OHM
— Perdóname Ohm...
— Ya te dije que no hay problema Non. Lo intentaremos cuando estemos en Tailandia — expliqué resignado. Caminando junto a él de regreso a casa. Hacia unos minutos que habíamos ido a la iglesia en un intento por explicarle a un sacerdote lo que estaba ocurriendo, pero como había sucedido anteriormente, Nanon no se pudo acercar al lugar y me suplicó regresar sin siquiera haber entrado.
No me negué, ya que de verdad se veía algo pálido y descompuesto. En realidad se veía cansado desde que habíamos tenido la guerra en la nieve, pero luego de ir a la iglesia en verdad pareció perder el color en su rostro.
Por alguna extraña razón supe que debía consolarlo. Recordar lo bien que me había hecho sentir tener su mano en la mía hace un momento en aquel parque junto a los columpios, me hizo creer que tal vez si yo hacía lo mismo por él lo haría sentir por lo menos un poco mejor.
Tocarle me daba una extraña sensación de permanencia y confianza. Era una forma de saber que estaba conmigo realmente, una forma de saber que estábamos bien y a mi lado.
Él pareció no percatarse de mi leve contacto, estaba realmente distraído y perdido en sus pensamientos así que me pegue un poco más a él, terminé por atrapar firmemente su mano con la mía. Y esta vez Nanon si se sorprendió ya que elevo su rostro antes cabizbajo con agilidad, dejándome ver de reojo sus ojos bien abiertos y sobresaltados. Pero a pesar de eso no le devolví la mirada, haciéndole notar que esta acción era completamente normal para mí, o bueno... Para nosotros. ¿Así debía ser ahora no?... Después de todo podría decirse que teníamos una especie de "algo".
El problema es que yo no sabía cómo llamarle a ese algo. No éramos novio o algo por el estilo, ya que ninguno de los dos habíamos formalizado. ¿Debía pedírselo? ¡No, no, no! Aquello sería demasiado raro y vergonzoso. ¿Apresurado tal vez?... Es que vamos a ver... Apenas nos habíamos confesado ayer, y yo ya estaba pensado en tonterías cursis adolescentes.
Todo era mucho más fácil con las chicas, pues de alguna u otra manera ya tenía con que compararlo. Pero esto era algo totalmente nuevo para los dos. Era la mano de Nanon la que yo sostenía ahora, era Nanon a quien yo sentía devolverme el apretón lentamente, eran sus dedos los que se estaban entrelazando con los míos ahora mismo. Era él, y tal vez siempre había sido él. ¿Por qué no lo había visto antes? ¿Por qué había sido necesario llegar a una situación de peligro para que yo finalmente me percatara de lo obvio?
No hablamos en todo el camino pero nuestras manos permanecían unidas todo el trayecto de regreso. Cuando llegamos a la casa mis suposiciones de que la madre de Nanon nos esperaba con la cena lista eran ciertas. Aunque no nos recibió como yo esperaba, se miraba demasiado ansiosa.
— ¿Qué sucede mamá? — Nanon fue el primero en preguntar, soltando el agarre de mi mano.
— Estaba a punto de ir a buscarlos. Se aproxima una tormenta de nieve — habló rápidamente, cerrando la puerta de entrada una vez que nosotros ingresamos por completo a la casa.
— Tranquila mamá, ya estamos aquí. Estamos bien.
— Lo sé, lo sé... Es solo que estaba preocupada — explicó ella.
Comenzamos a cenar tranquilamente en torno a la mesa principal, comentando de manera casual lo que habíamos hecho en el día. De repente la voz de Nanon interrumpió a todos en la mesa.
— Necesito decirles algo importante — habló de repente tornándose muy serio. El corazón se me acelero y casi me ahogo con la porción de comida que tenía en mi boca.
— ¿Qué sucede Nanon? — preguntó su madre curiosa.
— Ohm y yo... Bueno... — comenzó a decir. ¿Qué demonios estaba haciendo Nanon? ¿A caso les iba a decir sobre lo nuestro?... Pero yo ni siquiera sabía que significaba ese "nuestro". Le miré con los ojos bien abiertos intentando mandarle una señal para que se detuviera, pero él continuo hablando decidido — Ohm y yo... — intentó decir una vez más. Y yo me resigné a que dijera todo prematuramente — Nosotros hemos decidido volver a Tailandia, volveremos y nos quedaremos allá.
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Sin luz || OhmNanon
FanfictionAmar te marca. Te hace dejar a un lado tu egoísmo y entregar tu corazón a otra persona. Exponerte a tal grado de darle el poder de curarte y dañarte sin contemplaciones. Amar es sacrificio, es creer en lo que nadie cree. Es querer proteger a la otra...