestas cortas. Después de todo lo que había pasado anoche... No me extrañaba.

Terminé de limpiar las heridas y los restos de cenizas de ellas, y luego saqué del botiquín una pomada antibiótica. Supuse que eso le ayudaría para el dolor, así que, muy despacio, comencé a esparcir la crema sobre las quemaduras. Nanon volvió a soltar un quejido, pero luego de un rato lo escuche suspirar, como si estuviera aliviado. Continué curándolo con toda mi atención puesta en su brazo, y cuando terminé, comencé a curar su brazo derecho. No me había percatado de lo que ocurría a mi alrededor, ya que tenía toda mi concentración atenta a sus pequeñas heridas. Pero cuando sentí una mirada sobre mí, giré mis pupilas fuera de su brazo y las clavé en ese par de ojos frágiles que me observaban atentamente. Me sorprendí al verlos tan rojos e hinchados... Completamente apagados.

— Nanon... — le llamé, sin despegar mis ojos de los suyos.

— Necesito... — susurro él, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas — Necesito contarte, necesito decirte todo. Ya no puedo más Ohm. Necesito que me ayudes, en verdad... Por favor. Tengo mucho miedo — confesó en un hilo de voz y sentí su brazo temblar en mis manos.

— ¿Quién te hizo todo esto? — murmuré yo también como si el responsable estuviera cerca de nosotros.

Nanon mordió su labio inferior, el cual temblaba con brusquedad. Sus ojos se desviaron, buscando a nuestro alrededor frenéticamente, de la misma manera en la que yo note que miraba a su alrededor los primeros días en los que comenzó a comportarse extraño. Era el mismo movimiento de pupilas. La misma paranoia en su retina.

Luego de unos segundos, sus ojos aterrados volvieron a posarse en los míos. Me miró fijamente.

— A-Alguien... Me persigue — habló en voz bajísima. Tuve que acercarme un poco para escucharlo bien — No sé bien... Quien o... O que... Pe-Pero...

— ¡Non, tranquilízate! — intenté calmarlo al ver como su pecho comenzó a subir y bajar al ritmo de su respiración acelerada.

— No puedo. No puedo — balbuceó, temblando demasiado. Su respiración ya no era normal. Estaba hiperventilando — Me va a matar. Me va a matar si abro la boca — lloró escondiendo su rostro entre sus manos — No... No puedo respirar... — se le cortó la voz, y sollozó tan fuerte que el volumen de su llanto se escuchó como un grito de terror.

— ¡Nanon, respira por favor! — totalmente alarmado, lo atraje hacia mí por los brazos para intentar calmarlo, pero inmediatamente comenzó a retorcerse, intentando huir de mí con movimientos bruscos.

— ¡Déjame! ¡Déjame! ¡Déjame! — exclamó con voz quebrada mientras que sus manos me pegaban en el pecho.

Me asusté.

Me asuste en serio.

Esto ya no era normal. Nanon estaba mal, mal de verdad. Jamás lo había visto tan alterado. Estaba fuera de sí.

— ¡Escúchame! — atrapé su rostro rojo por el llanto entre mis manos, haciendo que me mirara a los ojos — ¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí contigo! Mírame, mírame bien... — sus ojos abiertos de par en par me observaron fijamente, pero su respiración seguía siendo anormalmente rápida — No le temas al miedo, no es malo sentir miedo Non, acéptalo. Él te ayudara a mantenerte a salvo. Está bien, no lo enfrentes... Es una emoción nada más, intenta relajarte ¿de acuerdo? Yo estoy contigo — le sonreí intentando aparentar tranquilidad, y rocé mi frente con la suya la cual estaba toda sudada — Estoy aquí, te entiendo... Se que estas asustado, pero estas a salvo conmigo... — susurré acariciando su cabello serenamente.

— Me duele el pecho, me duele mucho, no dejes que me atrape por favor, sácame de aquí — se me estrujó el corazón, él hundió su cabeza en mi pecho, volviendo a tapar su rostro aterrado con sus manos temblorosas.

— De acuerdo, pero respira por favor — un ataque de pánico, eso era lo que estaba sucediendo.

Me puse de pie lentamente mientras él se aferraba a mí, temblando exageradamente. Comencé a caminar sin agarrarlo para que no se alterara, y me dirigí hacia la ventana.

— ¿Has visto la nieve? — pregunté abriendo el vidrio con tranquilidad, haciendo que el aire frío nos desordenara los cabellos — Quiero que me ayudes a contar los copos de nieve que caen... Y a medida que cuente, tú contaras tus respiraciones, ¿de acuerdo? Inhala y exhala...

No contestó, pero sus manos arrugaron la playera cerca de mi pecho.

— Uno... — conté en voz alta mientras él inhalaba con brusquedad, soltando luego todo el aire de golpe — Intenta retener el aire por dos segundos antes de exhalarlo ¿está bien?

Asintió varias veces mientras él intentaba seguir mi ritmo lento. Podía ver los esfuerzos que hacía para sostener su respiración para luego liberarla, permaneciendo así unos cuantos segundos antes de volver a respirar. El aire frío que entraba por la ventana sería bueno para refrescarlo. Podía notar el alivio que sentía al notar las ráfagas de viento chocando con su rostro y cuello sudado.

Se tapaba los oídos, como si no quisiera escuchar nada, pero de todas maneras seguí contando mientras que él se apoyaba en mí e intentaba regular su respiración aun un poco agitada. Me quede a su lado en todo momento, ya que seguramente tener un ataque de pánico en completa soledad seria aterrador... ¿Y si había tenido uno ya? El pecho me hormigueaba incomodo por no saberlo.

Aproximadamente luego de diez minutos, pude hacer que se sentara en la cama. Seguía tapándose los oídos, pero ya no rechazaba tanto mi tacto, y su respiración se había normalizado bastante.

Me senté a su lado y lo hice acostarse en mi regazo suavemente. No me rechazó y terminó apoyando su cabeza en mis piernas.

— ¿Cuál es el recuerdo más bonito que tienes? — comenté en voz baja mientras comencé a acariciar sus cabellos. Con esa pregunta, pretendía que él alejara todos los pensamientos negativos que tenía en su mente.

— Las estrellas... — susurró con los ojos cerrados. Tenía las mejillas llenas de lágrimas — En el avión... Contigo.

— Es verdad, eso fue muy bonito — sonreí al notar que ya se había calmado por completo. Y agradecí a mi madre por haberme enseñado a calmar los ataques de pánico.

— Ohm — murmuró con los ojos perdidos — No te alejes...

— Estoy aquí — afirmé peinando hacia atrás algunos cabellos de su frente.

Ella es débil cuando tú estás a mi lado.

Y cerró los ojos.




MARATÓN 3/4



DANI

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora